Selección de poemas

Antonio Herrada
4/2/2016

Por el mar de mis ancestros

Yo era más que esta maldita circunstancia
y el papel me dio un barco
para coserme al pecho la paz.
He tenido que huir como las aves
con esa estacionalidad
esperar a mis últimos días para recobrar la inocencia.
Ellos lo cambiaron todo
antes hubiera sido una diminuta canoa
pero lo destruyeron todo
para esperar el árbol
cortado   despulpado   procesado.
Yo quería ser el agua
pero me hicieron un barco.

Y ahora que amo las letras blancas
borraron los destinos
los naufragios
la humedad.
Me están modernizando.
Yo quería ser el agua.
Hoy basta con un barco de papel
y la ola que va siendo nuestra vida.
Nadie en el espejo

La cama estaba frente al sol.
Madre limitó la claridad del día
cerraba las ventanas
para que la luz no hiriera mis ojos.
Llegué a amar la oscuridad al amanecer.
No pude levantarme a detenerla.
Afuera la luz hacía caer todos los espejos
sobre mis ventanas.
Tener mi carne

Hay una pregunta apuntándome como una flecha.
Esta es mi carne.
Reconócela. Degústala. Redúcela.
Sabrás quién soy
si no puedes intuirme de otras formas.
Solo aceptas el camino de la carne.
Aquí está. Pálpala.
Pero debes evadirme.

Maldigo lo que te sostiene.
Reconozco la vida como un paisaje devorado.
Ten mi carne.
Me he desprendido.
Alguien que no tenía cuerpo me enseñó a morir.
Aquí no vive

Si fuera un ave desprendiendo
la casa que han puesto en el tronco del árbol
las maderas cortadas para formar un techo.
Si fuera un ave
aceptando la lluvia bajo las alas
picoteando la lógica claveteada con esfuerzo.
Si fuera un ave
picoteando y picoteando
advirtiera que esta casa no es el bosque.

Cargar una curva en la espalda

En cualquier latitud del tiempo
un rostro indefinido se cultiva
pero no escarba la tierra
porque nada brotará de una semilla
más bien del deseo
de encerrar todo el pasado en un nombre
y llevarlo en la mano como si pudiera ofrecerse.

Rostro

Frente al espejo
hazle ver
quién es el enemigo.
Poema mudo

El silencio era un himno inquebrantable.