Como una marea los vecinos salieron de sus casas para disfrutar de un movimiento inusitado. Como los gitanos de la novela Cien años de soledad,llegaron para alegrar el entorno y despertar la curiosidad de los presentes —quienes se integraron al jolgorio cultural— artistas de distintas manifestaciones y, entre ellos, jóvenes miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Brigada José Martí de Instructores de Arte. Por vez primera el barrio rompió la monotonía del bregar cotidiano para disfrutar de un espectáculo simultáneo de probada espiritualidad. El arte desbordó los espacios cerrados y desafió la pandemia.

“El arte desbordó los espacios cerrados y desafió la pandemia”. Fotos: Yuni Pérez

A Rafael González Morales hay que culpar por tanta algarabía callejera. Inquieto, en permanente búsqueda por ofrecer un aliento de esperanza colectiva, el joven artista de las artes visuales convocó cierto día de diciembre a aquellos que mantienen iguales ideales de expandir el arte, para transformar el lugar donde vive: Puerto Escondido. Llegaron a un barrio de la periferia de la ciudad de Sancti Spíritus, apenas conocido, y desempacaron un torno para modelar barro, una prensa de grabados, obras que se tendieron en las fachadas de las casas y pinceles para hacer tatuajes efímeros.

La fiesta cultural se desarrolló con la presentación de niños, adolescentes y jóvenes, quienes cantaron, actuaron y declamaron ante el numeroso público que colmó la barriada. Esa vocación del buen hacer transformador que impregna nuestras tradiciones musicales sirvió de preámbulo al resto de las acciones culturales. Ellos fueron exponentes de la labor cotidiana que realiza la Brigada José Martí de Instructores de Arte en Sancti Spíritus para expandir las manifestaciones artísticas a través de la Casa de Cultura, los centros escolares, instituciones de la localidad y espacios públicos.

“La fiesta cultural se desarrolló con la presentación de niños, adolescentes y jóvenes”.

A lo largo de la estrecha callejuela, sobre las fachadas, se montaron obras de artes visuales de una veintena de artistas de diferentes generaciones y tendencias artísticas. Los vecinos disfrutaron del quehacer actual de esa manifestación en el territorio espirituano. Entre otros, expusieron los decanos de la plástica local Luisa María Serrano (Lichi), con su tema migratorio, y Antonio Díaz, reconocido paisajista urbano, junto con la pintura abstracta de Luis García; el paisajismo de Lorenzo Ruiz; el retrato cultivado por Félix Madrigal, reconocido escultor, y los grabados de Omar Fernández Galí (Cuti). De la generación más joven con significativa trayectoria se contó con la presencia de Yasiel Elizagaray, Alexander Hernández Chang, Juan Carlos Lage, Mayday Machado, Iosvanny Suárez y Rafael González.

Omar Fernández Galí (Cuti), director del Taller de Grabados de la AHS.

Entre las acciones culturales más atractivas estuvo la impresión de grabados in situ por el Cuti, director del Taller de Grabados de la AHS, quien se trasladó al lugar con una de sus máquinas impresoras. Jóvenes y adultos lo asediaron para que les grabara en prendas de vestir las diferentes propuestas de dibujos elaborados por él. Durante más de dos horas estuvo accionando la máquina hasta el agotamiento de la tinta. A los asistentes se les dio la oportunidad de poseer en un textil la obra de quien recientemente obtuviera uno de los premios del Salón Nacional de Paisaje Leopoldo Romañach, convocado desde Varadero.

En otro espacio de la calle la artista de la plástica naif Ariadna Alfaro, quien hace pocos días inaugurara la muestra personal de pintura Horizontes,en la Sociedad Cultural José Martí de Sancti Spíritus, extrajo sus pinceles y temperas para realizar tatuajes efímeros según las pautas del body art. Era un modo de poner en contacto físico las posibilidades expresivas del arte desde el accionar performático, que tanto recuerda a las culturas ancestrales y sus pinturas corporales con fines esotéricos.

La artista plástica Ariadna Alfaro ejecutó el body art entre los miembros de la comunidad.

La escultora Mayday Machado ocupó uno de los espacios de la calle para modelar con arcilla distintas vasijas, e invitó a niños y jóvenes a crear sus propias obras. La clase práctica de modelado fue tan receptiva que en poco tiempo se incrementó el público. Había que apreciar el entusiasmo de quienes se transformaron en aprendices de alfarero con la instrucción de la joven artista. A media mañana fueron tantas las solicitudes, que se agotó la reserva de arcilla que llevaba.

De este encuentro habría que subrayar una posible moraleja: la educación artística puede ir en busca de sus potenciales cultores en aquellos lugares donde no resulta común que las personas beban de las fuentes nutricias espirituales. Como declararan agradecidos los asistentes: nunca antes habían sentido tan cerca la necesidad de disfrutar de espectáculos que los animaran a apreciar el arte.

Ante el exitoso encuentro, Rafael González declaró que pretendía llevar esa experiencia a distintos barrios periféricos de la ciudad. “Hacerla itinerante es mi propósito, como lo ha hecho Silvio Rodríguez con sus espectáculos musicales callejeros. Hay que sumar otras instituciones para lograr mayor consolidación. Hasta ahora he contado con el apoyo decisivo de artistas aficionados y profesionales, así como con el Taller de Grabados, la Brigada José Martí y la Asociación Hermanos Saíz, que por estos días ha desarrollado su evento Lunas de invierno”.

La obra de Iosvanny Suárez fue expuesta en los exteriores de las viviendas.

El  público solicitó al organizador que se repitiera Exponiendo desde el barrio, nombre que identifica las acciones culturales que tuvieron lugar en Puerto Escondido una mañana dominical en que el bostezo fue sustituido por la vital euforia colectiva. Fue notable el regocijo de personas de distintas edades en esa cita memorable; muy poco acostumbradas al goce estético en sus variadas manifestaciones. De integrarse al proyecto la literatura oral podría completarse un corpus más integral para bien de la cultura y el bienestar comunitario.

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