In albis

Maikel José Rodríguez Calviño
24/3/2020

“Nardo no quiero ser, ni alfil, tampoco el alba;
solo el tiempo, el terrible, el justo, el implacable,
perpetua cumbre, halcón, turbia y rota pirámide,
arlequín a trasluz, féretro, insignia blanca.”
Pedro Evelio Linares
 

Un escenario, completamente vacío, completamente blanco. Los cenitales agrisan lo justo para recrear la sensación de profundidad, el trampantojo. Vemos las lunetas, de espaldas o de frente, la breve escalera de acceso, el imperfecto tabloncillo, las puertas liliputienses que conducen a la oculta maquinaria del artificio, las pulcras bambalinas, los rincones carentes de vida. Carentes, en apariencia, pues allí palpita la existencia contenida, aun anónima, expectante: el gemido que nos hará girar la cabeza, las frases que nos removerán en el asiento, el grito que reptará por las paredes.

Una serie bastó para configurar la muestra. Las fotografías sorprenden por su sencillez rotunda, pasmosa, enceguecedora. Todo se circunscribe al Espacio, en sus tres dimensiones. Y a la cuarta: el Tiempo. Tiempo no transcurrido aún, Tiempo encapsulado en una secuencia numérica: 00:00:00, título de la exposición personal que por estos días acoge la Fototeca de Cuba. Su protagonista, Linet Sánchez, es una de las jóvenes fotógrafas más peculiares de cuantas contamos hoy en nuestro país.

Las fotografías sorprenden por su sencillez rotunda, pasmosa, enceguecedora. Fotos: Cortesía de la artista
 

¿Estamos ante una alegoría de la Eternidad? No: la Eternidad es un no-tiempo compuesto por todos los tiempos condensados y superpuestos, anulándose entre sí. Es, en realidad, el arquetipo de lo temporal, según nos aclara un pasaje de las Enéadas.[1] Y la posibilidad de fracturar las fronteras del arquetipo (de que los minutos corran) está implícita en el título de la muestra. Luego, las piezas tampoco nos remiten al Tiempo que fluye. Recordemos la cifra cronométrica: no ha transcurrido el primer segundo. No se ha respirado aún, no se ha dicho una sola palabra. Así, las imágenes se debaten entre la inamovilidad de la Eternidad, en su mortífera quietud, y el dinamismo de lo temporal desatado; se centran en ese instante imperceptible, reposan sobre esa delicada membrana que divide dos opuestos complementarios, idea explorada en otros temas abordados por la serie y en la museografía de la exposición, como veremos más adelante.

Todo se circunscribe al Espacio, en sus tres dimensiones. Y a la cuarta: el Tiempo.
 

Linet Sánchez construye maquetas y luego las fotografía. Con extremo cuidado, simula un espacio que después reproduce nuevamente mediante la instantánea. Hay, en su trabajo, un constante juego de ilusiones, de sorprendentes artificios. Para constatarlo, basta remitirse a las series escultóricas, realizadas entre 2012 y la actualidad. La manipulación de lo arquitectónico es, también, la esencia de 00:00:00. No obstante, si anteriormente la creadora nos había conducido por corredores profusamente iluminados, baños impolutos, amplios salones propensos a la danza, baños cuidadosamente desinfectados, luminosos desvanes, galpones futuristas y habitaciones fabricadas con rejas donde algo está a punto de revelarse o acaba de hacerlo y ya ha desaparecido rápidamente, ahora nos lleva a un teatro: espacio ideado para simular, para (re)interpretar la existencia. Para asumir posturas y poses que reflejan lo que somos, lo que hemos sido, lo que habremos de ser.

Las dos obras de mayor formato han sido dispuestas una frente a la otra, Muestran, indistintamente, el tabloncillo desde el lunetario y desde el fondo del escenario. Así, quedan enfrentadas, las dos caras de la moneda, dos puntos de vista, dos realidades que se definen mutuamente. ¿Veremos, acaso, la representación de la vida en su anverso y reverso? ¿Los espectadores actuarán para los actores? ¿Los actores contemplarán a los espectadores, se emocionarán, sufrirán, reirán con ellos, a partir de ellos?

El resto de las instantáneas nos muestra nuestra aproximación al tabloncillo; nos acompaña en el ascenso a la blancura y al vacío; nos convierte, al mismo tiempo, en espectadores y en actores que contemplarán/interpretarán la existencia. Nos provoca, nos impulsa, nos reta; nos convida a emitir el primer gemido, la primera frase. El círculo de luz cenital marca el punto cero, la zona de manifestación, la línea de arrancada.

Linet Sánchez construye maquetas y luego las fotografía.
 

Con gran parte de la obra de Linet Sánchez, y con esta propuesta en particular, me sucede algo peculiar: ambas me transmiten tanto que no sé cómo expresarlo con palabras. Según mi criterio, en ello radica la principal virtud de su obra. Sus imágenes, a fuerza de mostrarnos lugares en apariencia vacíos, contienen demasiado. Lo contienen todo o, al menos, la posibilidad de mucho. ¿Y no es la posibilidad de algo, ese algo en sí, en estado primigenio, latente, seminal?

Muchas preguntas deja en mí la obra de esta joven fotógrafa. Interrogantes que, a la postre, no puedo responder. Quizás, después de todo, no puedan ser contestadas. O no se deba, por temor a la verdad que podamos encontrar detrás de ellas. Eso sí: en su teatro in albis, en este escalofriante trampantojo vislumbro, con total claridad, la tumefacción de la muerte, la negrura de los celos, la furiosa rojez de la sangre, el cerúleo tinte del horror; escucho el eco de pisadas furtivas, el roce de manos sobre la empuñadura, el sordo canto del golpe, el alarido final. Y, fascinado por la inmanencia del miedo y la inminencia de lo terrible, acepto que todo quede apresado en las pálidas manos del Tiempo: esa fina urdimbre (¡ah, Borges!) de lo sucedido, de lo que acontecerá, de lo que ocurre ahora, en el siempre y en el nunca.

 

Nota:
 
[1] Enéadas: conjunto de textos redactados por el neoplátonico griego Plotino, y compilados por su discípulo Porfirio. Se le considera uno de los tratados filosóficos más significativos de la Antigüedad, junto a los de Platón y Aristóteles.