Misión Verdad, una pelea contra la normalización de la mentira

Rosa Miriam Elizalde
4/1/2018

Durante la guarimba de abril a julio de 2017 en Venezuela, los centros de poder mediático ayudaron a dibujar un clima de asfixia social que se basó en el ocultamiento de la información, el relato construido sin sustento real y jamás desmentido junto a la estimulación de sentimientos de odio y desprecio por el venezolano chavista y pobre.  Fue ejemplar la cobertura que hizo durante esos días Misión Verdad. El diario digital venezolano no solo batalló –y batalla- con datos inobjetables contra la guerra no convencional que vive el país, sino que ha desmontado casi en tiempo real las mentiras puestas a circular en los medios de todo el mundo.

Desde su fundación en el 2013 Misión Verdad ha sido una fascinante experiencia de contrainformación, de producción colaborativa, de articulación con las bases del chavismo y de conexiones sociales en Venezuela.  Gustavo Borges Revilla, director de Misión Verdad, y William Serafino, jefe de redacción, visitaron La Habana a fines de noviembre y se reunieron con periodistas y directivos de los medios cubanos, para hablar de una Venezuela bajo cerco mediático que, sin embargo, pelea porque la verdad no sea sacrificada para justificar crímenes horrendos y cercos económicos, políticos y diplomáticos. 

En diálogo sostenido en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba, más que el qué de la realidad venezolana que está descrita en las páginas de Misión Verdad, nos ha interesado el cómo, la manera en que este joven y brillante equipo de redactores arma cotidianamente un proyecto contrainsurgente de información, sin caer en la trampa del lugar común, el desprecio por las estéticas y la subestimación de los canales digitales que suelen acompañar las prácticas comunicativas de la izquierda.
 

Gustavo Borges Revilla, director de Misión Verdad. Foto: Cortesía del entrevistado
 

Desenmarañar el contexto

Rosa Miriam Elizalde: ¿Quiénes integran Misión Verdad?

Gustavo Borges Revilla: Está compuesto por gente de diversas áreas que se fueron encontrando poco a poco. Yo trabajaba en un centro de estudios políticos que le prestaba asesoría al presidente Chávez. Manejábamos muchísima información, sobre todo estadística que se quedaba en manos de un público muy especializado. Me parecía que aquello podría tener otras salidas y se me ocurrió hacer un blog, en el que, a partir del dato, se explicaran asuntos trascendentales del conflicto venezolano. La idea de este proyecto coincide con los últimos meses de la enfermedad el Comandante Chávez, donde la crisis de la comunicación se hizo manifiesta. A fines del 2012 y hasta marzo de 2013 se produjo un terremoto político y existencial evidente con el vertiginoso deterioro de la enfermedad del Comandante Chávez. En ese momento la información era un caos, había mucha confusión y se resintió la credibilidad de los medios estatales. Ahí surge la idea del proyecto, cuyo objetivo era tratar de desenmarañar lo que estaba sucediendo y explicarlo políticamente.

Venezuela es un país con altos niveles de politización, con muchísima participación política en todos los sectores de la sociedad, tanto opositores como chavistas, y eso ofrece mucho margen para la información política. Empecé a trabajar con un amigo escritor e investigador, e hicimos los primeros experimentos de notas e investigación. Hoy tenemos núcleos especializados en varios temas de la comunicación política y estratégica.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Había o hay una “misión” (programa social desarrollado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro) detrás de ustedes?

Gustavo Borges Revilla: No. El nombre tiene más que ver con la idea de Chávez de fundar proyectos paralelos a los tradicionales. ¿Cómo nacen las Misiones? Por la imposibilidad de reformar los aparatos burocráticos del Estado. Forma parte de la impresionante audacia política del Comandante. Decide no destruir ministerios como el de Educación o Salud, sino fundar proyectos paralelos sin la contaminación heredada y que den respuesta a las necesidades más urgentes y pragmáticas de la población: atender a gente que está enferma en los barrios, alfabetizar.  No hubo un plan detrás del nombre de Misión Verdad, sino la decisión de acompañar al Comandante en las Misiones como elemento fundacional de una nueva idea política.

El arte de comunicar

Rosa Miriam Elizalde: El nombre es un gran acierto y tu propia argumentación nos dice hacia dónde apunta el proyecto, que es ofrecer el dato objetivo y los contextos en un mundo donde la información es, ante todo, entretenimiento. Eso que llaman posverdad no es más que el mundo de las apariencias, que han terminado siendo más importantes que los hechos en sí. Pero la izquierda suele desdeñar completamente las apariencias, con lo cual desprecian el arte de comunicar. Ustedes son un rara avis donde los hechos importan casi tanto como la forma en que se expresan. Hacen un gran esfuerzo para comunicar asuntos muy complejos en claves contemporáneas. ¿Cómo lo logran?

Gustavo Borges Revilla: Soy diseñador gráfico y trabajo la publicidad.  Antes de fundar Misión Verdad trabajé dirigiendo campañas políticas, culturales, fundando movimientos culturales y guerrilla comunicacionales. Estas técnicas se fueron aplicando en Misión Verdad. El tema de lo estético lo ubicamos desde el principio en un primer plano, porque evidentemente necesitamos lectoría fresca. Y a partir de ahí se fueron incorporando compañeros con cultura política y habilidad para comunicar, entre ellos “lingotes de oro” como William.
 

William Serafino, Jefe de Redacción de Misión Verdad. Foto: Cubadebate
 

William Serafino: Me gradué de politólogo en la Universidad Central de Venezuela en el 2014, pero en el área de comunicación todo lo que he aprendido ha sido con el equipo. Preguntas cómo se logra comunicar. Hay que pelearse con la normalización de las cosas, que es lo que conduce al panfleto y al discurso que no atrae a nadie. Lo que hemos hecho en Misión Verdad tiene mucho la impronta de la formación de Gustavo, con su enfoque gráfico de cómo utilizar códigos de color, cómo utilizar códigos estéticos para transformar datos a veces muy pesados pero ineludibles — porque son a veces claves muy profundas del proceso —. Pensamos siempre en términos de ideas que tienen que llegar a cualquier persona, desde el muy enterado en política hasta el que está poco enterado; que tienen que captar la atención de aquel que vivió su juventud en los años 60 o el chavo que tiene dieciocho, formado con códigos culturales que vienen de la propaganda hegemónica del sistema cultural estadounidense. Aprendemos a jugar con el campo de batalla que nos impusieron, que no decidimos nosotros, sin sacrificar la ética, sin sacrificar la política, sin sacrificar la identidad chavista que no ocultamos. Utilizamos todos los elementos que son rentables en términos de comunicación, sin tener miedo a utilizarlos.

Pescadores de datos

Rosa Miriam Elizalde: En la era de las redes sociales los medios ya no compiten con otros medios, sino con videos de gatos, selfies, publicidad y cualquier cantidad de cosas superfluas o no, que rompen las barreras de las viejas organizaciones informativas.

William Serafino: Por supuesto, encuentras todo el tiempo personas menos enteradas y para quienes lo político no es el centro de sus vidas. La izquierda tiene que superar la tara de renunciar a determinadas audiencias y perderle el miedo a aplicar incluso algunas técnicas que no fueron inventadas por nosotros.

Rosa Miriam Elizalde: Uno de los elementos más fascinantes de Misión Verdad es la maestría que ustedes han desarrollado en el uso de los tweets como fuente de información política, con los que desarman permanentemente a la oposición venezolana que suele tener una memoria muy corta y dice y se desdice en las redes sociales.

William Serafino: Hemos ido creando un banco de datos de la información que circula en Twitter.

Gustavo Borges Revilla: Para nosotros ha sido fundamental que dos personas de nuestro equipo se encarguen las veinticuatro horas de monitorear Twitter y otras redes sociales. En Venezuela te pueden organizar una protesta violenta de la oposición en dos horas desde Twitter. Entendiendo esa realidad, nosotros adaptamos el trabajo de investigación a la realidad de las redes sociales y también participamos activamente en ellas.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Utilizan alguna herramienta específica para filtrar y procesar la información en las redes sociales?

Gustavo Borges Revilla: No, ninguna. Se programan a veces temas en Twitter, pero los editores, casi siempre, trabajan en tiempo real. Esa es una de las claves también que explican la agilidad de nuestras investigaciones.

En cursos de estrategia de marketing de redes sociales te enseñan a programar tal tuit tantas veces al día. La estrategia nuestra es contraria a eso. No, los tuits los construyen personas, gente que piensa, no una persona que necesite que le digan qué hacer. Debe estar enterado de la política, vivir el asunto político, explicarlo y escribir. Nuestra jefa de redes sociales es investigadora de nuestra página y no escribe con tanta regularidad como William, como Bruno (Sgarzini), como Diego (Sequera), pero lo hace.

William Serafino: Para alimentar el banco de datos hemos creado un sistema de guardias. El “pescador de datos” se dedica a eso tres o cuatro horas al día.

Gustavo Borges Revilla: Recopilamos datos de la coyuntura o de un tema que nos interese posicionar. Cada día, esa lista de datos se va compartiendo en la red en dependencia de las horas donde hay más tráfico e interacción.

Rosa Miriam Elizalde: Es evidente que en Venezuela hay una altísima presencia de la población en la red y una actuación militante de la ciudadanía que enfrenta a la oposición. El chavismo conoce y se apropia del discurso del liderazgo, acompaña sus propuestas y etiquetas, y desagrega los conceptos para generar contenido propio de forma muy activa. En los Trending Topic (temas más populares del momento) de Twitter jamás se posiciona una etiqueta opositora sin que esté acompañada de otra del chavismo.

Gustavo Borges Revilla: Este es un asunto estratégico. Esta línea de trabajo de Misión Verdad no es improvisada, pero la manera en que se ejecuta es autónoma. El 99,9 por ciento de lo que publicamos es decisión de una reunión editorial que hacemos los mismos que escriben, los mismos que diseñamos, los mismos que tuiteamos. En nuestro proyecto participa tanto el motorizado que nos lleva a comprar el almuerzo, como el de las redes sociales; tanto el editor audiovisual y el investigador, como William, que es el jefe de redacción.

Lo primero, el compromiso

Rosa M. Elizalde: Hemos hablado de la metodología para el uso de las redes, pero hay algo más importante que es lo que permite “pescar” el dato correcto, la cultura política.

Gustavo Borges Revilla: Por supuesto. Esa cultura política chavista tiene que ver, sin dudas, con que ninguno de nosotros venimos de una posición acomodada. Partimos de los barrios; yo empecé a militar en movimientos de barrio, en el Oeste de Caracas. Nos criamos en el momento de efervescencia de la lucha del comandante Chávez: vivimos el Balcón del Pueblo, las batallas electorales, el paro petrolero… Y somos todos amigos también y compartimos principios de trabajo.  Desde los inicios del proyecto, tuvimos la idea de crear contenidos para formadores de opinión, no podíamos hacer un medio masivo. ¿Qué formadores de opinión? Periodistas con mucha audiencia, políticos con mucha capacidad discursiva, diplomáticos que tienen misiones en el exterior, y dio resultado. Mario Silva, uno de los referentes comunicacionales de Venezuela, usa muchísimo estas investigaciones y nos invita a su programa también.

Rosa M. Elizalde: ¿Cómo se insertan en las redes sociales?

Gustavo Borges Revilla: Estamos muy atentos a los comentarios en las redes. Respondemos mucho en Twitter, por privado, y por Facebook. Utilizamos nuestras cuentas personales también. Quien escribe una nota, independientemente de si sale firmada o no, debe estar pendiente de responder lo que dicen los lectores. Nos lee mucho opositor.

William Serafino: Claro. Es la prueba de que Misión Verdad no promueve una complaciente, sino analítica y política, pero también nos caen a insultos. Nuestra política frente a las agresiones verbales es no convertir la página en una pelea palurda –como decimos en Venezuela-, sin sentido. La interacción mayoritariamente está en Twitter, donde Misión Verdad tiene cuarenta y seis mil seguidores orgánicos, sin robots, con una enorme viralización, y tanto o más interacción que medios muy respetados en la web venezolana.

Rosa M. Elizalde: El amarillismo, la sobresaturación de la misma información, la dificultad para verificar y contrastar, el ruido informativo y la información falsa son problemas que están a la orden del día en Twitter. Desgraciadamente estos abusos no son exclusivos de la derecha.

Gustavo Borges Revilla: Nosotros no comulgamos con esas prácticas. Nos interesa la interacción y la impresión; o sea, nos interesa un lector de calidad, no un lector basura. Generalmente la comunicación está girando y está evolucionando hacia la desinformación. Cada vez hay más medios, cada vez hay más datos, cada vez hay más información, y sin embargo, cada vez hay más gente desinformada. Es impresionante.

Boom de medios alternativos en Venezuela

Rosa M. Elizalde: Quizás por la lucha política e ideológica tan intensa en Venezuela, han aparecido numerosas publicaciones de la izquierda muy interesantes como La Tabla, Supuesto Negado, Quince y Último, Con el Mazo Dando y otros muchos. ¿Cuál es el valor agregado, lo que distingue a Misión Verdad, en este universo?

Gustavo Borges Revilla: En Venezuela ha habido un boom de medios independientes en la red. Cada uno tiene círculo de audiencia bastante específico que a nuestro entender suma al debate. En ocasiones republicamos análisis que se ajustan a nuestra línea editorial. Nos interesa analizar y encarar ciertos bloques temáticos y nos concentramos en ello. No existe algo parecido del lado opositor, porque ellos se concentran mucho en el discurso antichavista radical, furioso, o por el otro lado, el análisis engominado, encorbatado y tal, hemos polemizado con algunos de estos medios, pero casualmente en el año 2017 han ido cayendo en picada, han perdido credibilidad.

Una metodología

Rosa M. Elizalde: ¿Trabajan con algún centro de investigación en Venezuela?

William Serafino: Tenemos un buen mecanismo para filtrar lo que queremos investigar, pero en Venezuela no hay muchos centros de investigación. Se está comenzando a fundar algunos; existen algunos centros de la Universidad Central que estudian temas de economía internacional, pero realmente el nivel de los centros de estudio en Venezuela de este lado de la acera es bastante pobre; el seguimiento estadístico de cuestiones básicas está bastante deteriorado. Nosotros filtramos lo que nos interesa, verificamos qué es lo que tenemos a la mano, y mezclamos. Lleva un gran esfuerzo de trabajo, porque hay que hacerlo rápido para dar una proyección o para poder sustentar una tesis en medio de la coyuntura.

Gustavo Borges Revilla: Trabajamos con fuentes abiertas. No tenemos información confidencial o privada.

William Serafino: Exacto, no es que nos llegue una carpeta con lo que vamos a escribir, tenemos que buscarlo todo en internet y trabajar con lo que hay.

Gustavo Borges Revilla: Hemos creado un sistema de construcción de la nota, ¿podías hablarle de eso?

William Serafino: Tenemos un estilo para titular y para estructurar las notas. Es un estilo muy sobrio que invita a la lectura, pero no es un título informativo que te lo dice todo, sino una especie de horma, de apertura. Luego, la estructura de la nota sigue una metodología.

Gustavo Borges Revilla: Una entrada explicativa y luego se argumentan puntos específicos. Es decir, hay un punto de salida, un punto de desarrollo y un cierre. Peleamos mucho internamente para construir eso. Con el tema del “riesgo país”, por ejemplo, podemos elaborar un título que te diga directamente que hay una manipulación en torno a este tema. El título podría ser “Propaganda y guerra financiera contra Venezuela, fondos buitres y la intervención extranjera”. Jugamos con distintas claves para demostrar que en torno al asunto hay falsos relatos y cuáles son los elementos que sostienen una propaganda de guerra muy bien diseñada y planificada para causar un gran daño en la población.

William Serafino: Hacemos regularmente una breve introducción editorializando un poco el tema, una apertura que generalmente empieza como de cero, porque partimos del hecho de que la gente que nos va a consultar tiene que ver toda la trayectoria o contexto de ese fenómeno. Luego, viene el desarrollo con puntualizaciones en las que se coloca el dato antes que la opinión y el análisis. Al final, llegamos a una conclusión política que es una propuesta a partir de las piezas que el lector ya tiene en la mano. Damos un punto de vista, no atacamos. Evadimos los clichés del tipo “imperio asesino y genocida”, que no convocan a la lectura y no promueven el pensamiento. Queremos que la gente se informe y piense y que no repita consignas.

Rosa M. Elizalde: ¿Cuáles son los límites? ¿Hay controles externos que impidan abordar algún tema?

Gustavo Borges Revilla: La línea editorial la decidimos nosotros en las reuniones del colectivo. Lo decidimos juntos, organizamos cómo lo vamos a abordar, lo analizamos a fondo. No tenemos coordinación con la política comunicacional del Estado, aunque nos gustaría tener información previa sobre decisiones gubernamentales. Como no tenemos esa información, cuando Maduro anuncia alguna medida, nos ponemos en guardia todo el mundo. A veces, en plena madrugada, analizamos y construimos nuestra ruta para la argumentación.

Todos hemos pasado por una misma escuela política formativa, El Cayapo, un colectivo filosófico, popular, chavista, donde debatimos horas y horas, y hemos participado en la edición de libros, en discusiones y eso nos ha proporcionado una visión de la realidad política venezolana muy comprometida con la línea de Chávez y muy sólida. Es un colectivo incipiente, pero con una disposición al estudio sistemático y en profundidad del asunto político-estratégico venezolano, y que sostiene que los pobres estamos obligados a ir a la batalla del pensamiento, y tenemos la capacidad y la posibilidad de hacerlo.

Rosa M. Elizalde: Las cámaras de eco de los medios transnacionales han reforzado la visión de una Venezuela en caos, ingobernable, y han convertido esa percepción en predominante, al punto de que penetra entornos de la izquierda donde ha existido tradicional simpatía por la Revolución bolivariana.  ¿Cómo lidiar con eso?

Gustavo Borges Revilla: Hemos vivido esa experiencia y la hemos confrontado con fuerza. El año pasado estuve haciendo una gira en Europa. En dieciocho días impartimos setenta conferencias. En Bilbao nos reunimos con grupos de solidaridad y en medio del debate, una persona dijo: “Es que ustedes no han tomado los medios de producción y permiten el caos en las calles”. Le hice una pregunta: “Usted, que sabe tanto de Venezuela, ¿dónde se informa de la realidad venezolana; qué fuente usa?” “Lo leí en El País”. “Evidentemente usted está alienado de la realidad venezolana”, le respondí. Hay quien dice: “Maduro ha dilapidado el legado del Comandante Chávez.” Y cuando le preguntas: “¿Y usted donde se informa al respecto?”, te contesta: “En CNN”. “Entonces usted está alienado. Su cerebro ha sido ocupado por el enemigo”, respondo.  De esto trata Misión Verdad. Creemos en otra manera de contar nuestra realidad que empieza por romper con el chantaje tradicional de lo que dicen esos medios qué es la comunicación, qué es el periodismo y qué es la noticia.

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