La tángana es de los revolucionarios

Yusuam Palacios Ortega
30/11/2020

Nuevamente la Patria nos convida a salir al camino con la adarga revolucionaria al brazo, con la fuerza de la verdad y las ideas, con la moral como chaleco y los principios como sostén ideológico. Una vez más se nos llena el pecho de indignación ante denigrantes sucesos que solo pretenden destruir la Revolución, como es el show mediático protagonizado por un puñado de contrarrevolucionarios que se hacen llamar Movimiento San Isidro. Cuánta falacia encierra el proceder de estos seres de alma baja, los que no pueden llamarse cubanos, porque quienes ultrajan los símbolos patrios y mancillan la imagen de los héroes, quienes se venden por unas monedas y asumen un comportamiento mercenario; esos ya perdieron su condición de cubanos; se castraron ellos mismos su cubanidad.

Es inaceptable que unos detractores de la Revolución pretendan generar el caos y la confusión, que mientan despiadadamente y promuevan falsas huelgas de hambre. Es inaceptable que esos profanadores de lo más sagrado de la Patria exijan libertad para un delincuente que ha de cumplir su condena por el delito cometido, que busquen con amenazas y manipulaciones legitimarse ante la opinión pública. Es inaceptable caer en el juego humillante de estos títeres del imperio yanqui. No hay movimiento alguno en San Isidro, son una farsa escondida tras el dinero trumpista, son unos resentidos desmoralizados, unos autoexcluidos.

“El Apóstol es un símbolo y no sirve a cualquiera. Hay un principio que define su pensamiento: Con todos y para el bien de todos; y la contrarrevolución ha querido escudarse en él buscando legitimación”.
Foto: Tomada del Portal José Martí

 

Con los mercenarios no hay diálogo posible. Como expresó nuestro Héroe Nacional José Martí: “La Patria necesita sacrificios, es ara y no pedestal, se le sirve pero no se le toma para servirse de ella”. Jamás comulgaremos con la mentira, la desfachatez política y la ignominiosa actitud de insensibles. Somos hijos de esta tierra heroica y herederos de una tradición de lucha revolucionaria; y defenderemos al precio que sea necesario la gloria vivida.

Los mercenarios de San Isidro, movidos por resortes de tan baja catadura moral, han utilizado a Martí. Eso es más indignante porque el Apóstol es un símbolo y no sirve a cualquiera. Hay un principio que define su pensamiento: "Con todos y para el bien de todos"; y la contrarrevolución ha querido escudarse en él buscando legitimación. Quien no sea digno, quien se levante por encima de la Patria, quien ponga en peligro su integridad, no comulga con este principio martiano y, lógicamente, para esa persona la Patria no es agonía y deber; y la ofende, la vulnera; y, en el peor de los casos, pretende que se le reconozca y legitime su participación con actos contrarrevolucionarios.

Por Cuba debemos trabajar, y para Cuba nuestros mejores sentimientos. Es decir, con la Revolución que desterró el oprobio, que dio vida al pueblo, que dignificó a cada cubano, hasta la muerte por principio. Contra ella ¡nada!; es como matar a la madre que en parto heroico nos trajo al mundo. José Martí y Fidel Castro no sirven a cualquier ideología, nada tienen que ver con las insostenibles garras del imperialismo, con las barbaries fascistas, con elementos desconocedores del humanismo, la vocación de justicia, la eticidad.

El "Con todos…" de Martí no es un saco en el que cabe cualquier cosa, mucho menos el neofascista, el neoanexionista, el buscador de protagonismo mediático —desde la práctica del mercenarismo del siglo XXI— y empleado del imperialismo, quien le teme al pueblo de verdad y por tanto, se autoexcluye. Los de esa calaña son incapaces de hacer por la Patria, porque lo primero que albergan es el egoísmo, el individualismo, la mentira, lo denigrante de la condición humana.

Las calles cubanas, las universidades, las fábricas, cada rinconcito de la Patria, cada porción de humanidad en que nos tocó nacer y vemos más de cerca, tiene que ser para los revolucionarios, los que cumplan con la Constitución y su ley primera, los que mantienen incólume su dignidad. Todos tenemos derecho, pero hay un deber elemental de respetar lo que ha perdurado y perdurará siempre, lo que el pueblo cubano ha querido, y no lo que algún grupo endeble ambicione, que ello siempre caerá.

No traicionaremos la Patria, seguiremos defendiendo esta Revolución y construyendo el Socialismo. Que se abran las puertas, que la tángana es de los revolucionarios. Hasta la victoria siempre.