Rodney Barreto, ¡canasta!

Ana María Domínguez Cruz
5/3/2018

Los discos Sentimiento, de Francis del Río (2002); Goza pepillo, de Interactivo (2005); A diario, de Telmary Díaz (2005); Amor y música, de Kelvis Ochoa y Descemer Bueno (2008); Di que piensas, de Tania Pantoja (2007); No Guitars Allow, de Elmer Ferrer (2009); Acrílico, de Dayani Lozano (2009); Haciendo Historia, de Alexander Abreu & Habana de Primera (2011); No es el Fin, de Carlos Varela (2009); Border Free, de Chucho Valdés (2013); Mis duetos, de Beatriz Márquez (2016)… son algunos de los que pueden mostrar el trabajo del versátil percusionista cubano Rodney Barreto.

“Si no fuera la batería, fuera el baloncesto. Pero primero estuvo la música, siempre”
 

Tiene una ejecución precisa, impecable, y de ello pueden dar cuenta los especialistas en música, tanto en el hip hop, el jazz, la salsa… Lo importante para mí, además, es destacar que pone su alma en el momento. Su sonrisa amplia, su disfrute pleno, su interacción abierta con otros músicos, y sobre todo esa capacidad fecunda de saber colocarse en diferentes géneros.

Si no hubiera sido la música, hubiera sido el deporte. “Si no fuera la batería, fuera el baloncesto. Pero primero estuvo la música, siempre”. No podía ser de otra manera. La música le corre por las venas, es el primer antecedente familiar del que no puede desprenderse.

“Fui atrevido siempre, desde que era estudiante. Trabajaba en el club La zorra y el cuervo, iba a los concursos Jojazz… estaba muy activo. Por eso Isaac Delgado me llamó, me había visto tocar y en su banda estuve un tiempo.

“Después empecé con querer ser músico de sesión de grabación. Luego trabajé con Elmer Ferrer, participé en el disco de Interactivo y así me han ido sucediendo cosas con diferentes músicos. Lo que más me gusta de mi vida es que no me he privado de experimentar todas esas sensaciones que te da tocar diferentes géneros. No puedo escoger uno solo, si me lo preguntas.

“Nunca haría música clásica porque la respeto mucho. Tendría que estudiar muchísimo ahora, horas y horas frente a un tímpano y a un xilófono. Pero no creo, porque yo tenía claro antes de entrar al Conservatorio Amadeo Roldán que yo no sería músico clásico, aunque esa es la formación que se privilegia.

“Hace poco grabé con unos ingleses que le hicieron un disco a Eliades Ochoa, fuera de su música habitual, como un experimento, y tuve que tocar vibráfono. Pensé en mi maestro Roberto Concepción, quien se empeñó tanto en que yo me esforzara en eso. Fue duro para mí.

“Ya te contaba… Como estudiante llegas a la escuela y crees que comenzarás a tocar el instrumento que te motiva. No es así. Estudias percusión clásica desde todos los instrumentos… timbal, tumbadora, batería. Pero yo no recibí mi primera clase de batería hasta tercer año de nivel medio, y gracias a mi tío que me había dejado la suya, ya yo tocaba para ese entonces. En realidad, depende mucho de uno, de las posibilidades que tengas para tener el instrumento y de la dedicación que pongas después para aprender en la calle con más rigor.

“Y estudiar… no dejar de estudiar porque ¿sabes qué sucede también? Muy pocas personas escriben para percusión. Te escriben todo lineal, o te dan la música para que la saques de oído. Para el drums sí hay escritura, aprendí mucho con Alexis Bosh, con el maestro Ruy, con Gonzalito Rubalcaba, pero no es habitual.

Drums La Habana

Drums La Habana fue partir de la presencia e inspiración de mi maestro Roberto Concepción. Oliver Valdés y yo hicimos una demostración a manera de clases magistrales de cómo se estudia la batería en el país para incluirlo en el audiovisual con fines didácticos. Unimos a Tony Rodríguez en el piano, Carlos Miyares en el saxo y Yandy Martínez en el bajo. La grabación fue en los Estudios Abdala en el 2009 y es el primer DVD que se graba en Cuba que tiene como protagonista a la percusión.

“Tengo mi propio proyecto hace como dos años. No lo he podido grabar porque he estado muy ocupado con otros músicos, pero quiero que a finales de noviembre sea posible. Pienso titularlo Embarretinado, ya sabes, jugando con el apellido…

“Solo pretendo demostrar lo que representa la batería para mí y ser un baterista cubano. Si no conoces lo que es Cuba toda, desde lo folclórico hasta lo más actual, no puedes tocar como un baterista cubano, aunque interpretes un cover de los 60. La batería no es un instrumento nuestro, pero ya hay elementos identitarios, y los defiendo”.