Contrapunteo: Contar la historia

Yuris Nórido
1/8/2020

Es un día triste para la historiografía nacional, ha fallecido uno de nuestros más grandes historiadores, probablemente el más popular de todos, uno de los más queridos y respetados: el doctor Eusebio Leal Spengler. Hablar de las investigaciones y la socialización de la historia en Cuba implicará siempre mencionarlo, porque su labor en esos campos fue inmensa, sus aportes indiscutibles. En los dos ámbitos: en la búsqueda del conocimiento (y ahí está, por ejemplo, ese excelente volumen sobre el diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes) y también en el acto de comunicarlo. Sus conferencias, sus alocuciones, sus discursos fueron paradigmáticos. Era un extraordinario comunicador. Y entre los muchos programas que la Televisión Cubana ha dedicado a la historia, su Andar La Habana tiene un lugar de privilegio.

Foto: Internet
 

Estudiar la historia, investigarla desde una perspectiva científica, establecer vasos comunicantes… eso, por una parte. Por la otra, y en estrecha relación, las estrategias para socializar ese acervo, para hacerlo llegar a los interesados e interesar a los apáticos. Ahí está la clave de este debate.

Coincidimos con lo que planteaba esta semana en el Noticiero Cultural Yoel Cordoví, presidente del Instituto de Historia de Cuba: se ha diversificado el campo de estudio, se realizan importantes y oportunas investigaciones, hay varias instituciones consagradas a esta actividad. Y ciertamente, no faltan los espacios para la comunicación de ese conocimiento, para su promoción efectiva. El programa de estudio de la historia en todos los niveles de enseñanza es significativo: hablamos de una asignatura priorizada, que incluso integra los exámenes de ingreso a la educación superior.

En la radio, la televisión, los periódicos y revistas se publican reportajes, reseñas y entrevistas centrados en acontecimientos, procesos y figuras importantes de nuestro devenir. Hay varios programas en la parrilla dedicados a la historia, directa o indirectamente. Y el arte también ha hecho su aporte a la preservación de la memoria: películas, documentales, teleseries, puestas en escena, cuentos, novelas, ensayos, producción visual y musical que recrean nuestra historia.

Pero creemos que se puede (y que se debe) hacer mucho más. No siempre se logra trascender el lugar común, la reiteración acrítica de datos y fechas, el imperio de la retórica sobre la sustancia misma. Hay que trabajar. Los historiadores trabajan mucho, pero la responsabilidad no es solo de ellos.

En este empeño participan también maestros, promotores culturales, periodistas, artistas… este tiene que ser un empeño de toda la ciudadanía.

La historia, como decía el inolvidable Eusebio Leal, no es adorno inocuo de las naciones. Es pilar, fuente de conocimiento, garantía de continuidad.

Una versión de este comentario se transmitió en el Noticiero Cultural de la Televisión Cubana.