Yailin Coppola: «Argos es mi casa, mi refugio, mi lugar de creación»

Roger Fariñas Montano / Foto: Tomada del sitio argosteatro
19/11/2019

Pocas palabras podría inventarme para definir el trabajo de Yailín Coppola, actriz emblemática de Argos Teatro. Lo que he tenido que decir públicamente sobre su trabajo como actriz, ya lo he hecho puntualmente en mis acercamientos críticos a los espectáculos en que ha intervenido a lo largo de su carrera. Ahora es ella quien habla sobre su trayectoria en la actuación tanto en el teatro como en la televisión, también como docente, directora escénica y pieza importante de la nave Argos. A propósito, dialogo con ella.

Sé que eres graduada primero de la ENA, y luego del ISA en la carrera de Actuación. Pero, ¿de dónde te viene el interés por el teatro, por la actuación especialmente?

Yailín Coppola, actriz emblemática de Argos Teatro en la obra El tío de Chéjov.
Foto: Tomada del blogs La esquina de Carmita

Yo soy de La Habana, de Santos Suárez. Mis padres cuando yo tenía 2 o 3 años de edad, me llevaban con mucha frecuencia a ver los espectáculos de una compañía de teatro infantil que tenía su sede en el sótano de la secundaria básica «Cesar Escalante», que queda en el parque Santos Suárez. Creo que ese fue el inicio de mi pasión por el teatro y la actuación. Yo no recuerdo el nombre del grupo, ni la cara de los actores, solo atesoro el recuerdo del placer que sentía cuando llegaba al teatro, cuando la luz se apagaba y comenzaba la historia y el disfrute que experimentaba cuando me elegían para participar en algún juego y yo me paraba en el escenario y miraba al público. Son sensaciones que nunca olvidaré. Esto provocó que mi padre, sin tener ningún contacto, tuviera que buscarme un sitio para yo hacer teatro. Entonces, comencé a los 5 años en un grupo que quedaba en el Gran Teatro de La Habana.

Eres bien conocida por tus trabajos con Argos Teatro y su líder Carlos Celdrán. ¿Cómo llegas a formar parte de este emblemático grupo?

Yo estudié la carrera de Actuación en la ENA. En esa época existía la Escuela Nacional de Instructores de Teatro (ENIT), y estábamos juntos en el mismo lugar Zulema Clares, Ezequiel Verde, Ileana Góngora, en fin, muchos de los actores que luego fueron fundadores de Argos Teatro. Eran mis amigos, los seguía y los veía trabajar. Vi cómo el grupo se formó. Esas primeras obras que hicieron fueron tendencia en la escuela, estuve en algunos ensayos de El alma buena de Se Shuan, por Lisis Diaz, Micky Martínez, actrices que eran muy amigas mías. Al entrar en el ISA cuando terminamos primer año mi grupo se quedó sin maestro y decidimos buscar por nuestra cuenta a un profesor, pensamos en Carlos Celdrán, fuimos a su casa y él, afortunadamente, aceptó. Así comenzó Carlos a darnos clases. Carlos mezcló a sus actores profesionales con nosotros e hicimos la obra Roberto Zucco, de Bernard-Marie Koltès, y luego cuando nos graduamos él decidió montar Stockman, un enemigo del pueblo, la versión del clásico de Henri Ibsen. Me propone el personaje de la hija y me quedé como miembro del grupo hasta hoy.

Entrada de Argos Teatro. Foto: Tomada del sitio argosteatro

Entre los espectáculos de teatro universal que has protagonizado en Argos se encuentran títulos como los que ya has mencionado Roberto Zucco, Stockman, un enemigo del pueblo, y otros como Fango y El Tío Vania. ¿Qué significa para ti darles vida a personajes universales a través de la particular óptica de Carlos Celdrán?

Para cualquier actriz es un sueño hacer Ibsen, Chejov, pero en Argos Teatro lo interesante es el trabajo con Carlos Celdrán: su mirada, la profundidad de sus análisis. Lo que quiero decir es que no importa si trabajamos con textos que han trascendido siglos, lo esencial para nosotros es la forma en la que él enfoca el trabajo, da igual si se trata de un texto muy conocido o de uno nuevo. No obstante, esos grandes personajes generan mucha presión en los actores, pero tener a Carlos dirigiéndote te da tranquilidad y la certeza de que el trabajo, guste más a unos y menos a otros, nunca estará descaminado.

Has interpretado los estrenos mundiales de varias obras de Abel González Melo, en específico Chamaco, Mecánica y Sistema. ¿Cómo ha sido tú diálogo con estos personajes que Abel ha concebido para ti, sobre todo teniendo en cuenta vuestro vínculo desde las aulas del ISA?

Primero quiero aprovechar para darle las gracias a Abel, saber que un dramaturgo ha escrito un personaje pensando en ti, te hace sentir muy valorada.

Abel tiene el don de crear personajes que retratan nuestra realidad, que son contemporáneos, y que viven situaciones muy verosímiles por lo tanto el trabajo se te hace fácil. Un actor debe creer y entender la situación en la que está su personaje para poderlo defender, y cuando trabajas con un texto de Abelito tienes esa garantía. Me encanta el período del trabajo de mesa, porque él te explica hasta el más mínimo detalle, sin prejuicios, y comparte las motivaciones que lo llevaron a escribir la obra. Es muy celoso con su trabajo, cuando entra a ver los ensayos y detecta un texto mal dicho, que va en detrimento de la obra y del personaje, con mucho respeto se acerca y te corrige.

Tenerlo cerca, dialogar con él, escucharlo hablar me ha ayudado mucho como profesional.

Tú amplia labor docente ha sido muy valorada por varias generaciones de estudiantes en la Escuela Nacional de Teatro, entonces, ¿en qué medida esto ha retroalimentado tu trabajo como actriz y profesional?

Investigar, saber cómo poner en práctica todas las herramientas de trabajo que he ido acumulando a través de los años, afinar mi cuerpo, responder a favor del impulso, tener una mirada más aguda y profunda: me lo ha dado tener que enfrentarme todos los días a jóvenes que están intentando ganarse la vida actuando. Mi trabajo como profesora ha complementado, de manera muy positiva, mi trabajo como actriz, me enfrento constantemente al análisis, a la búsqueda de comportamientos y luego encontrar el modo de traducirlo en escena. Es un intercambio fructuoso.

Has estrenado como directora en Argos Teatro los espectáculos Locos de amor y Desagüe. ¿Crees haber encontrado en la dirección escénica una válvula de escape dentro de tu prolífica carrera como actriz? ¿Por qué te interesa particularmente dirigir?

 Obra Desagüe, dirigida por Yailín Coppola, interpretada por la compañía Argos Teatro.
Foto: Tomada del sitio Teatro

Mi interés por la dirección nace de mi trabajo como profesora, creo que mi recorrido ha sido muy orgánico. Tener que presentar dos veces en el año una puesta en escena para que mis estudiantes se evalúen me ha llevado a tomarme el trabajo de la dirección de un modo más serio. También es el camino que he encontrado para abordar temas que me interesan, para dirigir la mirada del espectador a lo que yo considero importante, trabajar con actores que me gustan, que me conmueven y hacer obras que por lo general no se hacen en nuestro entorno teatral y que uno siempre ha soñado hacer. Sí, creo que es una válvula de escape.

¿Cómo has llevado tu carrera como actriz siendo capaz de moverte con facilidad entre los códigos de la televisión y los particulares caracteres del teatro?

El actor enfrenta los personajes de igual manera en cualquier medio, es cierto que son lenguajes distintos, que difieren en algunos puntos los entrenamientos, pero la raíz es la misma, encontrar el comportamiento exacto, particular, escuchar, dejarte transformar, no hacer nada hasta que no exista un estímulo real que te lleve al cambio, saber que tu personaje tiene un pasado que debe verse, que estás constantemente relacionándote con otras personas y debes darle a esa relación su cualidad particular. En fin, todos los elementos que hacen que tu trabajo sea real. En ese sentido me he podido mover con seguridad y confianza de un medio a otro, el problema está en que no todos manejan tus mismos códigos y a veces se te hace difícil trabajar.

Voy a mencionar dos nombres y quiero que me digas qué significan para ti:

Carlos Celdrán…

Carlos Celdrán, director de Argos Teatro. Tomada del sitio argosteatro

Carlos es mi referente, mi mentor, mi director, mi amigo. Lo que soy se lo debo en gran medida a él, a sus consejos, a sus notas. Él me hizo comprender que el teatro es el análisis activo del comportamiento humano y que uno va al teatro a ver seres humanos, a los protagonistas del «ahora mismo», y, además, que dedicar mi vida al teatro implica comprometerme a fondo, dialogar y vivir a plenitud la experiencia, ese instante total.

Agradezco su pasión, su voluntad, su sentido de pertenencia.

Argos Teatro…

Mi casa, mi refugio, mi lugar de creación.

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