Los días 16, 17 y 18 de diciembre en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba tendrá lugar el estreno mundial del musical Alma. La revolución de un sueño, un proyecto que comenzó a gestarse hace cuatro años. Con su creador, el director y productor argentino Iván Belaustegui, conversamos sobre las motivaciones, expectativas y anhelos que lo llevaron a escoger Cuba y su acervo y talento artísticos para crear un espectáculo que sin duda será un acontecimiento cultural en la Isla en estos días finales de 2022.

¿Cómo llega Iván Belaustegui a Cuba?

Llego a Cuba a través del coreógrafo cubano Joan Morell. Yo era el director creativo de un teatro en Miami que se llama Faena, y allí producía espectáculos cercanos al cabaret y al circo, un poco similar al Circo del Sol. Conocí a Joan como bailarín y desde el principio me llamó mucho la atención. En la medida en que iba cambiando mis espectáculos siempre conservaba a Joan, porque considero que es un bailarían excepcional y una persona increíble. A partir de él comienza mi conexión con Cuba, y en una ocasión me invitó a venir a La Habana.

“Me enamoré de esta isla, y sobre todo de su gente y su cultura”. Foto: Internet

¿Había visitado Cuba con anterioridad?

Muy brevemente, y por razones puramente fotográficas, porque en ese momento estaba desarrollando una campaña publicitaria para una marca de ropa. Lo cierto es que vine, pero no profundicé en su cultura. Al visitar La Habana por segunda vez noté que en Cuba existe una cantidad de talento enorme, una historia maravillosa, mucho contenido musical y una arraigada tradición. Me enamoré de esta isla, y sobre todo de su gente y su cultura. En cierto momento surgió la idea (el concepto de este show) y se sucedieron varias visitas a La Habana, sin armar mucha bulla. Lo primero que necesitábamos era material suficiente como para entender qué tipo de espectáculo queríamos producir aquí y, posteriormente, comenzar una serie de reuniones con las autoridades del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Centro de Danza de La Habana y el resto de las entidades correspondientes, para que aprobaran un espectáculo de esta envergadura.

“El elenco que conforma este espectáculo es de lo mejor que ofrece Cuba hoy al arte danzario”. Fotos: Iván Belaustegui/Tomadas de Tribuna de La Habana

¿Qué lo ha seducido de los bailarines cubanos?   

Esa pregunta tiene muchas connotaciones. Lo primero que salta es el talento innato, la pasión, la educación y su entrenamiento y, sobre todo, las ganas de crecer y de salir al mundo para demostrar sus talentos y expresarlos. A la vez, he notado que poseen un gran compromiso y una entrega total hacia su arte, especialmente los muchachos que deciden quedarse aquí y no redirigirse hacia otros mercados: se quedan aquí porque saben que van a ser mucho mejores bailarines que en otros lugares. Eso es algo que valoré desde el principio y creo que el elenco que conforma este espectáculo es de lo mejor que ofrece Cuba hoy al arte danzario.

¿De qué trata Alma. La revolución de un sueño?

Básicamente esta obra trata de cómo la cultura africana fue traída a Cuba forzosamente; cómo siglos después de un hecho tan oscuro y nefasto como la esclavitud, esa cultura florece y se convierte en parte fundamental de lo que es hoy la cultura cubana o afrocubana, llena de color, ritmo y movimiento.

¿Cuántos bailarines intervienen?

Veintidós. Debo subrayar que toda la música es original; ha sido compuesta por un virtuoso de la música cubana —y lo digo sin ningún tapujo—, que es Efraín Chibás, Pacho. Han grabado más de cien músicos. Solo con la Sinfónica del Mozarteum, del maestro José Antonio Méndez, Pepe, son 73 músicos que han grabado con nosotros. También tenemos otro grupo de músicos que han intervenido con sus tambores batá, guitarra, bajo e instrumentos de viento, metal, madera… Han participado más de cien.

Un valor agregado que convierte a la música en protagonista…      

La música es todo; es la que apoya todo el show, pues Alma es un musical. Se ha compuesto minuto a minuto siguiendo no solamente el guion de la obra, sino teniendo en cuenta qué es lo que queríamos que sintiera nuestra audiencia, nuestro espectador. Todo el espectáculo está diseñado para hacer sentir a la gente. En otras palabras, tanto el guion como la música fueron concebidos para que, una vez que abandonen la sala de teatro, las personas piensen y sientan.

Decía que el espectáculo es un musical, pero ¿puede que tenga algún matiz de danza-teatro?

Totalmente. Es danza teatro, pero también incluimos momentos especiales, como por ejemplo, dos escenas de teatro de sombras y una escena sumamente acrobática —llamada “Travesía”—, que comprende un barco y recrea el momento traumático en que los africanos son capturados y trasladados como esclavos hacia un mundo que ellos desconocen. Como se sabe por la historia, muchas de esas personas perecieron en el viaje. Es un instante duro y a la vez hermoso: el barco ha sido concebido por el escenógrafo y director de arte Maykel Martínez, otro talento cubano y un ser encantador. El espectáculo incluye igualmente números aéreos y toda la música está basada en la narración.

“Las estrellas de este espectáculo son los bailarines”.

¿Puede decirse ya que se trata de una compañía? ¿De qué canteras se nutrieron y cómo fue la selección de los bailarines?

Somos más que una compañía: somos una familia, y como tal, somos todos para uno y uno para todos. Aquí no hay jerarquías, hay roles que se respetan y que se aceptan con amor. Las estrellas de este espectáculo son los bailarines, y eso es algo que reitero constantemente: a un bailarín le puedes dar la mejor historia, la mejor coreografía, la mejor música, pero si ellos no brillan en el tabloncillo, todo se viene abajo. Básicamente el suceso será el performance de quien está sobre el tabloncillo. El nivel de entrega, el nivel de talento y aprendizaje, el nivel de proyección, el nivel coreográfico y danzario… todo está en manos de ellos. Les puedo dar lo mejor, pero si ellos no encantan al público, todo se resume a nada.

¿Dónde captó a esos bailarines?

Lo primero que hice al llegar a Cuba en el pasado mes de enero fue recuperar el teatro Fausto, que está en el Prado habanero. Me fue entregado como sede por las autoridades del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y del Centro de Danza de La Habana. Trabajamos dos meses muy duramente para recuperar este teatro, que estaba en un estado de abandono y olvido. Una vez que concluimos ese trabajo, comenzamos con las audiencias. Llegaron muchachas y muchachos de distintas compañías, y a partir de ahí hicimos una selección. Se tuvieron en cuenta muchos aspectos, como el carisma escénico —que es algo que aprecio mucho—, y por otro lado, Joan Morell evaluó la técnica. Juntos llegamos a un consenso de elección de talentos.

Es un proyecto arriesgado…

Lo es, pero como avanzamos paso a paso y notamos la reacción de las personas a las que les íbamos mostrando los resultados, nos fuimos animando. Todo en la vida entraña un riesgo, incluso aquellas cosas que consideramos seguras. En nuestro caso, entendimos que con la música y el talento innato del bailarín cubano, basado en su educación y en su formación, ese riesgo se reducía muchísimo. Cuando cuentas con un bailarín que ha sido bien formado —y que desde el nacimiento trae consigo mucho talento—, ahí hay una estrella. Y si en un tabloncillo juntas varias estrellas y les ofreces una excelente coreografía, uno no se detiene a pensar en los riesgos.

“La intención es llegar a convertirnos en una plataforma para impulsar futuros talentos”.

El cine-teatro Fausto fue, en su momento, un sitio emblemático de La Habana que cayó luego en ruinas. Venir hoy aquí y verlo resplandeciente emociona. Cuando concluya Alma. La revolución de un sueño, ¿qué pasará con este sitio?, ¿tendrá una continuidad?

La idea es conservar este lugar como nuestra sede y seguir entrenando bailarines. Obviamente tenemos que desarrollar un segundo elenco, en caso de que surjan imprevistos cuando estemos de gira fuera del país. Tengo que contar con un segundo elenco mixto para cualquier eventualidad. Me gustaría que este lugar también fuera un centro de capacitación para gente joven, entusiasta y talentosa en muchas áreas —como la propia danza. Al ser un lugar espacioso se pueden hacer muchas más cosas, por ejemplo, en el mundo de la gráfica. La intención es llegar a convertirnos en una plataforma para impulsar futuros talentos. Me gustaría mucho salir a buscar a jóvenes que quizás desconocen sus propios talentos en cuanto a las artes danzarias y ayudarlos a descubrir esos caminos.

Habla de jóvenes que no pertenezcan a escuelas de arte…      

¿Qué pasa con los jóvenes que no están dentro de la enseñanza artística? Pues aún no están encaminados. Por eso estas ideas tienen un acento en las comunidades.

“Lo que más me gratifica es hacer feliz a la gente, y este es el medio en que me desenvuelvo para lograr ese objetivo”.

Trabajar con talentos en bruto entraña un riesgo adicional…

Uno se lleva lo que ha dado, y en lo personal me interesa dar, ofrecer, crear plataformas y hacer feliz a la gente. A eso me dedico a través del arte y la cultura. Lo que más me gratifica es hacer feliz a la gente, y este es el medio en que me desenvuelvo para lograr ese objetivo.

¿Puedo asegurar que este ha sido un sueño personal que se ha cumplido? ¿Faltaría algo para redondearlo?

Todos los partícipes de este proyecto estamos cumpliendo nuestros sueños. Es un equipo grande, y juntos estamos cumpliendo un sueño común. Hay un cliché que dice que en la unión está la fuerza: todos juntos, empujando en un mismo sentido, estamos llevando a cabo este sueño compartido.

Desde el punto de vista de la economía, ¿será rentable este espectáculo?

La economía es la base en la que se asienta todo, desde un hogar hasta un país, una nación. Nos puede gustar o no, pero al final todo se resume a los números, a la economía, y esta puede ser la causa de que algo se haga o no. Por otro lado, la economía puede ser la ruina de una persona o de un país, y por eso es un tema un tanto ambivalente. En lo que nos ocupa, este es un show que está diseñado para ser mostrado en otros países, lo cual tiene connotaciones muy importantes: mostrar lo más hermoso que tiene esta Isla, que es su cultura, su gente, sus jóvenes, y entregarle todo eso al mundo para recordarle la maravilla que es Cuba. Muchas veces se ha tratado de volcar la realidad de este país, pero yo deseo exhibir al mundo lo maravilloso que posee esta Isla para ofrecer, y que aquellos que vean el espectáculo digan “quiero ir a conocer ese país”. Deseo abrirle los ojos a la gente. Eso es, en este momento, más importante que la economía.   

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