Revelación en La Habana

Carlos Paolillo
10/11/2016
Fotos: Kike

 

Alguien la llamó “guerrera en puntas”. Seguramente se refería a la fuerte determinación que, bajo su aparente fragilidad, actúa dentro de ella. Mary Carmen Catoya, primera bailarina venezolana de rango internacional, se debate entre los extremos: es romántica y terrenal, lírica y dramática, académica y contemporánea. El público cubano recibió su participación dentro del 25 Festival Internacional de Ballet de La Habana y pudo conocer tan solo una pequeña parte de su amplio potencial interpretativo.

Se inició profesionalmente en Caracas a los 13 años de edad, en las filas del Ballet del Teatro Teresa Carreño. Allí llevó a cabo su primer desarrollo artístico de las manos de Vicente Nebrada, hasta convertirse en bailarina principal del elenco, como uno de los más elevados frutos de la escuela neoclásica configurada por el relevante coreógrafo mundial —caracterizada por la libertad, la musicalidad y la plasticidad de movimientos—, e intérprete notable de Nuestros valses, Lento, a tempo e appassionato y Romeo y Julieta. También en Venezuela integró el Ballet Contemporáneo de Caracas, bajo la dirección artística de María Eugenia Barrios, y se aproximó a un repertorio distinto inscrito dentro de una concepción dramática y expresiva.


La danza comienza con tus pasos. Mary Carmen Catoya (Art Ballet Theatre of Florida).

En ambas compañías, Catoya vivió experiencias internacionales significativas que ampliaron su visión de la danza como profesión y le hicieron pensar en una factible expansión de su carrera hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Primero fue su estadía en el San José Cleveland Ballet, bajo la conducción de Denis Nahat, y luego su ingreso como bailarina principal en el Miami City Ballet (MCB), fundado y dirigido por Edward Villela. En esta última organización fue durante 16 años figura central e inspiradora de su director artístico. Allí conoció a plenitud el estilo y el repertorio de George Balanchine, que marca la línea creativa del MCB, y asumió con rigor estilístico los títulos fundamentales de la tradición romántico-clásica: su interpretación del personaje central de Giselle fue una revelación y su Kitri de Don Quijote se convertiría en referencia de la agrupación.

En la actualidad, su presencia en galas mundiales de ballet es permanente. En este tipo de espacios ha actuado ante el Rey y la Reina de España; en el Teatro Mijailovski, de San Petersburgo, Rusia; y en Una noche con Tamara Rojo, en Madrid, España. También Catoya abrió y cerró Les Etes de la Danse, en el Teatro du Chatelet de París. Igualmente, bailó junto al cubano Taras Domitro en México y con Rolando Sarabia en el Fire Island Festival de la ciudad de Nueva York, honor que repitió luego junto al brasileño Kleber Rebello.


La danza comienza con tuspasos. Mary Carmen Catoya (Art Ballet Theatre of Florida).
 

En el 25 Festival Internacional de Ballet de La Habana, Mary Carmen Catoya interpretó en el Teatro Mella Suite generis (1988, Haendel y Haydn), junto a los bailarines Javier Rojas y Enrique Corrales, pertenecientes a la compañía Acosta Danza. Este título emblemático dentro de la obra coreográfica de Alberto Méndez remite a la pureza esencial del ballet neoclásico —que en su caso va desde la fría abstracción hasta el regocijante humor—, y a un diseño espacial dinámico y exhaustivo, que hace de las formas escultóricas y del riesgo físico sus más claros ideales. También ejecutó en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, durante la gala de clausura del festival, el solo La danza comienza con tus pasos (2016), de Vladimir Issaev, director del Art Ballet Theatre de Florida. Este tributo a la prima ballerina cubana, sobre la composición musical de Jorge Garciaporrúa —basada en un poema de Francisco Garzón Céspedes—, en la voz de Argelia Fragoso, es una pieza hecha a la medida del intenso gesto expresivo y la solidez técnica de la primera bailarina venezolana.