Caimán Barbudo 2.0

Mayra García Cardentey
10/3/2016
Foto: Tomada de Internet
 

Racso Morejón debe ser un ejemplar raro de su especie. Se mueve con genética de camaleón por las más diversas ramas de la literatura, desde el ensayo, la crítica literaria hasta la poesía. Pareciera orfebre de estilo desafiante, con prosa detallada y vocabulario enciclopédico.

Su actitud vehemente le gana adeptos en las luchas más encarnizadas; de “loco-cuerdo” tiene, porque de todo un poco es necesario para ser artista y escritor, que es lo mismo, aunque en la nomenclatura de una Unión los separe la sintaxis.


 

Pero a la vez es un “adoptado” digital, lo de nativo se le privó por haber nacido en unos 60 que no conocieron de Internet ni emails ni redes sociales. Lo mismo polemiza de política cultural, poesía y trova que sobre hashtags, trending topics o posicionamiento web. Es una especie de mutación digital de los caimaneros que hace 50 años soñaron una revista polémica, irreverente, disidente cultural por antonomasia.

Ya lo decía, es un ejemplar raro de su especie. Cuando muchos escritores-periodistas se (pre)ocupan por la avalancha online que asfixia a las publicaciones seriadas, Morejón se reacomoda, piensa-sueña un Caimán Barbudo actualizado, con perfil en Facebook y una interactividad entre lectores que emula con las polémicas más interesantes generadas por y en la publicación hace años atrás.

Cree en la crítica, en la participación ciudadana, pero sobre todo cree, y crea también, en El Caimán Barbudo (ECB)…

El Caimán ha tenido varias generaciones, desde esa iniciática con grandes escritores, ensayistas…intelectuales, hasta la actual… ¿Cómo defines a esta tropa contemporánea en cuanto a estilo y concepción editorial?
Intentar definir siquiera a esta generación es muy complicado, cuando menos imposible. En la actual nómina de El Caimán… habitamos de por sí varias “generaciones” de compañeros, justamente con maneras y estilos disímiles de ver la vida, la cultura, la realidad social que nos anima o desanima, por tanto de reflejarla, de escribirla, de narrarla, de cuestionarla. No me atrevería a definirla a simple vista, sería como poner a un caimán dentro de una pecera, una imagen algo surrealista, pero es la que me viene a la mente.

 Persistimos, estilística y editorialmente hablando, en no ser apologéticos; seguimos considerando que si bien toda palabra cabe en la poesía (como avizoraba el “Nos pronunciamos”), toda palabra cabe también en cuanto publicamos en la revista.Aunque no caben dudas de que continuamos fieles al legado de quienes fundaron la revista y al resto de los intelectuales —para utilizar una palabra que los abrace a todos—. Persistimos, estilística y editorialmente hablando, en no ser apologéticos; seguimos considerando que si bien toda palabra cabe en la poesía (como avizoraba el “Nos pronunciamos”), toda palabra cabe también en cuanto publicamos en la revista, sobre todo si está escrita por los jóvenes artistas y creadores y, en el mejor de los casos, con esa pluma palpitantemente jovial de que se precian hoy nuestro redactores.

Desde nuestras páginas no ha faltado la profundidad de análisis y el compromiso ético como cotas de madurez estética y artística. Quienes escriben, pero sobre todo para quienes escriben, asumen un compromiso de vanguardia desacralizando con sus textos aquellas posturas estéticas al acecho de lo dogmático con que pudieran cubrirse determinadas aristas de nuestra esfera o producción artístico-cultural; aliento creador y ánimo de subvertir condicionamientos anquilosados, encuentran y proponen en sus páginas los jóvenes autores que en ellas imprimen, con absoluta coherencia, sus libertades creadoras, para muchos heréticas. Sillas que quitan delante de la travesía de lo más granado del pensamiento intelectual que hoy recorre la Isla y alienta el estado de ánimo de la cultura cubana”.

En esta urgencia mediática que vive el país, y el mundo por qué no, algunos especialistas piensan que existe cierta ausencia de periodismo cultural polémico, agudo, en determinados medios. ¿Coincidencias? ¿Qué sucede con El Caimán?
Por naturaleza el periodismo cultural ha de ser polémico; informar, sí; narrar el suceso e intentar conmover, también; pero tiene que generar en el lector un estado de ánimo que lo saque de su ensimismamiento. Ahora, cuidado con ese “algunos”; los hay travestidos de oportunistas, incapaces, aunque también están los bien intencionados, pero que igual no hacen ese “periodismo cultural polémico” y quieren que la punta de lanza sea el otro.

Dada la riqueza y los matices de nuestro entorno socio-cultural, la prensa cubana bien pudiera ser más osada.Ciertamente, dada la riqueza y los matices de nuestro entorno socio-cultural, la prensa cubana bien pudiera ser más osada, más coherente con ese contexto, mucho más rica en cuanto a temas, puntos de vista y abordajes valientes, algo que se está pidiendo no ya a gritos, sino con la aorta a punto de reventar. Quien no se ha querido enterar va camino al peor de los fracasos: la ignorancia de su propio entorno, algo parecido a lo que hace el avestruz.

En cuanto a lo que sucede en ECB no me lo puedo explicar. Ciertamente existen muchas opiniones cuando algún artículo, entrevista, crónica o reportaje, (por solo citar algunos géneros), inciden en los lectores, en la población: desde el clásico “¡ño!, están apretando”; hasta el habitual y a veces pernicioso “El Caimán como siempre”.

Algo sí te puedo garantizar, lo que publica la revista es consecuencia de verdades de Perogrullo que nos presentan, desde la perspectiva de nuestros colaboradores o redactores, la propia dinámica cultural cubana. Muchas veces parten de la circunstancia vital de cada uno; pero por sobre todas las cosas, se siente el buen olfato y el tino del Jefe de Redacción (Rafael Grillo) en querer conducir la publicación hacia esa zona del periodismo que defiende siempre lo novedoso, escrito con el desenfado con que están acostumbrados nuestros lectores a leernos, procurando contenidos ricos en datos, con alto vuelo literario en su factura, ponderando sucesos que comuniquen al lector con su realidad inmediata.

Luego, sus páginas se animan con igual prestancia desde la subjetividad de la poesía joven, no por ello menos crítica ni aislada de su contexto; la verosimilitud de una narrativa incisiva —que no invasiva— o géneros como el reportaje, la crónica, el ensayo, artículos, reseñas, críticas literarias y entrevistas que alimentan folios de un periodismo cultural que refleja las tensiones dentro del campo socio-cultural cubano con una diversidad de enfoques y aliento polémico que definen y defienden la esencia fundacional de la revista.

Ante un contexto tecnológico, hablemos de periodismo cultural digital. ¿Caimán 2.0? ¿Cómo es esa experiencia?
La web 2.0 es, por encima de todo, el más grande reto que afronta el periodismo digital cubano. En ese proceso transita El Caimán desde hace más de una década.

Justo nos hemos planteado por estos días una revisión de nuestro diseño web, de la arquitectura del sitio, sus redes sociales y la mismísima actualización de la versión de WordPress sobre la cual corre nuestra página. La palabra de orden es RETO; retos en la gestión de la infraestructura de la revista y desde luego, un rediseño de nuestro staff: procurar algo lo más parecido a una redacción digital donde Jefe de Redacción, diseñador, desarrollador web, editor web, web master, redactores, colaboradores mismos, viajen lo más atemperados posible con los tiempos que se nos avecinan. En eso no le falta razón a Rafael Grillo cuando habla de que es El Caimán Barbudo una publicación pionera de su tipo en Cuba, y me refiero a lo formal y a lo conceptual.

La web 2.0 es, por encima de todo, el más grande reto que afronta el periodismo digital cubano. ¿Cómo es esa experiencia? Fascinante, te obliga a estar actualizado en muchas habilidades que ni siquiera imaginabas. Editar para la web implica una dinámica completamente inusual al tradicional sentido que tiene editar un texto para un soporte impreso; el mismo hecho de procurar hipervínculos te acerca a otras fuentes de conocimiento que de alguna manera vas incorporando, no solo a tu acervo sino a tu rutina de trabajo. También debes procurar contenidos, hacer enlaces, contrastar fuentes, “diseñar” dentro del texto la colocación de imágenes, en fin un universo fascinador en todos los sentidos. 

Y desafiante, al mismo tiempo, toda vez que en las plataformas digitales se potencian la síntesis de contenido, la multimedialidad e hipertextualidad, ¿cómo se inserta el estilo de El Caimán a estos nuevos escenarios?
No hay contradicción alguna; retos, todos, lo cual es síntoma de que tendremos que trabajar: primero, en procurar un equipo que articule nuestras necesidades con la realidad informática. El Caimán Barbudo tiene el potencial necesario para conformar verdaderos productos multimedia, toda vez que es una “institución cultural” que concibe otros espacios alternativos que van más allá de la publicación de la revista. A su vez, la propia digitalización generará una gama insospechada de materia prima que, necesariamente, va a carenar en libros, antologías, monográficos, ediciones facsimilares…

En ese sentido, El Caimán se ha visto envuelto en interesantes polémicas: ¿Cómo se trasladan estas a los nuevos escenarios digitales? ¿Cómo es la retroalimentación en las redes sociales?
El Caimán nació polémico, fue soporte, voz, juez y parte de no pocas de las más importantes discusiones estéticas —o no— de varias épocas.

Hoy no es menos. Es reto todo cuanto abra(z)samos. Resulta complejo el hecho de heredar una publicación impresa en formato tabloide, con cuerpo de revista cuyo perfil no solo es el arte y la literatura sino el periodismo cultural y ahora digital, y luego hacerla migrar hacia el ciberespacio. Revertir el flujo de la revista se tornó una necesidad evidente, ya no es una publicación que se piense desde el impreso para la versión digital; todo lo contrario, es un sitio web con una capacidad descomunal de generar contenidos y estrategias que tributan a la versión impresa una limitada cantidad de trabajos balanceados; desde luego, como toda revista que se respete, pero limitados dentro del inconforme espacio de 30 páginas que ven la luz cada dos meses.

El Caimán nació polémico, fue soporte, voz, juez y parte de no pocas de las más importantes discusiones estéticas —o no— de varias épocas.El ritmo de nuestra web —y digo nuestra amparado en el sentido de pertenencia hacia mi labor como caimanero y web master— no lo soporta una versión impresa, al menos como la conocemos en Cuba.

Claro, articular un sitio online implica dejarle un margen al lector/ usuario según las normas más elementales de la web 2.0 para interactuar con el contenido que publicamos, lo cual infiere ceder cierta cuotas de control sobre el texto, pero que en definitiva son condicionantes que entran en pugna, más bien en juego, con la apertura y visibilidad de la página, potenciando la tan necesaria y a veces mal traducida confianza-seguridad.

Facebook y Twitter constituyen tremendos aliados de la publicación. Ellos y los comentarios que generan la propia página web son hoy un termómetro de incalculable valor.

El Caimán se resiste a ser solo una revista; se ha demostrado que funciona como una institución social con diversas maneras de comunicarse con el público. “Casa de trovadores”, le han llamado también… ¿Cómo resultan estos otros escenarios?
En efecto, El Caimán Barbudo tiene un imán místico insospechado; atrae y hasta donde sé no repele, —aun cuando algunos sean detractores nuestros—; es la  archiconocida unidad y lucha de contrarios tan cara a la filosofía, y que en el caso Caimán es otra de sus verdades de Perogrullo.

El Caimán Barbudo tiene un imán místico insospechado; atrae y hasta donde sé no repele.Hoy, lo más granado del arte, la literatura, el pensamiento y la cultura, en su sentido más amplio, de este país ha pasado de alguna manera por las páginas de El Caimán… Muchas de las cuales están ya amarillas y pobladas de ácaros, porque 50 años de cualquier publicación invita, tal vez debas poner incita, a que nuevos visitantes, lectores, usuarios, descubran que potencial simbólico no es una mera palabrería.

Una publicación que prohíja a trovadores, poetas, diseñadores, ilustradores, artistas de la plástica, escultores, fotógrafos, realizadores visuales, dramaturgos, actores y actrices, músicos, cineastas, filósofos, críticos, políticos, empresarios, directores de toda clase de productos artísticos, para criticarlos y alabarlos, para promoverlos o situarlos en tiempo y espacio, más que nada gana un prestigio insoslayable. Esta lista no termina.

A 50 años: ¿qué premisas se mantienen, cuáles se incorporan?
Quienes generaron la revista: aquellos estudiantes o recién graduados de Arte, Letras, Periodismo, Filosofía; aquellos imberbes intelectuales; aquellos que se consideraban “hermosos, intransigentes e inmortales y pensábamos salvar al mundo”; o como diría el flaco Contreras, aquellos con su “conjunción de valores”, todavía son los mismos que hoy hacen la revista, solo que han cambiado de nombres y apariencias, pero solo en “apariencia”.

Y bueno, están por incorporarse entonces por estos tiempos tres nuevos caimaneros que “piensan salvar al mundo”…a ellos les podrás preguntar en su momento.

Hoy la sociedad no es menos convulsa que hace 50 años, pero los peligros que se ciernen sobre nuestra cultura son más sutiles en su proceder. Pero como El Caimán no ha sido nunca, ni lo será supongo, una publicación de roces tangenciales, su perfil, sus trabajos periodísticos la distinguen como un entidad que hace miradas congruentes y frontales a la realidad cultural, social, política de la Isla y su gente, su idiosincrasia, sus conflictos culturales y sociales…

Hoy la sociedad no es menos convulsa que hace 50 años, pero los peligros que se ciernen sobre nuestra cultura son más sutiles en su proceder.Para los obtusos o “mancos mentales”, como les llamaba el gallego Posada, no hay espacio en El Caimán, que no sea para criticarlos y enfrentarse a ellos con la “mandíbula polémica” presta, como diría el profesor Guillermo Rodríguez Rivera. Ellos están, o nosotros que nos seguimos pronunciando, estamos bajo la advocación de nuestros fundadores.

Hay una caricatura de Tomy que salió como portada de la edición 281, que es la que trae la secuencia de un joven levantándose el pulóver con una imagen del Che impresa…no en la tela sino en el pecho. Si tú le levantas hoy, 50 años después, el pulóver a cada uno de los caimaneros fundadores estoy seguro que encontrarás tatuado El Caimán de Posada, además de la legendaria figura del Comandante Guerrillero. Pero, si provocas un poco nada más a los que hoy realizamos la revista encuentras el saurio todavía dando coletazos en el pecho de cada uno de nosotros.

Es que El Caimán Barbudo es todavía una era y le está pariendo un corazón; fíjate que Silvio lo está diciendo desde un gerundio, y eso, no es casual.