Tania Bruguera y el cine independiente

Antonio Rodríguez Salvador
15/8/2018

El cine está lleno de casualidades improvisadas, valga la paradoja. El héroe siempre llega en el momento preciso, alcanza la rama salvadora cuando el puente se derrumba, cae sobre el toldo que amortigua el porrazo fatal… Otra cosa, sin embargo, es la vida. En ella las casualidades casi nunca son tan casuales; quizá por ello Ian Fleming, creador del personaje James Bond, cierta vez dijo: "Una vez es casualidad, dos es coincidencia; la tercera, una acción enemiga”.

Tengo, como muchos de mis colegas, una alerta de Google para Cuba. Noticia que se publique con la etiqueta “Cuba”, noticia que Google envía a mi correo electrónico. Como siempre, llegan varias; pero de pronto hay dos que acaparan mi atención: ¿será que la vida se ha vuelto una película? En la primera, leo que la National Endowment for Democracy (NED) —organización estadounidense creada para hacer públicamente lo que antes la CIA realizaba de manera solapada— ha destinado este año 55 mil dólares para promover el cine independiente en Cuba. En la segunda, se informa que la artista plástica Tania Bruguera convoca a un concurso de cortometrajes, con el objetivo de promover el cine independiente en Cuba. Para esto destinará 15 mil CUC.


Dios las cría y las NED las junta. Promoción de la convocatoria en 14 y medio,
plataforma enemiga liderada por Yoani Sánchez

 

En cualquier caso, no seré yo el único a quien pincha la suspicacia. ¿Cuál, si no esa contingencia, provocaría que en las propias bases del concurso Tania Bruguera avise del carácter transparente de los fondos para premios? Sin embargo, nos presenta el concurso como obra de su generosidad y expresión de su sentido patrio. Poniendo por delante a INSTAR, proyecto subversivo del que ya hablamos en “Tania Bruguera, libertad de expresión bajo oferta y demanda”, publicado en La Jiribilla.

Pero, ¿será realmente así? ¿Será en verdad un repentino impulso de solidaridad, altruismo y amor por el cine joven cubano lo que la inspira? Vamos a ver: ¿Cuál sería el propósito de la NED al promover el llamado cine independiente en Cuba y cuál el de Tania Bruguera? ¿Perseguirán objetivos diferentes o “casualmente” afines?

Las intenciones de la NED con respecto a Cuba —dígase CIA, dígase gobierno de los Estados Unidos— son harto conocidas. Llevan ya casi 60 años tratando de desmontar la Revolución por todas las vías posibles: bloqueo económico, terrorismo, invasiones, guerra bacteriológica, amenaza nuclear… Lamentablemente, estas agresiones no son peripecias cinematográficas ni acciones plásticas de un performance, pues como consecuencia de tales actos han muerto miles de cubanos y otros tantos quedaron mutilados. ¿Por casualidad será también altruismo o amor por el cine joven cubano lo que ahora impulsa a la NED?

No iré por las ramas. Cara visible de la llamada plataforma CubaDecide —junto a Rosa María Payá—, Tania Bruguera trabaja activamente para subvertir el orden constitucional cubano. El objetivo declarado de CubaDecide, según podemos leer en su página de Facebook, es “cambiar el sistema en Cuba mediante la movilización ciudadana en todas sus formas, desde las más pasivas a la más activas”. Si atendemos a lo sucedido en Libia, Ucrania, Siria, Venezuela y, más recientemente, en Nicaragua, sabremos qué puede significar la expresión “movilizaciones activas”.

En términos de comunicación, CubaDecide funge prácticamente como agencia para medios contrarrevolucionarios como Martí Noticias, CiberCuba, Diario de Cuba y otros que, aun figurando en las mismas nóminas de intención subversiva, reproducen constantemente textos suyos. Al propio tiempo, medios de verdadero alcance global como El País o BBC, constantemente le dedican generosos artículos. Inundan las redes sociales con su propaganda y, sin embargo, apenas han logrado unos 5 mil likes en su página de Facebook; menos que cualquier joven de secundaria básica. No obstante, tal carencia de efectividad no les impide autodenominarse “Cuba decide”, sin dejarnos saber la especificidad y el ámbito de su capacidad de cambio, de su poder decisorio real.

Pero, aunque Tania Bruguera insista en confundirnos, el mundo no es un performance. ¿A quiénes van a timar, a estas alturas, con el despliegue de términos como libertad, democracia, felicidad, destinos, progreso; palabras cuyos significados varían de un individuo a otro, según experiencias particulares, y mediante las cuales tan solo pretenden inflamar pechos y asesinar el espíritu crítico del auditorio?

Desde luego, parecerá un sinsentido gastar millones de dólares en quienes gozan de tan escaso crédito político; pero, “casualmente”, las razones por las cuales tal sequía de partidarios no les provoca vergüenza también son nítidas. Visto que una y otra vez fracasan, y finalmente en Cuba no acaba de producirse la muy soñada “revolución de colores” —con sus guarimbas y decenas de civiles muertos—, el objetivo no declarado es también obtener más dinero: “Vivir de eso, chico”, como expresó una vez cierto personajillo de igual camada y triste memoria, ante las cámaras de la televisión cubana.


Así se construye la “democracia” en INSTAR:
“Qué casual que casualmente pasen tantas casualidades”

 

Para ello realizan acciones ilegales, con el claro objetivo de provocar a las autoridades, de modo que luego se puedan presentar falsas detenciones o represalias inexistentes, enfocadas hacia la auto victimización mediática y con poco o ningún impacto real al interior de la sociedad cubana. Eventualmente, tanto como ahora proyectan, también tratan de arrastrar a otros mediante la seducción, la manipulación o el engaño, para así mostrar “avances” que se traduzcan en “noticias”.

Con esta nueva aventura, Tania Bruguera —CubaDecide, la NED, la CIA…— solo pretende pescar en río revuelto. Tanto es así que, acaso también por “casualidad”, desliza en las bases del concurso determinadas palabras y conceptos referidos en la llamada “Declaración del cardumen”, divulgada meses atrás por un grupo de jóvenes cineastas cubanos y ampliamente discutida en esta publicación, a través del especial “Coordenadas para un debate necesario”. ¿Cuál podría ser la intención de Bruguera en este caso? ¿Capitalizar para su grupúsculo cierta visibilidad mediática alcanzada por estos jóvenes, como resultado de reclamos legítimos, o mostrarlos como afiliados de su esmirriada plataforma contrarrevolucionaria?

Sin embargo, basta leer la “Declaración del cardumen” para percatarnos de que esta no pretende desconocer la legislación vigente ni las instituciones culturales cubanas; más bien todo lo contrario. Más allá de que pudiesen tener razón o no en ciertos puntos de vista —mucho se ha debatido ya ese asunto—, estos jóvenes, con quienes hemos discrepado en numerosos aspectos, reclaman en primer término regresar a los tiempos en que el ICAIC acogió y defendió un cine inconforme y revelador. Apuestan por un diálogo mayor y más abierto con las instituciones, la programación de sus audiovisuales en la televisión y los cines del país, el mantenimiento del espíritu plural y reflexivo en la Muestra Joven del ICAIC y que no se ejerza dogmáticamente la censura. Dicho en otras palabras: “Dentro de la Revolución, todo”.

¿Tiene algo que ver todo esto con los objetivos que persigue Tania Bruguera? Hasta en los reclamos formales y estéticos, estos contradicen las “Palabras del cardumen”. Bastaría leer, en este sentido, el texto de Ernesto Daranas, publicado también en La Jiribilla y representativo de la vocación integradora de aquel movimiento.

En su delirio disfrazado de altruismo, nuestra mecenas afirma que su proyecto impulsará el audiovisual independiente en Cuba; pero ¿qué significa para Tania la palabra “independiente”? Apuntemos que con gusto ella declara haber fundado su Instituto de Artivismo (INSTAR), un 20 de mayo, en honor a la fundación de la república mediatizada. Es demasiado obvio que su concepto de independencia pasa por una Cuba subordinada a los Estados Unidos. En eso no hay “casualidad”.

Pero también se le llama cine independiente al que un director realiza cuando quiere filmar la película de sus sueños y, para lograr ese objetivo, solo acepta fuentes de financiamiento que no impongan modificaciones o taras al guion. Sin embargo, el concepto de cine independiente manejado por ella resulta harto sospechoso. Por ejemplo, si de pronto apareciera por Mayarí alguien con el talento de Stanley Kubrick, en modo alguno este pudiera mandar a concurso un corto sobre la nueva odisea espacial, o sobre temas futuristas o históricos; tendría que hacerlo sobre temas sociales en la Cuba de hoy. ¡Vaya independencia restringida la que “casualmente” nos propone!

¿Tal reserva de temas no podría leerse también como abierta censura? ¿Acaso esto no entra en contradicción con lo afirmado en las propias bases del concurso? ¿Por casualidad los grandes temas universales —la vida, la muerte, el amor—, expresados como alegorías, abstracciones o metáforas no constituyen un problema acuciante de cualquier sociedad? Y, en fin, ¿con tal mutilación de las posibilidades creativas —dado que apenas se admitirán obras de corte realista, y que solo reflejen el contexto cubano actual— no se estaría estimulando la alienación del mismísimo arte? ¿Cómo conjugar todo esto con lo declarado en “Palabras del cardumen”?

“Casualmente”, como la NED, Tania Bruguera no quiere cine creativo, quiere propaganda. No busca arte crítico, sino hipercrítico. No desea un audiovisual que “reimagine la nación” para dignificarla, sino aquel que la caricaturice y difame. Como diría Groucho Marx en “Un día en las carreras”: "Qué casual que casualmente pasen tantas casualidades”.

Tomado del perfil de Facebook del autor