11:00 a.m.

Me encuentro con Yasek Manzano en Fábrica de Arte Cubano; fue uno de los integrantes del panel que rindió homenaje a Bobby Carcassés en su cumpleaños 85. Resultó emotivo escucharlo hablar de cuánto le inspira Bobby en su constante creatividad musical.

“Podemos desdoblar nuestro ser creativo y viajar hacia donde nos lleve el viento de la inspiración”.

Aproveché la oportunidad para preguntarle por su concierto de este miércoles a las cinco de la tarde en el Teatro Martí:

El concierto será un reencuentro, porque hace tiempo no tocaba con Jorge Luis Pacheco, y recientemente comencé a trabajar con David Faya. Ambos son músicos que se estrenaron como jazzistas en mi primera o en mi segunda banda, alrededor de 2007. Grabamos Amnios 1407 y recibimos el premio a Mejor Álbum de Jazz y de Grabación en el Cubadisco 2010.

Es un privilegio, un deseo pendiente de reencontrarme con Pacheco, quien ha devenido un pianista y compositor extraordinario, también productor musical y arreglista, y hace poco sorprendió como cantante. Esta es una oportunidad para hacer una descarga, un encuentro entre amigos. Nos falta Edgar Martínez, pero a trío lo haremos. Será una fiesta musical.

Últimamente estoy muy ocupado y atareado, pues combinar clásico y jazz es un reto. Los sonidos son completamente diferentes: la técnica del clásico es muy depurada y el jazz se toca con más libertad. Además, estoy aprendiendo a tocar nuevos instrumentos, como el trombón de vara. Este concierto llega en un buen momento.

5:00 p.m.

El público recibió con aplausos sostenidos al trompetista Yasek Manzano, al pianista Jorge Luis Pacheco y al bajista David Faya. Cuando las cortinas se abrieron aparecieron los tres sonrientes. Minutos antes los había escuchado reír, relajados ante un repertorio rígido, y dispuestos a dejarse llevar, tal y como dicta el lema de la presente edición del Festival Jazz Plaza: “Pa’ que fluya jazz”.

“El público recibió con aplausos sostenidos al trompetista Yasek Manzano, al pianista Jorge Luis Pacheco y al bajista David Faya”.

El concierto inició con “Foot prints” y le siguió “Danza de Makuki”, de la autoría de Manzano. A esas alturas de la velada la complicidad se desbordaba en el escenario. Disfrutamos luego de “El Manisero”, de una manera muy singular, pues Manzano tomó el micrófono y con total sinceridad anunció que regalaría un scat, “sin estudio ni ensayo previo, solo para dejar salir lo que siento, y que sea un regalo para Bobby Carcasés”. Fue aplaudido, y no pocos chiflidos de aceptación salieron de las butacas. David Faya versionó después el conocido tema de Manuel Corona, “Longina”, a bajo solo en los primeros minutos.

Los temas siguientes fueron “Drume, negrita”, de Eliseo Grenet y “Chan Chan”, de Compay Segundo. Al terminar el espectáculo, que duró poco más de una hora, y luego de saludar a los presentes, los músicos hicieron crecer sus sonrisas y mostraron su satisfacción.

“Así honramos el verdadero concepto de la improvisación, el verdadero sentido del jazz”.

6:20 p.m.

Rectifico el programa del concierto con Yasek Manzano en el camerino.

-¿Te gustó el concierto?

-¡Claro que sí!

-Te digo algo… Fue una oportunidad de mostrarle al público el proceso creativo que tiene lugar cuando músicos de buena vibra se encuentran. La historia que tenemos en común, aunque hemos tomado caminos diferentes, nos hermana. Todos hemos sido disciplinados, porque nos hemos mantenido tocando jazz. Pacheco, con conceptos más cercanos al pop, pero siempre volviendo a la raíz, sobre todo a la música cubana, al concepto de la descarga, con alto nivel pianístico. Y Faya, deslumbrando, pues mucho ha enriquecido su carrera. Me siento partícipe del desarrollo alcanzado por los dos. Los retos en mi agrupación fueron grandes: mucha polirritmia en los temas y armonías, y conceptos de improvisación complejos y modernos. Pacheco lo reconoce, como David Faya, a quien le puse un contrabajo en las manos.

Aprendo ahora de ellos, como en este concierto. Nos dimos una lección, comunicamos nuestras ideas y experiencias, transitamos por este viaje espiritual que es la improvisación. Esa entrega entre nosotros y hacia el público, sentirnos cómodos, crear ese ambiente donde todos tenemos voz y voto, donde existe una conexión muy profunda a través de la música, es como fundar, o recordar, esta hermandad artística que había surgido años atrás, cuando estábamos formándonos. Tiene esto un gran valor para mí.

Compartir una experiencia creativa en vivo es una gran oportunidad para nosotros y para el público. Así honramos el verdadero concepto de la improvisación, el verdadero sentido del jazz, que es un modo de vida en el cual podemos ser libres, siempre que tengamos el arrojo de salir de nuestras áreas de confort. Podemos desdoblar nuestro ser creativo y viajar hacia donde nos lleve el viento de la inspiración.

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