Monsieur Chocolat, el payaso negro cubano que triunfó en París

Leonardo Depestre Catony
22/11/2017

En una tarde dominical de enero de este año 2017 se exhibió en las pantallas de la televisión cubana la película francesa Monsieur Chocolat. Marta Araújo, quien la presentó a los espectadores como una biografía fílmica, habló de las particularidades de su realización, de las excelentes actuaciones y de una circunstancia que seguramente era del todo desconocida para la inmensa mayoría de quienes estábamos frente al televisor: el personaje protagónico, el payaso Chocolat que divirtió a los parisienses algo más de un siglo atrás, había nacido en Cuba.
 

 

El film, de 2016, dirigido por Roschdy Zem y con soberbia actuación de Omar Sy, nos desvelaba así la existencia de un compatriota acerca del cual en su tierra natal poco (tal vez nada, no podemos asegurarlo) se ha escrito, aunque existe al menos una biografía, la de Gérard Noiriel, escrita en 2012, que sirvió de apoyatura informativa para la realización de la película.

Es frecuente que la vida de quienes trabajan para hacer reír, sea dramática, hasta trágica. Tal fue el caso de Chocolat, cuyo nombre fue Rafael Padilla y de quien no se puede afirmar con certeza su año de nacimiento, que debió ocurrir entre 1865 y 1868, en Cuba, donde para entonces no se había abolido la esclavitud y mucho menos alcanzado la independencia de España. Nació sin un apellido —el de Padilla lo adoptaría después— y por supuesto que para Rafael fueron aquellos años muy duros, tristes, de acoso y maltrato. Sus recuerdos de la isla donde nació no le serían gratos, aunque seguramente le fueron útiles para desarrollar habilidades físicas y paciencia, mucha paciencia para resistir las cargas de la humillación.

Vendido a un empresario español, este lo llevó a España, donde técnicamente dejó de ser esclavo para convertirse en un hombre libre con la condición de “criado”, que le permitía al antiguo amo seguir maltratándolo a su antojo. Pero el chico, un adolescente, se cansó, huyó y fue a dar a Bilbao, una ciudad que en algunos textos aparece erróneamente como su ciudad natal, y donde ciertamente dio sus primeros pasos como auxiliar y criado de un payaso. Rafael, al menos, tenía ya en quien fijar sus ojos y hacer sus pininos. Fue este payaso inglés, llamado Tony Grice, quien le confirió su nombre artístico: Monsieur Chocolat.

Decisiva fue la presencia de ambos en el Circo Nuevo, en París, en 1886, donde comenzaron a hacerse notorias sus actuaciones. Monsieur Chocolat desarrolló sus habilidades artísticas de bailarín y mimo, hasta convertirse en la estrella del espectáculo, denominado “La boda de Chocolat”. En adelante, su éxito fue indetenible y creciente. En 1895 formó un nuevo dúo con el payaso George Footit (algo que en el filme se refleja muy acertadamente). Juntos alcanzan los mejores momentos, se les conoce en todo París y Chocolat vive los gratos momentos de la popularidad, siempre pendiendo sobre él, como espada de Damocles, su condición de negro que lo convierte en el que recibe las bofetadas “artísticas”, las humillaciones y hace el astracán dentro de las evoluciones del dúo, pleno de gags de dudoso gusto, pero en total correspondencia con la época y la idiosincrasia de los espectadores. Chocolat llegó a figurar en las primeras películas filmadas por los hermanos Lumière.
 

foto del payaso cubano Monsieur Chocolat
Monsieur Chocolat
 

No juzguemos con lentes del siglo XXI lo que sucedía en el XIX. Rafael Padilla, Monsieur Chocolat, está reconocido como el primer payaso negro que alcanzó fama en el arte circense francés, dentro del cual no fue un artista más sino un protagonista. Sin duda poseyó talento como comediante, apareció en carteles de publicidad (algo insólito hasta entonces para un artista negro); su trabajo en pareja con Footit, el segundo blanco, el primero negro, burlón y tonto, hizo de ambos la pareja por excelencia del circo francés de finales del siglo XIX.

Sintió sobre sí el acoso de los prejuicios raciales que también sufrieron su mujer blanca y los hijos de esta que él adoptó como suyos. El dúo cómico con Footit se deshizo en 1910, cuando el segundo fue contratado para hacer el payaso en Romeo y Julieta.

La estrella de Rafael Padilla se apagó, según se afirma, con la llegada a París de otros artistas negros norteamericanos, y su vida se extinguió en la pobreza y el olvido antes de tener 50 años, por una pulmonía (o tal vez tuberculosis), el 4 de noviembre de 1917, en Burdeos.

El nombre de Rafael Padilla, el clown Chocolat, tiene numerosas entradas en internet y está incluido en la universal Wikipedia. Estos datos también los hemos tomado a partir de la película exhibida en Cuba. Es una pena que no tenga aún su espacio en nuestra EcuRed, aunque seguramente lo tendrá por tratarse de un cubano que trascendió internacionalmente y ser el más célebre de los payasos nacidos en esta Isla. El centenario de su muerte que ahora se cumple no puede pasar inadvertido para los lectores de La Jiribilla. Chocolat merece que su nombre figure entre los de los artistas negros cubanos que triunfaron en la Europa de entre siglos.