“Música, imagen y sonido” son los términos que definen e identifican al certamen anual Cubadisco, evento auspiciado por el Instituto Cubano de la Música, que desde su génesis y durante 24 ediciones ha analizado diversos tópicos o ruedas dentadas de la compleja maquinaria que conforma la industria de la música cubana.

Si a estas categorías se le agrega salvaguarda sonora, la historia alcanza otras magnitudes, en el entendido de que las acciones dentro de la industria discográfica parten del registro audiovisual de aconteceres musicales disímiles e irrepetibles; que podemos conservar el sonido emitido por los intérpretes en ese instante, capturar los saberes de todos sus cultores, tanto en el campo de la música raigal o folklórica, como en el quehacer popular y la escena letrada de concierto.

Por ello, Cubadisco ha sido la “plataforma de apertura o pretexto indispensable” para la visualización de políticas individuales e institucionales, la creación de grupos, redes o equipos interdisciplinarios que validen la creación musical de la Isla y estimulen, no solo el fonograma como producto insigne, sino también la imagen de quienes lo hacen posible.

Miguel Matamoros, uno de los músicos a quien se recuerda en la serie documental Lino Betancourt, contar la trova.

Esta amplia mirada se debe a su Presidente fundador Ciro Benemelis Durán, que concibió el fonograma como “la columna vertebral de la industria de la música”.

Ciro fue un hombre de vanguardia, supo desde el comienzo que era necesario gestar —especialmente entre los jóvenes— referencias culturales sólidas y una capacidad crítica e inteligente frente a los modelos falsos y la supuesta “modernidad” capitalista. Él conoció la necesidad de promover mensajes profundos que, al mismo tiempo, fueran amenos y de buena factura, por ello creó esta plataforma competitiva que premia el talento, ingrediente imprescindible para la gestación de productos culturales de alto valor. Sabía que solo así las nuevas generaciones tendrían un escudo macizo ante los falsos modelos que intenta imponer el capitalismo, a través de sus constantes campañas mediáticas

Tomando este presupuesto de trabajo y vida, es momento de negar cualquier accionar aislado. Estamos en el siglo XXI con nuevos derroteros y realidades que nos obligan a crear alianzas de trabajo en pos de llegar más lejos. Cubadisco, así lo ha demostrado.

La industria de la música cubana se caracteriza por colocar al creador en el centro de todos los procesos que en ella se gestan y de las disímiles producciones que tienen lugar en su desarrollo. Es una industria que se apoya en el acierto de los especialistas en Arte y Repertorio; en la sagacidad de productores, expertos y actores que participan en sus respectivas cadenas productivas y en los resultados investigativos.

“…La industria de la música cubana se caracteriza por colocar al creador en el centro de todos los procesos que en ella se gestan y de las disímiles producciones que tienen lugar en su desarrollo…”.

Fue así, tornando la mirada hacia los procesos creativos de lo menos conocido, tal y como enseñó a hacerlo nuestro maestro Argeliers León, que realmente podremos adentrarnos en la esencia de la música cubana. Argeliers nos convidó a amar nuestra música, a no tener prejuicios, a respetar a sus creadores, a estudiarla y valorarla sin tener en cuenta las etiquetas que tiende a colocar el mercado. Igualmente, nos instó a considerar las tendencias y sus razones, conceptos sobre los cuales siempre debemos reflexionar. En ese sentido, fue guía e inspiración para mirar más allá del horizonte, cuya brújula apuntó insistentemente hacia la calidad de los contenidos artísticos, su función social y desempeño dentro de la industria de la música.

María Teresa Vera, voz imprescindible en la historia de la canción trovadoresca cubana.

El desarrollo de la industria discográfica y, en especial, la celebración de la Feria Internacional Cubadisco, sin lugar a dudas, ha exigido la presencia de los medios como un espacio esencial para la promoción de la música, a partir de un concepto cultural. Ha convocado a las publicaciones especializadas, editoras musicales y, a la par, ha estimulado la investigación musicológica y de otras esferas de las ciencias sociales. En esta edición, vale destacar la investigación en función del audiovisual, para ello hay que hacer resaltar la serie documental y la serie televisiva: formatos que tienen particularidades técnico-artísticas pero que se enrumban hacia un objetivo común: plasmar desde el audiovisual una historia, un acontecer, una interpretación, dar a conocer procesos de creación artística ayer y de hoy porque todos forman parte de nuestra identidad

En ese sentido las palmas van dedicadas a las series televisivas Caminos de la Rumba y Siempre La Fornés, ambas realizadas por el Canal Clave de la televisión cubana, dirigidas por Arnaldo Díaz y escritas por Cary Diez y Rosalía Arnáez respectivamente. Por su parte, la serie documental Lino Betancourt, contar la Trova, realizada por el Sello Unicornio de Producciones Abdala y conducida por el propio Lino, bajo la producción y selección del material de archivo del musicólogo José Manuel García, es otra importante propuesta en cuanto a investigación de obras y cultores de ese género identitario.

Lino Betancourt.

Los tres materiales constituyen verdaderas joyas de la creación musical cubana, muchas de ellas muy poco conocidas por los jóvenes del patio. Constituyen material indispensable para la historia de la música y la enseñanza artística; de ahí que su emisión por el Canal Clave, abra un rumbo de conocimiento para millones de cubanos.

Y es así como deben apostar e imbricarse las instituciones culturales cubanas: hacer y promover. No hay otro camino posible, lo banal y superficial irá tomando su lugar, encontrando su espacio y consumo; pero las instituciones del Estado tienen que invertir en productos culturales de valor, apoyar a investigadores y creadores porque ese intento es también sinónimo de preservación de la memoria histórica.

Recuperar el patrimonio audiovisual es un acto costoso, pero además de recursos, requiere conocimiento, voluntad y acervo cultural de quienes asuman el empeño. La historia de la música cubana y el quehacer de sus creadores no es posible desvirtuarlo, porque son parte indispensable de la historia patria, por tanto cuando muchas de esas historias están todavía atesoradas en la memoria de sus portadores, rescatarlas significa salvar del olvido, parte de la historia nacional.

Son estas solo algunas razones por las que vale destacar el trabajo de todos los que hacen posible el feliz binomio creadores-instituciones y, por supuesto, a Cubadisco, evento que se abre y crece ante nuevas realidades, al mostrar al mundo la Cuba poseedora de una industria de la música que, paso a paso, se fortalece por el valor de sus creadores y sus creaciones.

Nada mejor entonces que rememorar estas palabras de clausura emitidas por Ciro Benemelis en el Simposio Cubadisco 2007: “La música tiene que ayudar a poner su granito de arena (…) tenemos que llevar la música como escudo y espada de la nación nuestra a que también sea el escudo y la espada de toda la América Latina y todo el Caribe (…) que nuestro escudo y espada sean contra la incultura, contra el terrorismo y defensora de la paz”.