Para releer Cien horas con Fidel

Yunier Riquenes García
17/5/2018

Se anunció la presentación del volumen mucho antes de que se realizara la cuarta edición para el cierre de la Feria del Libro Cuba 2018. Y allí estuve: salón de los vitrales, plaza de la Revolución Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Era el domingo 13 de mayo, Día de las Madres. Muchas otras personas estuvieron, y unas cuantas más desearon, deseaban, desean estar. 

Allí estaría el mismísimo Ignacio Ramonet, a quien sigo, pienso en El imperio de la vigilancia, me gustaría entrevistarlo alguna vez. Él iba a conversar sobre los procesos de escritura del libro y su cercanía con Fidel. Era inevitable. Guardo las tres ediciones anteriores a manera de colección.

Me voy, grabadora en mano, y me coloco al lado de una bocina y atiendo la presentación, me gusta mirar bien cuando las personas hablan, exponen sus razones.

 Cuando surge la idea de este libro, Fidel tenía casi 80 años. Habían acontecido diversos momentos importantes
en la Revolución Cubana y en América Latina. Fotos: Naskicet Domínguez

 

Este libro se hizo en tres años, sostiene el autor, del 2003 al 2006. Se presentó en 2006 por primera vez. Pienso: es un libro que se escribe y se reescribe aún. Ese fue un período de parto. Antes tuvo su gestación y luego el crecimiento. 

Por hacer este libro, medios de prensa importantes arremetieron contra Ramonet. Hacer este tipo de libros tiene un precio. Pero aquí está una vez más, ahora las nuevas generaciones pueden acercarse y conocer a Fidel.

Cuenta que aparecen dos fotografías inéditas en tapa y contratapa, que muestran las horas de trabajo. Y expone la idea de elaborar el libro, aunque aclara que esa historia se cuenta en el prólogo.

Las conversaciones surgieron en un momento en que Fidel tenía ganas de decir cosas, dice Ramonet, un buen orador es un domador, porque puede con el látigo de su verbo, amansar a su auditorio para que siga sus palabras, a medida que va desarrollando su construcción. Fidel fue un orador ejemplar, un excepcional orador político, un gran educador para construir una ciudadanía, un pueblo con la argamasa de las ideas.

Ramonet habla de Fidel, el hombre que gana la guerra. Son pocos hombres los que ganan la guerra, enfatiza. Y no tuvo tiempo de escribir su libro teórico, como lo hiciera Lenin. Comenta que Fidel dio muchos discursos, pero pocas entrevistas; y recuerda Fidel y la religión, de Frei Betto, Un grano de maíz, de Tomás Borge, y Reencuentro con Fidel, de Gianni Miná. Ignacio invita a la relectura de estos libros, testimonios de la capacidad intelectual de Fidel para mantener una conversación con periodistas exigentes, libros contextuales en función de un periodo.

Aclara que no había un libro que fuera desde el principio de su vida hasta los tiempos más recientes. Cuando surge la idea de este libro, Fidel tenía casi 80 años. Habían acontecido diversos momentos importantes en la Revolución Cubana y en América Latina. Cuando inician el libro no estaba Chávez ni Lula en el poder; no estaba Evo Morales, ni Rafael Correa.

Las nuevas generaciones pueden acercarse y conocer a Fidel
 

Dice Ramonet que había una necesidad en Fidel de llenar su propia vida, pensar en el mensaje que iba a dejar; Fidel quería saber que tendría el contacto con una nueva juventud internacional. Estaba revelándose, sublevándose contra el nuevo orden mundial que constituía la globalización.

Apunta que la idea del libro era no solo reconstruir la vida biográfica de Fidel, sino también la vida política, la idea era abordar todos los temas “conflictivos”. Y Fidel estuvo de acuerdo. Entonces Ramonet propuso hacer el inventario de todo lo que se critica de la revolución para que tuviera la posibilidad de dar argumento. Y enfatiza que Fidel no limitó las preguntas, ni siquiera quiso saber las preguntas que se le iban a realizar. Así comenzamos a abordar las cuestiones más polémicas, dijo el periodista. Esto es otra manera de Fidel Castro para decir “la historia me absolverá”, para defenderse contra el juicio de la historia, con esa capacidad suya de ser original, creativo.

Más adelante el autor añade que si el libro ha interesado es porque Fidel aborda aquí, de manera muy clara, temas que eran tabúes. Y recuerda el análisis del líder sobre la discriminación racial, por qué sigue habiendo racismo en Cuba y lo que se llamó la persecución de los homosexuales en Cuba.  No se trata de decir, aclara, “esto no se ha hecho”, al contrario, se explican las razones y los sucesos.

Otro tema muy importante es el tema de la pena de muerte y los presos políticos. Aquí se aborda el asunto de Arnaldo Ochoa con total transparencia, qué fue lo que ocurrió, cómo surgió el tema, cuáles eran los reproches que se le hacían a Arnaldo Ochoa.

Si Fidel fuera un personaje malvado, perverso, cruel, esto aparecería aquí, comentó el autor. No digo en tal o cual pregunta, sino en filigrana, y lo que aparece aquí es una personalidad de excepcional honestidad intelectual y ética personal. Fidel acepta todas las preguntas con humildad.

Y añade Ramonet que Fidel quería releer el libro antes de morir, existen muchas correcciones de su puño y letra. Las correcciones existen de su propia mano, fue reescrito por él, hay un documental de siete horas sobre el proceso de trabajo del libro. “No sé por qué ese documental se ha visto poco en Cuba”, dice.  

Y como buen autor, como hacen los grandes, Ignacio Ramonet afirma que él no tiene mérito con este libro. El libro tiene el mérito de ser la palabra de Fidel. “Si este libro es diferente a los demás”, recalca, “es porque Fidel quiere decir cosas que no había dicho hasta ahora”. “Ramonet, hay cosas que no me quiero morir sin haber dicho”, le dijo Fidel. Y aquí se cumple. Aquí quedan escritas para muchas generaciones.