Dilemas actuales de la sociedad y cultura cubanas

María Carla Gárciga
10/2/2016

Recibir el Premio Nacional de Investigación Cultural 2015 representa para un estudioso incansable como el Dr. Fernando Martínez Heredia, afirmar su compromiso de expresar en su actividad intelectual todo lo que le parezca útil y le sea posible, contribuir de manera pertinaz al desarrollo de los estudios culturales y sociales, a la formación de nuevos investigadores, al debate y al pensamiento creador, y al cumplimiento de los deberes sociales que les tocan a los que desempeñan oficios intelectuales.

Así lo expresó en sus palabras de agradecimiento en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICICJM), donde le fuera otorgado el reconocimiento por unanimidad del jurado, presidido por la Dra. Graziella Pogolotti e integrado por los Doctores Jesús Guanche, Araceli García Carranza, Luisa Campuzano y Rafael Acosta de Arriba.

No pocos son los méritos que atestiguan la obra de toda una vida dedicada a las ciencias sociales y la cultura. Académico titular de la Academia de Ciencias de la República de Cuba y Premio Nacional de Ciencias Sociales 2006, Martínez Heredia ha incursionado en una diversidad de temas entre los que resaltan el pensamiento político y filosófico, la economía y la sociedad cubana, los movimientos sociales y populares en América Latina, el marxismo y la obra de Ernesto Che Guevara. Una veintena de libros y cientos de artículos en revistas culturales y científicas dan fe de sus aportes investigativos.

Actualmente, múltiples proyectos colman su agenda de trabajo, entre ellos un estudio sobre la protesta, la rebeldía y la adecuación a la dominación de los grupos sociales en la historia de Cuba; un libro soñado sobre su visión de la América Latina contemporánea; tres tomos que englobarán el pensamiento de Marx, las dos formas de universalización del marxismo (socialdemócrata y bolchevique) y el marxismo en América Latina; una obra que desarrolla 13 tesis de cómo fue posible que en la sociedad cubana —articulada de manera que no hubiera una revolución— triunfara una insurrección en la década del 50 del siglo pasado; un par de volúmenes dedicados a los años 60 en Cuba de manera testimonial y analítica; además de textos relacionados con la epistemología de la ciencia social.

Historia de un Premio recobrado por la virtud
No solo el vínculo de premiado une a Fernando Martínez Heredia al galardón que reconoce la obra investigativa dedicada a los procesos culturales, pues ha sido uno de sus gestores y más fieles defensores, incluso en momentos difíciles, cuando parecía que el reconocimiento iba a desaparecer del panorama cultural cubano. De ahí que en un inicio se opusiera a ser considerado entre los candidatos, y solo lo aceptara después que lo eligieran a sus espaldas.

Sobre la gestación del lauro, nos comenta: “El Premio de Investigación Cultural por la obra de toda la vida se creó a fines del siglo pasado por el hoy Instituto Juan Marinello. Estaba encauzado a reconocer un campo de personalidades distinguidas de la intelectualidad cubana que no eran fácilmente ubicables. Por eso se premió a Cintio Vitier, Rogelio Martínez Furé, Joel James, el coreógrafo Ramiro Guerra, y así a otros. Hasta el momento se han otorgado 14 premios a algunos de los más destacados cubanos que han producido para la cultura nacional.

“El reconocimiento social a las personas que han entregado su vida a un trabajo muy meritorio ayuda mucho a la propia sociedad, le da más fuerza en sí misma, mejora su auto identificación y, al mismo tiempo, establece una emulación para los que están siendo galardonados. Me siento muy agradecido de recibir este premio, porque es un reconocimiento que, más allá de mi suficiencia, me indica la necesidad de mirarme un poco a mí mismo.

“Existe un problema, que es la división en compartimentos estancos de los conocimientos sociales. Ello es un producto europeo del siglo XIX, relacionado al auge de producción y vida del capitalismo que limitó los estudios y significó la división o partición de los campos de conocimiento. De esta manera, se reprodujo un empobrecimiento relativo en cada uno de ellos y se exigió la objetividad y no preocuparse por los valores, sino por los hechos, por la ciencia. Así se fueron constituyendo los campos especializados de conocimiento y las formas académicas, la crítica especializada”.

En este sentido —reconoce el fundador de la influyente revista Pensamiento Crítico— el Premio de Investigación Cultural rompe con dichas divisiones y engloba las ciencias sociales en su conjunto y a sus complejas y múltiples interrelaciones. La conciencia del empobrecimiento científico que implicaba la división de las áreas de conocimiento tuvo lugar hace unas décadas, cuando irrumpieron términos de mayor complejidad, como el interdisciplinario y transdisciplinario. Fernando tuvo conciencia de la importancia de estas alianzas desde un inicio, gracias al estudio de Carlos Marx, que “a pesar de verse obligado a ser un economista extraordinario y un historiador muy notable, planteaba una epistemología de la ciencia social”.

“Por eso me alegra que el premio tenga un lugar en nuestra Cuba y haya logrado sobrevivir a una idea equivocada de que había que ahorrar dinero, razón por la cual estuvo suspendido dos años. En ese entonces, le escribí al ministro de Cultura explicándole lo que significaba para nuestra patria y la cultura perder el premio. Le propuse no otorgar dinero, sino que nosotros arbitraríamos los modos de estimular espiritualmente a los premiados. Encontramos una forma muy buena, que es pedirle siempre a un artista de la plástica de calidad el montaje de un producto suyo que se regalara al premiado. Esa idea ha sido formidable, no solo por la cantidad enorme de creadores relevantes que existen en nuestro país, sino porque tienen un sentido muy fuerte de lo que significa su función social”.

Investigación, cultura y sociedad en la Cuba de hoy
Con respecto al estado actual de los estudios culturales en Cuba, Fernando asevera que hay caminos por adelantar, aunque aclara que no partimos de cero de ningún modo. Para él, en este campo sucede como en otros aspectos de la vida nacional: coinciden ausencias graves con desarrollos extraordinarios, cosas mediocres con otras muy notables. Y aunque vislumbra la posibilidad de avanzar, reconoce en esa misma urgencia un problema más grave: “Es posible que venga sobre nosotros un verdadero terremoto de cultura norteamericana. Ya con gestos amistosos y sonrisas más de 50 universidades —algunas de ellas de las más grandes, fuertes y conocidas de aquel país— han entrado en acuerdos con nosotros; se han multiplicado las giras por EE.UU. de artistas cubanos; además, se han obtenido premios por la crítica norteamericana que celebra profundamente producciones cubanas… Soy muy desconfiado; no dudo de la honestidad de las personas directamente involucradas, pero sí de lo extraordinario de que seamos exageradamente populares. Esto quiere decir que puede venir un montón de gente sonriente con mucho dinero y una cantidad inalcanzable de oportunidades, lo cual puede ser funesto para la cultura cubana. Para enfrentar esa avalancha, tienen que desarrollarse prácticamente todos los aspectos de nuestra cultura”.

Pero el riesgo que enfrenta la sociedad cubana, según expresa el destacado intelectual, no se identifica solamente con EE.UU., “porque las relaciones internacionales nunca son lo decisivo en la vida de un país”. Se trata también de una situación en la cual, ante el tipo de sociedad creada y desarrollada durante más de medio siglo, aparecen dilemas y opciones a tomar, y no se ha producido una discusión seria sobre ellos. Uno de estos elementos que se vislumbra es la presencia, cada vez más fuerte, de relaciones sociales capitalistas.

“Hace años planteaba que había una lucha cultural sorda entre el capitalismo y el socialismo en Cuba; después le quité el calificativo de sorda y dije que existía una lucha cultural abierta en el más amplio sentido, incluyendo las relaciones ideales de representaciones de un mundo simbólico. Ahora estamos en un momento crucial, aunque puede que todavía no sea el año decisivo, porque las cosas han sido paulatinas, pero no cabe duda de que si esta acumulación de valores y relaciones sociales capitalistas que existe crece, van a tratar de tener el poder político también. Eso ha sido así en la historia en todas partes.

“Por otro lado, la inmensa acumulación cultural de Cuba sigue siendo lo decisivo, y es socialista. Cuando uno dice ‘la casa es del que la vive’ o ‘me dieron lo que me toca’, van tranquilamente a que le den atención médica gratuita o a la escuela que no cuesta nada, no están discutiendo nada conceptual; están simplemente viviendo la vida que se volvió costumbre después del movimiento armado político, el consenso y acción popular y las leyes que se implantaron. Esto tiene un valor que, hasta hoy, es muchísimo más grande que el capitalismo.

“Finalmente, EE.UU. está negociando con Cuba bajo la idea de que ahora sí van a destruir la sociedad creada y reducir la soberanía del país, porque al fin se dieron cuenta de que estaban perdiendo el tiempo y que debían hacerlo de otro modo. Ellos no son muy hipócritas, lo dicen claramente, porque se creen el pueblo elegido y tienen demasiada soberbia y desprecio por el resto. Esto sí es un problema que pudiese traer una crisis y enfrentamiento, si coinciden en un momento dado la estrategia norteamericana ofensiva hacia Cuba y los intereses de una clase media que se fuera formando en nuestro país al calor de un auge de las relaciones y valores capitalistas. De lo contrario, vamos a seguir en la guerra cultural con todas las armas posibles”.