Carta abierta a Noel Nicola

Guille Vilar
15/1/2016

Hermano Noel:

Han pasado diez años de tu partida y aún duele cuando te escucho cantar. Pero a la vez, uno no se asombra que después de tanto tiempo, todavía tus canciones tengan plena vigencia. Contigo se cumple eso de que es preferible quedarnos en la memoria antes de estar a la moda, por supuesto… bueno, a ti esas frivolidades nunca te han interesado para nada, pues en realidad lo que más te preocupa es decirnos a todo pulmón, lo que llevas por dentro, que de verdad tienes mucho. Si en los comienzos, serios críticos te alabaron como un músico de original y renovadora propuesta creativa, ya es hora de que hecho por ti deba de ser re-visitado como le corresponde a una sólida obra de autor, sedimentada por el transcurso de los años. Por mi parte Noel, aunque te prometo volver con un trabajo mucho más amplio, en esta carta intentaré aproximarme a tu faceta como compositor, porque siento no puedes quedar ajeno a lo que se hace en el universo de la canción en estos momentos. Y lo primero de lo que quiero hablar es de tu apego a la identidad de nuestro pueblo.

En canciones como “Comienzo el día”, “Para una imaginaria María del Carmen” y “Se fue a bolina” entre tantas otras, sentimos cuán pegado estás a la tierra cubana… nos lo demuestran tanto guiños y no solo por tu apropiación del habla cotidiana de nuestra gente, sino porque se percibe en esa capacidad de amarlos, sensación que no se puede explicar sino sencillamente disfrutar como coterráneos tuyos.

En canciones como “Comienzo el día”, “Para una imaginaria María del Carmen” y “Se fue a bolina” entre tantas otras, sentimos cuán pegado estás a la tierra cubana… nos lo demuestran tanto guiños y no solo por tu apropiación del habla cotidiana de nuestra gente, sino porque se percibe en esa capacidad de amarlos, sensación que no se puede explicar sino sencillamente disfrutar como coterráneos tuyos. Y ya que estamos hablando de poesía, no es noticia que en la temática del amor, eres todo un maestro, en especial cuando escucho “Es más, te perdono”. Nunca antes lo he dicho, pero te confieso sin que me quede nada por dentro, que es una canción al nivel del misterio de la mismísima “Yesterday” de Paul o hasta al de una menos popular, pero tremenda también como “You are so beautiful”, de Joe Cocker. Las tres piezas, muy bellas por cierto, aparecen concebidas en la cuerda de una genial economía de recursos expresivos para expandir en su mayor amplitud lo esencial de tan emotivo sentimiento. Pero es que si seguimos buscando entre las otras tuyas sobre el mismo tema, reclaman también nuestra atención piezas como “Ámame así como soy”; “Laura, milonga y lejanía” y “De cierto modo”, sobre esta última permíteme decir que es imposible encontrar otra igual con tanto optimismo sobre un amor que termina.

En todas ellas se reitera el dominio de un lenguaje coloquial con el que llegas a escalar cimas de gran lirismo, pero jamás ajeno al ser social llamado Noel Nicola. Y así caigo de lleno en aspectos que son definitorios en tu proyección como artista revolucionario para todos los tiempos. Y si digo por siempre es porque ser un cantor comprometido, implica una posición moral que no todo el mundo está preparado para asumir. No todo el mundo está dispuesto a cargar con un pesado bulto de angustias como el que llevas a tu espalda, angustias enormes que a menudo se han convertido en canciones atravesadas en tu garganta como es el caso de la dramática “Llueve en agosto de 1981”.

Todavía andan por ahí quienes te recuerdan como un “tipo difícil”, no solo porque no te conocen nada de nada para hablar así, sobre todo porque la honestidad de tus principios, esa auténtica verticalidad que despliegas en el texto de tus canciones, hiere a quienes creen que todos tenemos un precio en la vida.Sabrás Noel, que el mundo buitre del capitalismo, hoy está más agresivo que nunca en su “antiamor” contra el sufrido pueblo palestino o presente también en la tragedia de los inmigrantes africanos, quienes desesperados intentan llegar a Europa como refugiados de las guerras y del hambre en sus países de origen. Todavía andan por ahí quienes te recuerdan como un “tipo difícil”, no solo porque no te conocen nada de nada para hablar así, sobre todo porque la honestidad de tus principios, esa auténtica verticalidad que despliegas en el texto de tus canciones, hiere a quienes creen que todos tenemos un precio en la vida.

Estoy seguro de que en tu caso ignoran que eres de los que te pones al lado de los que luchan en “Por la vida, juntos”; porque reniegas de los que “cuelgan su cerebro” como en la pieza “Reza el cartel” o porque desnudas a los que buscan solucionar cualquier problema desde la mentira, pues si te lo piden, eso te parte el alma a la mitad en “Sobre el dato falso”.

Bueno, mi hermano, creo que juntos hemos pasado un momento muy agradable al tratar de descubrir algo más sobre tu persona y tus canciones. Solo resta despedirme con el último verso de una de las canciones tuyas que prefiero, al recordarte que en el horno tenemos un pan del tamaño de la luna llena.

Un fuerte abrazo,