La primera de las grandes elegías de Nicolás Guillén, “West Indies, Ltd. Elegía antillana” (1934), no significó la incursión inicial del poeta en este tipo de composición lírica y tampoco formó parte, hasta 1977, de las sucesivas ediciones temáticas que al respecto preparó Guillén. Sin embargo, su carácter inaugural como parte de una particular concepción de la elegía y su influjo irradiador sobre el conjunto de la obra, resultan hoy indiscutibles. Ya en sus memorias publicadas en 1982, Nicolás Guillén reconocería lo siguiente: “Para algunos críticos y poetas, como mi amiga Mirta Aguirre, ya fallecida, el poema ‘West Indies, Ltd.’ es una ‘elegía cívica’ (y yo pienso igual); la primera de una suite de ocho, que llega hasta la dedicada a Jesús Menéndez. Es en este momento, creo yo, cuando cambia de rumbo mi obra, que se ve tocada por los problemas de carácter social, político o simplemente humano que afligen a Cuba en aquellos días”.[1] Se refiere Guillén a los días de frustración que le siguen al fracaso de la lucha popular contra Gerardo Machado y al golpe de estado del coronel Fulgencio Batista, el cual instauró una nueva dictadura militar apoyado por el embajador norteamericano Jefferson Caffery; días funestos que marcaron un cambio para la vida política y cultural de la Isla en tanto acentuaron el pesimismo colectivo y la pérdida de un sentido histórico para la nación.

La expansión geográfica de “West Indies, Ltd.” no se agota en el propio poema, sino que también
se manifiesta en otros textos importantes del cuaderno que lo contiene. Fotos: Internet

No podría decirse que, de las grandes elegías escritas por Nicolás Guillén, “West Indies, Ltd.” haya sido una de las más y mejor asediadas por la crítica, aunque sin dudas cuenta con estudios agudos y exhaustivos. Lo que abunda, sobre todo, son las lecturas que se concentran casi exclusivamente en el carácter ideológico del poema, en su espíritu revolucionario y popular, y en su relación con el contexto cubano. En principio, esa prioridad fue orientada por el propio Guillén al dedicar la primera edición de su elegía a figuras como Juan Marinello y Manuel Navarro Luna, dos contemporáneos políticamente comprometidos con las causas sociales, dos paradigmas de intelectuales vanguardistas y marxistas que igualmente pusieron su obra al servicio del pueblo.

En su contexto, Guillén se manifiesta como genuino representante de la nueva intelectualidad que, entre 1923 y 1933 —años conocidos como la “década crítica”—, había ido configurando un nuevo rostro para el país, con particular interés en las minorías sociales. Como diría Jorge Ibarra, al valorar el cambio que se opera en Cuba a partir de esos años: “La imagen del obrero, el negro, el machetero, la mujer, el campesino, el desempleado, haría acto de presencia por primera vez en la nueva cultura de tendencia nacional-popular con vida propia”.[2]

Estas proyecciones de la intelectualidad cubana habría que entenderlas a su vez como parte de un contexto más general, puesto que también en varios países de América Latina y el Caribe estaban emergiendo numerosos debates culturales acerca de las identidades nacionales y regionales. Es al calor de todas esas posiciones culturales de resistencia que podría entenderse por qué Guillén enlaza, en “West Indies, Ltd.”, una problemática nacional con la condición de los países antillanos, mucho antes de que él mismo llegara a estrechar sus relaciones vitales con esos otros espacios. Guillén es sin dudas un adelantado por expandir su preocupación a los países caribeños y por autoproclamar su identidad desde una dimensión más abarcadora, según consta en las palabras lapidarias con las que cierra su primera elegía: “Esto fue escrito por Nicolás Guillén, antillano”.

Por otra parte, la expansión geográfica de “West Indies, Ltd.” no se agota en el propio poema, sino que también se manifiesta en otros textos importantes del cuaderno que lo contiene, como en “Palabras en el trópico”. Aspectos como la esclavitud, la trata negrera, el trabajo en las plantaciones, la condición insular, la naturaleza tropical, los ritmos musicales populares, la mezcla racial, la mitología, la liturgia religiosa, entre otros, van recorriendo estos poemas a partir de una comprensión de que todos los países caribeños comparten su historia y su cultura. A Guillén no le interesa señalar aquello que diversifica al Caribe, sino lo que lo convierte en un mismo “oscuro pueblo sonriente”. Por eso apenas existen menciones puntuales a lugares específicos de este territorio, como West Point, Port-au-Prince, Kingston o La Habana; y por eso todas las islas son unificadas desde el propio título del poema por la expresión con la que el imperio inglés limitó su propiedad en este lado del mundo: West Indies, Ltd.

A partir de ese objetivo político, la elegía recorre una serie de elementos comunes al estatus de los países caribeños: la mezcla cultural y racial que a través de la historia fue generando una nueva identidad —“a través de tratos y contratos/ se han corrido los tintes y no hay un tono estable”—; su condición de paraísos terrenales, proveedores de placer desde la perspectiva de los colonizadores —“nueces de coco, tabaco y aguardiente”, en contraste con la realidad infernal que sufren sus habitantes más humildes —“donde siempre se vive muy mal”—; los prejuicios que fueron asentados por la ignorancia o el desprecio de los extranjeros —“¿No es cierto que parece hecha/ solo para poner un palmar?”—; la ingenuidad con la que todavía los antillanos ven su realidad y alimentan tales prejuicios —“cuatro peludos/ erguidos muy orondos detrás de sus chillones escudos,/ como cuatro salvajes al pie de un cocotero”—; la actitud lacaya de los que justifican y apoyan la injerencia norteamericana —“puertos que hablan un inglés/ que empieza en yes y acaba en yes./ (Inglés de cicerones en cuatro pies.)”—; y las abismales diferencias sociales, que se recrudecen por las opresivas relaciones de poder —“¡Dramática ceguedad de la tropa/ que siempre tiene presto el rifle/ para disparar contra el que proteste o chifle/ porque el pan está duro o está clara la sopa”—.

Estos fuertes contrastes culturales, económicos y sociales que se dan en el Caribe son reforzados por Guillén con el uso de varias construcciones contradictorias que definen por igual a este espacio: “conservador y liberal”, “ganadero y azucarero”, “Bajo el relampagueante traje de dril/ andamos todavía en taparrabos”, “Este es el pueblo de all right/ donde todo se encuentra muy mal;/ este es el pueblo del very well, donde nadie está bien”. Tales versos, además de insistir en los contrastes y las desigualdades, le confieren al poema un tono absurdo, burlesco e irreverente que refuerza la lacerante situación en que se vive y se sufre en las Antillas: como diría el propio Guillén, se trata de “una larga sátira que nada perdona”;[3] o según una de sus mejores exégetas: “West Indies es un fresco patético. Es un Guillén irónico, amargo, iracundo”.[4]

Con su primera gran elegía, Guillén introduce varios cambios importantes a la concepción tradicional de esta clase de poemas, en la medida en que el suyo es polifónico, festivo, carnavalesco; aun cuando también es personal y serio. Luis Álvarez advertía cómo “West Indies, Ltd.”,

desde el punto de vista rítmico-estilístico, es el texto que permite al poeta comenzar, en el marco de la elegía como tipo de composición lírica, con un modo de composición que habrá de volver a emplear: […] la orquestación dialógica, donde son convocadas múltiples voces, representativas y defensoras de ámbitos sociales diversos, todo lo cual apela, además, al juego efervescente de contrapuntos de tono, metro y estructura acentual, para no hablar de las modalidades léxicas y tropológicas, donde las más venerables categorías estéticas —lo sublime, lo bajo, lo trágico, lo cómico, belleza y fealdad—, son maceradas hasta alcanzar una fusión de superior eficacia.[5]

Elementos como la música, la subversión, la ironía, el humor, los contrastes, la protesta social, los guiños históricos y contextuales, el contrapunto de los distintos discursos y voces, y la diversidad estilística y métrica, convierten a esta elegía en una expresión de las heterogeneidades y complejidades del propio espacio caribeño y la hace participar, por tanto, de una tradición lírica antillana que, en buena medida, es también inaugurada a partir de “West Indies, Ltd.”. Y es en ese sentido que Luis Álvarez entiende las contribuciones de esta primera gran elegía de Guillén al delineamiento de una imagen nueva para el Caribe a partir de elementos como la conformación de una conciencia regional, la conjugación entre el lenguaje artístico más decantado de la tradición lírica española y el sustrato de lo popular, la refuncionalización del verso de raíz española a partir de su combinación con modalidades rítmicas de diverso tipo y el afán mitologizante que toma y refuncionaliza códigos de la tradición cristiana, africana y popular cubana.

No podría decirse que, de las grandes elegías escritas por Guillén, “West Indies, Ltd.” haya sido una
de las más y mejor asediadas por la crítica, aunque cuenta con estudios agudos y exhaustivos.

Como advertí al comienzo de estas líneas, la trascendencia más inmediata y la lectura más generalizada de los aportes de la primera gran elegía de Guillén se debieron a su identificación como elegía heroica, cívica, revolucionaria. A propósito de esto, Ángel Augier señalaba cómo el poema “nunca admite la noción de acabamiento que sugiere lo elegíaco, sino la afirmación de la vida y la esperanza”,[6] porque lo más significativo de sus elegías es “el poder de consustancialidad del sentimiento de las masas y del individuo”.[7] Por eso, el carácter transgresor de este poema habría que entenderlo no solo desde el punto de vista ideológico, sino que ello mismo propicia una concepción distinta de lo propiamente elegíaco. Aun cuando otros críticos como Roberto Márquez advierten en “West Indies, Ltd.” un tono angustiado y de “amargura elegíaca acusadísima”,[8] y aunque se trata de una elegía por el fracaso de la revolución del 30, el dolor y la amargura no son el fin último de la necesidad expresiva del sujeto lírico, sino que lo es, sobre todo, la afirmación de una posibilidad de cambio. Es decir, no sentido de derrota, sino que la decepción y el dolor son el tránsito hacia la afirmación de una esperanza.

El carácter cívico de Guillén igualmente podría encontrarse, aunque con otro espíritu, en la “Elegía diferente” de José Zacarías Tallet, y su condición festiva y desacralizadora también podría compararse con la “Elegía del duque de la mermelada” o con la “Canción festiva para ser llorada”, ambas del puertorriqueño Luis Palés Matos. Entre uno y otros, se explica algo de la hibridez que propone Guillén en su obra. Por otra parte, dentro de la propia trayectoria poética de Guillén, generalmente los contactos entre las elegías se han establecido de “West Indies, Ltd.” hacia delante, sin tener en cuenta que con anterioridad ya había ensayado este tipo de composición con su “Elegía del motivo cursi”.[9] En uno u otro sentido, ya sea para articular redes de ideas que definieron momentos y espacios, para conducir una lectura específica sobre el tema a través de la tradición lírica cubana y caribeña, o para comprender mejor el desarrollo tan particular de esa “vena elegíaca” dentro de la propia poesía guilleniana, las lecturas comparativas alrededor de “West Indies, Ltd.” son todavía un terreno prácticamente inexplorado.


Notas:

[1] Nicolás Guillén: Páginas vueltas. Memorias, Ediciones Unión, La Habana, 1982, p. 94.
[2] Jorge Ibarra: “Cultura nacional y nacional-popular”, en Rafael Hernández y Rafael Rojas (selec.): Ensayo cubano del siglo xx, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 2002, p. 430.
[3] Nicolás Guillén: “Charla en el Lyceum”, Prosa de prisa, t. I, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1975, p. 295.
[4] Nancy Morejón: Nación y mestizaje en Nicolás Guillén, Ediciones Unión, La Habana, 2005, p. 221.
[5] Luis Álvarez: Nicolás Guillén. Identidad, diálogo, verso, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1997, p. 135.
[6] Ángel Augier: “Una inscripción geográfica”, en Recopilación de textos sobre Nicolás Guillén, Serie Valoración Múltiple, Casa de las Américas, La Habana, 1974, p. 282.
[7] Ángel Augier: “Las grandes elegías de Nicolás Guillén”, en Revista de Literatura Cubana, n.o 6, La Habana, julio-diciembre, 1988, pp. 6-16.
[8] Roberto Márquez: “Introducción a Guillén”, en Recopilación de textos sobre Nicolás Guillén, ob. cit., p. 133.
[9] Cfr. Luis Álvarez: Ob. cit. 
Fragmentos del ensayo homónimo publicado en Yanelis Velazco (coord.): Nicolás Guillén: las elegías elegidas, Editorial UH, La Habana, 2011, pp. 65-81.