Dos músicos cubanos en la Guerra Civil Española

Leonardo Depestre Catony
14/7/2016

 

Este mes de julio se conmemoran 80 años del inicio de la Guerra Civil en España. Los días 17, 18 y 19 de aquel mes del año 1936 marcaron, a través de varios acontecimientos militares —sublevaciones contra la República—, la irrupción de la guerra en la Península. El asunto ha sido objeto de prolijos estudios con enfoques diversos, obras de teatro, novelas, biografías, cuentos, poemas, series radiales y televisivas, historietas, documentales, filmes, videos, partituras musicales, obras plásticas… Es uno de esos asuntos con tan profundas implicaciones en la memoria y en el corazón del pueblo español que no cesa de recordarse, al punto de ser considerado el gran tema de la historiografía española. Y no es para menos: fue una guerra fratricida, entre españoles, que dividió familias, fomentó odios, desangró pueblos, sembró represalias y venganzas de todo tipo.

Aun cuando no existe uniformidad de criterios en cuanto a cifras, coinciden todos en que cientos de miles de hombres, mujeres, niños, personas de todas las edades y credos, murieron no solo en combates, también en ejecuciones sumarias, desapariciones, asesinatos, torturas, represiones…

No es nuestro propósito ahondar en el tema desde el punto de vista histórico. Recordaremos solo que cientos de cubanos se incorporaron al conflicto, se distinguieron por su heroísmo y alcanzaron grados militares con las fuerzas republicanas. Otros cientos, miles de españoles expatriados después del triunfo franquista en 1939, cruzaron el mar y hallaron refugio en Cuba.

Pero lo que nos ocupa es que entre los combatientes en la Península hubo, cuando menos, dos músicos hoy día un tanto olvidados injustamente. Nos referimos a Julio Cueva y Ernesto Grenet.

Sobre Cueva poseemos mayor información, por cuanto la investigadora Dulcila Cañizares publicó en 2011 el libro Alé, alé, recule. Nostalgias por Julio Cueva, de Ediciones La Memoria. 

Cueva desarrolló una larga historia como músico (compositor y ejecutante), desde antes de incorporase a la guerra en España, y después la prosiguió en Cuba. Nació en la Villa de la Santísima Trinidad, en 1897, y estudió música pese a la precariedad económica familiar. Cuando llegó a sus manos el primer cornetín, comprendió que por ahí andaba su destino. Tocó en bandas infantiles, en orquestas, siguió superándose, se hizo trompeta solista y creó su propia orquesta típica. Además, compuso danzones, sones, guarachas, canciones, boleros, chachachás…, lo cual revela el amplio diapasón de su espectro como compositor de música popular.

A inicios de la década del 30 del pasado siglo y como integrante de la orquesta del maestro Don Aspiazu, se presentó en Estados Unidos y Europa. El comienzo de la Guerra Civil sorprendió a Cueva con su orquesta en España, y de inmediato se sumó a las huestes republicanas como combatiente de filas. Rápidamente organizó una banda de música de la que fue nombrado director. Con esta acompañó los restos de Pablo de la Torriente Brau al cementerio y ejecutó con su trompeta el toque de silencio, en diciembre de aquel mismo año de 1936. Alcanzó el grado de capitán y permaneció en España hasta la caída de la República, cuando pasó a Francia, donde se le internó en un campo de concentración. Con posterioridad continuó su vida de músico en Cuba.

En cuanto a Grenet (hermano de Eliseo y de Emilio, todos músicos), figuraba como baterista junto a Eliseo, quien tocaba el piano en la orquesta con que el maestro Julio Cueva amenizaba a los concurrentes al cabaret La Cueva (así nombrado en su honor), en el París de 1934. Al estallar la guerra, hallándose en España, se incorporó a las tropas republicanas. Ernesto Grenet es el autor de la muy conocida canción de cuna “Drume negrita”, de la cual hizo Ignacio Villa (Bola de Nieve) una creación extraordinaria.

Ernesto aparece como pianista y jefe de la sección de música de la Brigada en la que Julio Cueva era trompetista, durante la Guerra Civil Española.

Uno y otro, insuficientemente conocidos (pese a los esfuerzos de Dulcila Cañizares), merecen esta breve evocación cuando los recuerdos de la Guerra Civil Española se retoman a ocho décadas del inicio de un conflicto que preludió la Segunda Guerra Mundial.