Palabras compartidas en la Casa del Joven Creador de Holguín

Karel Leyva Ferrer
22/3/2019

Es posible aspirar a la elegancia, sí, indudablemente cuando se pone la imaginación junto a las buenas ganas de hacer surgen espacios como los que la AHS tiene en Holguín, conseguido entre la editorial La Luz —con un colectivo que, no impedido de soñar, ha creado un nuevo mundo para el universo editorial cubano— y la casa del joven creador de esta ciudad, luego de una agotadora y calurosa jornada ferial en el equinoccio primaveral de este 2019.

Casa del Joven Creador, Holguín. Foto: AHS
 

Son las 9 y 30 minutos de la noche, en un ambiente íntimo se escuchan las confesiones de Mildred Hernández, premio Casa de las Américas con El niño congelado y quien, con más de dos decenas de libros entregados al público lector, centrada en los más jóvenes, aunque no cree que su obra se limite por eso, pues crea para seres humanos. Confiesa que los escritores más jóvenes están acercándose a esta literatura sin prejuicios ya establecidos en los creadores de más edad. Mildred opina que debe haber una edad para dejar de ser jurados y dejar de escribir, pues la rigidez que se va adquiriendo puede impedir la justeza y las buenas obras que merecen los lectores.

La literatura para jóvenes en Cuba debe cuidarse de no atreverse con las nuevas aspiraciones y sensibilidades que tienen los públicos. Esa desactualización pone en peligro la comunicación, al igual que las malas puntuaciones, la falta de síntesis de la cual adolecen frecuentemente muchas obras, en preparación y publicadas, para lo cual solo existe el remedio del buen oficio de los autores y los editores. En lo particular prefiere trabajar con un buen editor, que sea hipercrítico, para producir una buena propuesta literaria.  

Mildred, con La Voz Cuasi, está ahora entrando nuevamente en las preferencias de adultos y niños en la ciudad de los parques. Confiesa que fue una niña parecida a su cuasi, y a través de ella recrea a su familia, sellando historias a través de las cuales se ha ido haciendo mejor persona gracias a Cuasi. El niño congelado es para ella en estos momentos su mejor obra publicada hasta el momento, con la cual también ha obtenido el premio de la crítica.

Comenta que vivir de lo que a uno le gusta y recibir además un pago por ello, tras hacerlo con placer, eso es sin duda algo parecido a la felicidad. Ella trabaja, constante, en su obra, por lo que se siente orgullosa de lo logrado. Aconseja que los escritores jóvenes no deben ser elitistas, deben acercarse y observar a los más experimentados, aprender a escuchar y, por supuesto, cultivarse.