Existencia fecunda

María Elina Miranda
27/10/2016

Cumplir 90 años siempre implica un momento propicio para recapitular la historia, honrar a los fundadores, retomar propósitos, analizar logros y desaciertos, pero, sobre todo, fijar derroteros para un futuro cercano. Más que un día preciso, este año de conmemoración se abrió en enero con la presentación de la Colección Centenarios, bajo los sellos de la Academia Cubana de la Lengua y la editorial Boloña, cuyo primer volumen está dedicado al poeta Plácido. El 23 de abril, día del idioma, se hizo pública, a los pies de la estatua de Cervantes en el parque San Juan de Dios, la declaración de los principios rectores de la corporación, tal como los entendemos sus actuales miembros; se ofreció un curso sobre las figuras fundadoras y se conmemoró la primera reunión del 2 de octubre de 1926, con una sesión plenaria de carácter público. En los próximos meses se ofrecieron paneles sobre libros y autores que en este 2016 arribaban a un número significativo de años, en cuanto a su primera edición o a su nacimiento; mientras que para cerrar el ciclo en torno al nonagésimo aniversario, en el ya cercano mes de enero del próximo año, se ofrecerá un seminario sobre diversos aspectos en torno a nuestra lengua y los instrumentos para su mejor cultivo.
Más que un día preciso, este año de conmemoración se abrió en enero con la presentación de la Colección Centenarios, bajo los sellos de la Academia Cubana de la Lengua y la editorial Boloña.

También se han publicado por estos días entrevistas, inclusive con el director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), Darío Villanueva, así como con el secretario de esta última, Francisco Javier Pérez; en tanto, otros académicos han escrito y publicado sobre los azares históricos que la institución ha tenido que sortear. Por ello me referiré a mi experiencia de esta última década, puesto que fui electa e hice mi discurso de entrada en nuestra Academia en 2007, cuando aún la presidía Lisandro Otero, quien poco después falleciera y cuyos esfuerzos para completar el número posible de académicos, tantos como letras tiene el alfabeto, y darle un nuevo impulso a las tareas propias de la institución, ya comenzaban a dar fruto.


Fotos: Academia Cubana de la Lengua

Por entonces, la Real Academia Española, de la cual todos los miembros de las academias de los distintos países de habla española somos correspondientes, publicó la nueva Gramática, que pronto fue seguida por la nueva Ortografía y, luego de un último período de intenso trabajo para la revisión y armonización, con el Diccionario de Americanismos, se editó la vigésimo tercera edición del Diccionario de la Lengua Española, DLE por sus siglas; obras todas de carácter panhispano, término que subraya el hecho de que ellas son el resultado de la labor conjunta de todas las academias que componen la ASALE. Ello propició que la corporación cubana organizara una serie de seminarios y cursos para dar a conocer a maestros, profesores y todos aquellos interesados, las propuestas en ellas contenidas, y digo propuestas, pues no se trata de prescripciones, sino de recomendaciones para un mejor uso de una lengua como la española, que aúna a tantos hablantes de distintas naciones con sus variedades correspondientes. Con estos cursos y conferencias, comenzó una línea de trabajo que se ha continuado y fortalecido a lo largo de estos años, en cuanto a profundizar la incidencia social y académica, no solo por la obra individual de los intelectuales e investigadores miembros de número, sino de la Academia Cubana como institución.
Con la celebración del bicentenario del poeta Plácido, se iniciaron ciclos de conferencias sobre escritores significativos de nuestras letras, con el afán de procurar una lectura contemporánea, explorar nuevas aristas y contribuir a una mejor comprensión de su significación y aportes.

Con la celebración del bicentenario del poeta Plácido, se iniciaron ciclos de conferencias sobre escritores significativos de nuestras letras, con el afán de procurar una lectura contemporánea, explorar nuevas aristas y contribuir a una mejor comprensión de su significación y aportes. Por ello se impuso la necesidad de contar con un sello editorial bajo el cual publicar estas conferencias, y aunque este se ha empleado también en la edición de textos anotados y comentados, presentar el primer tomo de la Colección Centenarios —junto a la certeza de su continuación con la entrega para su impresión del dedicado a José Lezama Lima y otro que aúna las conferencias pronunciadas en torno a Julián del Casal y Ramón Meza— constituyó un buen inicio para festejar los 90 años de vida académica.

Sin embargo, en igual sentido y no menos importante ha sido la renovación de la publicación del Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, que recoge usualmente los discursos con que los académicos electos hacen oficial su entrada en el predio, e igualmente aquellos de responsión a cargo de uno de sus miembros; pero también trabajos de investigación, así como las incidencias ocurridas en el año y la huella dejada por aquellos que ya no nos acompañan. Como hubo lapsos en que fue imposible la publicación del Boletín, se organizaron números especiales hasta normalizar su carácter anual. Para mantener una información actualizada y un contacto más estrecho, se preparó el programa radial Al habla con la Academia, que se transmite todos los lunes por Habana Radio, y se dispuso de una página web, aunque siempre es posible hacer todo tipo de consulta a través del correo digital. Por otra parte, para estimular el buen uso de nuestra lengua, se estableció el Premio ACuL, que se otorga anualmente a libros editados en los dos años anteriores.
No menos importante ha sido la renovación de la publicación del Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, que recoge usualmente los discursos con que los académicos electos hacen oficial su entrada en el predio.

Toda esta labor se ha facilitado no solo por contar con un nuevo local, a partir de 2010, en el edificio de Santo Domingo, sede también del Colegio Mayor de San Gerónimo, sino por el apoyo que, en todo sentido, hemos recibido de la Oficina del Historiador, presidida por nuestro académico de número Eusebio Leal.

En cuanto a los proyectos de investigación, a los ya mencionados que se realizan dentro del marco de la ASALE, se han incorporado en los últimos años la preparación para iniciar la vigésimo cuarta edición del DLE, la redacción de un glosario de términos gramaticales, así como un proyecto de diccionario panhispano de fraseologismos. A ello se han agregado los propios de nuestra Academia: una gramática para uso de profesores y estudiantes universitarios, así como un diccionario destinado, fundamentalmente, a la enseñanza primaria. La primera ya ha sido entregada a la editorial, mientras que el segundo está en su etapa de revisión final. También ha sido un proyecto importante el rescate de la historia de la Academia y de otros aspectos relevantes para la cultura cubana.

En los últimos años nos hemos interesado muy especialmente en los problemas de la enseñanza de la lengua y la literatura, de manera que nuestra colaboración con las instituciones correspondientes ha sido cada vez más efectiva. Asimismo, no es posible deslindar todo aquello que cada uno de nuestros académicos ha realizado en su propio ámbito y que redunda en el logro de los objetivos académicos. Baste recordar, a manera de ejemplo, que muchos son directores de revistas especializadas, escritores y críticos de renombre, acreedores de importantes premios, profesores e investigadores de reconocidos méritos.


 

Quizá sea una vieja opinión —pero que a ratos reaparece— la de considerar a la Academia como una reunión de viejos conservadores de esquemas autoritarios, alejados de la vida actual y cotidiana. Mas creo que el escueto resumen de nuestras principales líneas de trabajo en los últimos años, bajo la dirección de juntas presididas por Roberto Fernández Retamar y Nancy Morejón, supone un desmentido efectivo a tales ideas: si la Academia Cubana de la Lengua puede celebrar su nonagésimo aniversario de existencia, es porque en cada momento ha sabido responder a los requerimientos que este le deparaba. Mas tampoco la conmemoración de tan larga trayectoria es ocasión de complacencia, sino, como mencioné en un inicio, un nuevo punto de partida.