De Remedios, las parrandas

Mairyn Arteaga Díaz
8/1/2018

La noticia corrió como la pólvora este 2017: un lamentable accidente con fuegos artificiales durante las esperadas parrandas de Remedios, en la central provincia de Villa Clara, dejó el saldo preliminar de 22 lesionados, la mayoría con quemaduras graves; los medios de comunicación se hicieron eco y nada más que decir de los jolgorios de este año.

Los más versados en el tema se trasladarían entonces hasta 1937 cuando por un incidente similar moría Sofía Tata Loyola, la primera mártir de la festividad. Desde ese momento se prohibió tirar fuegos durante las salidas de las carrozas y justo a ocho décadas de aquella tragedia, cuando su barrio El Carmen se disponía a recordarla, ocurre otra, desde ya, grabada en la memoria remediana de diciembre.
 

San Salvador muestra su carroza, tras casi un año de trabajo intenso en espera de los festejos.
Foto: Arelys María Echevarría Rodríguez

 

Cuentan que fue en un año de mucho frío cuando nacieron por casualidad las tradicionales fiestas: corría 1820 y el fraile Francisquito tuvo la brillante idea de reunir a un grupo de muchachos de los alrededores de la parroquia, que, armados con latas y palos, recorrieron la villa en pos de despertar a los feligreses para la Misadel Gallo.

Desde ahí, lo que fuera un ingenuo incentivo a una celebración religiosa devino uno de los tres jolgorios más populares de Cuba, junto a los Carnavales de Santiago de Cuba y las Charangas de Bejucal. Y hasta hoy, Remedios no puede vivir sin sus parrandas.

Divididos fundamentalmente en dos barrios: El Carmen y San Salvador, los habitantes de la ciudad se toman muy en serio su condición de rivales por un día; relatan algunos que en una casa donde haya un matrimonio mixto, dígase un carmelita y un sansarí, hay divorcio durante la jornada, aunque a la siguiente se vuelvan a hacer las paces.

Cada elemento juega un papel fundamental en los festejos: la música, las carrozas, los trabajos de plaza, los voladores y su estrépito casi de guerra.

Habían pasado 50 años desde la primera vez, y en 1871 ya existía la melodía que hasta ahora identifica la alegría en la noche remediana, mucho antes de llegar diciembre, un repique recorre los callejones de la octava villa en franca anunciación del alboroto venidero; y en la fecha señalada un piquete interpreta las reconocidas polcas, mezcla de África y de Europa, himno que identifica a carmelitas y sansaríes.

En Remedios, dicen en la calle, se desayuna, almuerza y come parrandas, todo el almanaque a la espera de la noche buena en la villa, tierra de güijes, lloronas y leyendas de amor; y es por tanto el 24 de diciembre cuando los gallos (San Salvador) y gavilanes (El Carmen) se enfrentan con más ahínco y esa rara complicidad.

El sábado 23 de diciembre de este 2017,  Remedios bullía desde temprano en los preparativos de la fiesta, declaradas en 2013 Patrimonio Cultural de la Nación Cubana.

En el centro de la ciudad los dos trabajos de plaza a la espera de últimos detalles: el carmelita con el tema del huracán, alegoría a lo que viviera la villa en septiembre último, cuando las inclemencias de Irma la dejaron casi devastada; el sansarí propuso una noche de brujas.

Por los alrededores de las estructuras Israel González, sansarí de toda la vida, refuerza las soldaduras en la carroza que tiene como tema a la ciudad de Bagdad; en su casa, cuenta, solo su esposa Coralia Miranda es carmelita, aunque ya mi hijo y yo llevamos tantos años en esto que ella prefiere que ganemos nosotros, sonríe apurado para seguir con su labor.

Electricista parrandero por más de cuatro décadas, Jorge Enrique Rodríguez ha trabajado ininterrumpidamente para El Carmen, este año la carroza anuncia el carnaval veneciano y la estructura semeja un torrente de agua que amenaza con inundar en cualquier instante.

Mi trabajo consiste también en el diseño escenográfico y de luces —explica— desde mucho antes comenzamos a pintar las bombillas en dependencia del tema, el chino lleva mucho rojo, el ocre para Egipto y ahora abusamos del verde y el azul para dar idea del agua.

En el parque de Remedios algunos simpatizantes de los barrios discuten adelantadamente al ganador, a pesar de que por la falta de un jurado especializado al final de cada 24, ambos barrios se declaren vencedores; este año, aseguraron algunos, la parranda no tendría todo el brillo de otras, debido a las circunstancias previas, pero la tradición se mantendría como desde hace casi dos siglos.

Y es sabido, no fue una noche feliz, ¿casualidad? ¿Irresponsabilidades? Paradojas.

Ahora todo un año se extiende para preparar la fiesta de 2018 y reivindicar el sabor amargo de las vidas dañadas, un presagio halagüeño debe interponerse, por Remedios y por su pueblo que respira parrandas durante todo el almanaque.