XXY: arte y géneros en diálogo

Maikel José Rodríguez Calviño
8/8/2018

La Colección del Consejo Nacional de Bellas Artes (CNAP) constituye una de las colecciones más significativas de arte cubano contemporáneo que actualmente atesoramos en nuestro país. Bajo el título: Se hace camino al andar, sus más recientes adquisiciones fueron mostradas el año pasado en la Sala Expositiva del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Por estos días, el mismo espacio acoge XXY: humo y espejos, muestra colectiva que, según María Carla Olivera, su curadora, propone “una manera diferente de mostrar las piezas realizadas por artistas cubanas presentes en la Colección del CNAP.” Así, “la muestra se articula en torno, y con total respeto, al principio fundamental de la lucha feminista de todos los tiempos: la reivindicación de la igualdad entre mujeres y hombres.”

muestra colectiva XXY: humo y espejos
Por estos días, se acoge XXY: humo y espejos, muestra colectiva. Foto: Maité Fernández

De antemano es necesario aclarar que, a pesar de este fundamento curatorial y del título de la exposición, no estamos ante una muestra centrada en temas relativos al discurso de género. Lo genérico aquí está dado principalmente por el proceso de selección que defendió la curadora, pues el proyecto se articuló en torno a duplas de artistas independientes cuyas piezas evidencian puntos de contacto en cuanto a temas, poéticas y motivo iconográficos, de forma tal que hombres y mujeres integren, respectivamente, el 50 por ciento de la nómina. Así, el tejido curatorial defendió en todo momento el principio de equidad, esencia del feminismo, si bien, de los creadores incluidos, pocos trabajan de manera clara, consciente y directa cuestiones vinculadas con el empoderamiento femenino, las estrategias de dominación de la cultura patriarcal o el universo queer.

Organizar una curaduría institucional representativa en materia de género no significa que la colección a la que tributa dicha exposición garantice lo mismo. La Colección del CNAP, al igual que muchas del país, se debe un análisis profundo en este sentido. Por consiguiente, la selección equitativa de mujeres y hombres en XXY… no significa que exista igual nivel de equidad al interior de los fondos que le dieron origen.

En no pocas ocasiones el mundo del arte reproduce los patrones de dominio patriarcal; las ventas, compras y subastas de obras artísticas también reflejan las desigualdades de género. A nivel internacional, las creadoras no siempre cuentan con el apoyo de instituciones  interesadas en visibilizar su trabajo. Por solo citar algunos ejemplos, actualmente se estima que alrededor de dos tercios de las galerías del mundo incluyen en sus nóminas a más hombres que mujeres. Según un estudio realizado por el museo londinense Tate Modern, en las grandes metrópolis del arte, como la propia Londres, sólo uno de cada 20 marchantes de arte intenta establecer un equilibrio de género en las transacciones y colecciones que efectúan o manipulan diariamente. Una encuesta efectuada en fecha reciente por el grupo norteamericano Guerrilla Girls, determinó que solo el 22 por ciento del arte exhibido a nivel mundial lleva firma de mujer; asimismo, de las 320 obras de arte más caras subastadas entre 2008 y 2012, solo una fue realizada por una fémina; en este caso, la pintora rusa Natalia Goncharova (1881-1962), conocida exponente del rayonismo.

¿Qué ocurre en Cuba? ¿Qué nivel de representatividad tienen nuestras artistas en colecciones, museos e instituciones encargadas de resguardar y visibilizar el arte? ¿La democratización de la enseñanza artística protagonizada por nuestro país tras el triunfo revolucionario, necesariamente garantiza que curadores, coleccionistas  y especialistas ofrezcan hoy igualdad de oportunidades a hombres y mujeres artistas a la hora de articular exposiciones, diseñar salas museales o adquirir piezas para conformar una colección? XXY: humo y espejos nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el tema y, sobre todo, de plantearnos un posible análisis del coleccionismo y la curaduría museal e institucional en Cuba desde una perspectiva necesaria y novedosa que, hasta el momento, pocos toman en cuenta.

A ello se suma el interés que pueda despertar una muestra colectiva cuya nómina incluye un amplio número de voces imprescindibles o reconocidas dentro del arte cubano contemporáneo (Flora Fong, René Peña, Adonis Flores, Grethel Rasúa, Agustín Bejarano, Marta María Pérez Bravo, Lidzie Alvisa, Lesbia Vent Dumois y Rocío García cuentan entre ellas), y la importancia que reviste para una colección el revisitarse desde nuevos puntos de vista. A fin de cuentas, toda colección sin mareas internas, sin flujos y reflujos, termina por estancarse y morir.