24 de febrero: Día de consagración patria y definición revolucionaria

Yusuam Palacios Ortega
23/2/2021

La historia de los pueblos del mundo está marcada por días sísmicos, momentos estremecedores e instantes sublimes. En Cuba, uno de esos días de trascendencia histórica es el 24 de febrero; signado por la inflamación de la sangre henchida de dignidad reflejada en la piel de los hijos de la Patria, que mueve corazones y los hace presidir y guiar la batalla por el honor y el decoro del ser humano, por salvar aquello que amamos y defendemos con pujanza patriótica, por mantener viva la fuerza telúrica de la verdad y las ideas. Es el 24 de febrero día de la continuidad, vista esta como pilar esencial en la preservación de valores y conquistas alcanzadas, objetivos de lucha, anhelos y esperanzas; como acto de superación de un proceso de construcción colectiva, que implica sacrificios y la asunción crítica de una tradición revolucionaria. He ahí el mérito de los hijos de la Patria.

Como escribió José Martí: “La Patria está hecha del mérito de sus hijos, y es riqueza de ella cuanto bueno haga un hijo suyo, sobre todo si trabaja en lo que han trillado otros, y lo de él resulta más útil y completo que lo de sus predecesores.[1] Tomo esta idea pensando en cómo las generaciones más jóvenes hemos de vencer los límites de lo posible, mejorar lo que hemos hecho, y seguir viviendo la Revolución. Es ir tejiendo el alma de la Patria sin rupturas ni parcelas divorciadas en lo referente a las etapas históricas, sino manteniendo la conexión con los enlaces continuos e invisibles que aseguran ese tejido patrio. Es la continuidad de la lucha por una sociedad con más justicia social e igualdad de derechos, por refrendar los principios que nos definen, por defender la soberanía, independencia y libertad plena de la nación cubana.

Como hace 126 años, reinicio de nuestra gesta independentista, aquel 24 de febrero de 1895 en que los cubanos volvimos al camino redentor con ansias de justicia, en la conocida Guerra Necesaria liderada por el Apóstol; como el 24 de febrero de 1976 en que se proclamó la primera Constitución socialista de la República de Cuba; como el 24 de febrero de 2019 en que ratificamos en referendo la nueva Constitución; este 24 de febrero, en medio de un enfrentamiento resuelto a la pandemia que azota a la humanidad, de la implementación de la estrategia económico-social del país, y bajo el bombardeo subversivo de los asalariados del imperio que quiere de nosotros la rendición; simboliza la lucha del pueblo cubano a lo largo de su historia por mantener su dignidad, y a su vez significa un nuevo canto a la unidad de los cubanos en la construcción de una sociedad más socialista. Y este sí es el verdadero canto de la patria, no el de seres denigrantes que ofenden y mancillan nuestros símbolos, que pretenden despojarnos de nuestra identidad, de nuestra capacidad crítica, del patriotismo.

Ya cumplimos dos años de la ratificación de la nueva Constitución, día de consagración patria. Son muy esclarecedoras las palabras de Luis Toledo Sande cuando expresó: “…el 24 de febrero de 2019 quedará estampado en la historia de Cuba como un acerado instante en la defensa de los frutos de las rebeliones populares de la nación, y como una rebelión él mismo contra adherencias del pasado y espejismos de quienes quisieran una Cuba de vuelta a las coyundas imperialistas”.[2]

Son muchas las razones que nos impulsaron a ratificar una carta magna que fue construida por todos los cubanos (obviamente, por quienes no se autoexcluyen, por quienes no apuestan por la reinstauración capitalista en Cuba). Estamos ante un documento que define la prevalencia de principios cardinales en el proceso revolucionario que sostiene la nación: el carácter socialista de nuestro sistema político (definición del Estado como socialista de derecho y justicia social), que advierte el contenido avanzado e ideológicamente profundo de los preceptos constitucionales analizados y debatidos en amplia y aportadora consulta popular. El catálogo de derechos y garantías para su ejercicio y defensa se enriqueció, con una mejor ordenación y amplitud a tono con la actualidad; y el reconocimiento de la dignidad humana como valor supremo, la ratificación del horizonte comunista que mueve la base ética de la lucha anticapitalista que llevamos adelante sin mermas en los ideales y principios asumidos por nosotros mismos hace muchos años.

Cada cubano digno tuvo sus razones para respaldar la ley de leyes. Identificarnos con sus contenidos, letra y espíritu es clave para sentirla propia y profundizar en el aparato legal complementario que ha de continuar acompañándola en el futuro, para que no sea un texto exánime sino todo lo contrario: capaz de ser invocado por los ciudadanos, principales destinatarios de su regulación. Para Cuba este ejercicio democrático no implicó una mera aceptación del acto en sí de votar, porque tenemos una tradición jurídica y constitucional de extraordinaria altura, que hace parte de una participación mucho más integral: es votar en principio y luego, como ocurrió en el debate suscitado en consulta popular, continuar calzando la carta magna, construyendo juntos cubanas y cubanos el cuerpo legal de desarrollo de la misma, como se ha hecho desde su proclamación el 10 de abril de 2019. La historia de Cuba es la fuente principal para decidir por una constitución socialista o un texto burgués cubierto de la falsedad de la llamada democracia representativa. Hacer la elección implica claridad, firmeza en los principios, carácter entero, lealtad reflexiva desde un presente muy convulso y desafiante.

Para los revolucionarios, este 24 de febrero representa un compromiso no solo con Cuba sino con nuestra América. Se ensayan por el imperio yanqui y sus aliados las prácticas más impúdicas y denigrantes contra los pueblos de América Latina y el Caribe, la estrategia o plan enemigo es el de dividirnos y aislarnos. ¿Cómo se explican las amenazas y ataques de todo tipo a los gobiernos que han elegido el camino de la justicia social para sus pueblos? Una vuelta al fascismo y la pretendida reconfiguración de gobiernos neoliberales en la región caracterizan el panorama. Campañas mediáticas, guerra sucia, métodos no convencionales, ataques en Internet y redes sociales digitales, provocaciones y amenazas de intervención militar, judicialización de la política, bloqueos económicos, etc., son vías utilizadas por el monstruo de las siete leguas y los lacayos que lo alimentan para destruir la vida de nuestros pueblos. Hoy continuamos votando sí por el socialismo, por la unidad e integración de la América nuestra, por la preservación de la paz.

El momento exige unidad y mucha cultura de hacer política; no olvidemos que sobre nosotros se deja caer el veneno que representa la guerra cultural, cuyo objetivo no es otro que garantizar la hegemonía imperial. Esa es la propuesta imperialista: la colonización cultural, la degradación de los valores que legitiman lo más autóctono de nuestra historia, de los pueblos de la región latinoamericana y caribeña. Forma parte de la ofensiva que el imperialismo y las oligarquías locales han dirigido desde Washington, con especial impacto en los países gobernados por la izquierda. Se aplica mediante una vía que intenta cambios de gobierno de forma expedita o buscando su desgaste para revertirlos por vías electorales. Estas políticas refuerzan el concepto de que los principales enemigos de la izquierda y de nuestros pueblos son el imperialismo, el capitalismo y el neoliberalismo.

No debemos ser ingenuos, está en juego la salvación de la Patria y, a escala mayor, de la humanidad. Cuba llega cada 24 de febrero a un instante de consagración, definitorio de su postura digna y éticamente superior a la del sistema capitalista. Desde la creación heroica construimos per se la alternativa al capitalismo. Como bien nos plantea Enrique Ubieta:

“(…) el enemigo de la Cuba que estamos construyendo es el capitalismo, y en un sentido histórico concreto, el imperialismo. La guerra que libramos incluye la percepción, la construcción de modos de vida diferentes, de modelos de vida, de conceptos de felicidad que se opongan, que nieguen los del capitalismo. Y los del capitalismo, los de la cultura del tener, son los hegemónicos en el mundo…”.[3]

Cuba es un referente de lucha antimperialista, tenemos muy claro cuál es el enemigo. Ahora nos toca vigilar, ver con ojos judiciales el convite de Goliat y enfrentarlo con todas nuestras fuerzas. Unir para vencer, he ahí la clave. Entonces unámonos, que esta es hora para continuar proclamando ¡Patria o Muerte!

Notas:
[1] José Martí, “Galería de Colón”, libro nuevo de Néstor Ponce de León, 1893, en Patria, edición 57, 16 de abril de 1893.
[2]  Luis Toledo Sande: “De 24 de febrero en 24 de febrero”, publicado en Granma el 13 de febrero de 2019.
[3] Enrique Ubieta Gómez: “La cultura del ser, para ganar la guerra cultural”, publicado en Juventud Rebelde el 13 de enero de 2015.

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