Tres momentos con René Hernández

Pedro de la Hoz
21/1/2016

En el caso de la música, como en otras expresiones artísticas, las efemérides cobran realmente sentido cuando los protagonistas de los acontecimientos trascienden el mero ejercicio memorialístico y se proyectan como entidades vivas, paradigmáticas, propiciatorias en su continuidad de nuevos desarrollos.

Es así que traigo a este espacio digital al pianista y orquestador René Hernández (Cruces, 21 de enero de 1916 – San Juan de Puerto Rico, 5 de septiembre de 1987). Al evocarlo en el centenario de su nacimiento, deberíamos no solo repasar su obra en los numerosos registros fonográficos de su múltiple actividad, desde los días en que fue pilar de las orquestas Hermanos Palau y Julio Cueva hasta sus días junto a los boricuas Tito Rodríguez y Miguelito Miranda, pasando obviamente por su decisiva integración a Machito y sus Afro-Cubans (1947 – 1966) y las grabaciones de estudio al servicio de Vicentico Valdés, sino también apreciar cómo sus contribuciones se han ido articulando en la contemporaneidad de las músicas latinas que se nutren de las raíces cubanas.

Con la Afro-Cubans, René compartió la faena de arreglista —función ejercida en diversos momentos también por Mario Bauzá y Chico O’ Farrill— con la de sostén como pianista de una de las secciones rítmicas determinantes en el jazz latino junto a Bobby Rodríguez, contrabajo; Luis Miranda, tumbadora; José Mangual, bongó y Ubaldo Nieto, timbal.

De la dimensión de esos aportes reseñaré tres momentos que pueden guiarnos hacia la comprensión de la estatura musical de René Hernández.

I.

Sin lugar a duda, una de las piezas que marcó el despegue de Silvestre Méndez como compositor y de Orlando Guerra, Cascarita, como intérprete, fue “El telefonito”. Muchos señalan que la grabación de esta obra por la orquesta Casino de la Playa fue la primera, en 1948, arreglada por Dámaso Pérez Prado.

Sin embargo, todo parece indicar que hubo un registro previo de 1944, justamente cuando René formaba parte de la orquesta Hermanos Palau, cantada por Juan José Ramírez, Fantasmita. Al menos “El telefonito” figuró en el repertorio de esa orquesta y consta que el arreglo instrumental se debe a René.

El gran Pérez Prado debió recordar ese antecedente cuando muchos años después, en una entrevista, valoró el trabajo de René: “Es cierto que el pianista de la orquesta de Machito bebió de la manera en que yo estaba haciendo el mambo en México, pero yo también, debo reconocerlo, me había fijado antes en lo que él hacía con la guaracha con Julio Cueva y los Palau”.

Amigo de Silvestre Méndez, René también orquestó de este la rumba “Tambó”, para que Miguelito Valdés la interpretara con Casino de la Playa.

II.

Ya en los Estados Unidos, antes de integrar formalmente la banda de Machito, René Hernández, hizo los arreglos y ejecutó el piano el 7 de febrero de 1947 en una grabación mítica, con Tito Rodríguez como vocalista, con quien años después, a partir de 1966, sostendría una relación estable de trabajo.

Ese día quedaron registradas las guarachas “Rumba en swing”, “Por qué tú sufres” y “Cómetelo tó’”, de Chano Pozo y “Pasó en Tampa”, también conocida como “Wha’ yu’ say”, de Arsenio Rodríguez, las cuales formaron parte después de un álbum de colección,  Chano Pozo & Arsenio Rodriguez with Machito and His Orchestra – Legendary Sessions.

La nómina completa de esa sesión en Nueva York fue la siguiente: Chano Pozo, tumbadoras y voz; Tito Rodríguez, voz; Arsenio Rodríguez, voz; René Hernández, piano; José Mangual: bongó; Carlos Vidal: tumbadoras; Ubaldo Nieto: timbales; Mario Bauzá, Frank Dávila y Jorge López, trompetas; Julio Andino, contrabajo; José Madera,  saxo tenor; y Eugene Johnson, saxo alto. Hubo otras tres sesiones: el 10 de febrero de 1947 en Nueva York, el 13 de marzo de 1948 en La Habana (en estas no estuvo René) y el 17 de enero de 1953 otra vez en Nueva York en la que sí participó René junto a Arsenio en el tres y el trompetista Mario Cora.

III.

A Eddie Palmieri se le considera un ícono del movimiento salsero neoyorquino y del desarrollo del llamado jazz latino. Pero como él mismo ha dicho, sin René Hernández todo no hubiera sido lo mismo para él.

En 1974 llamó al cubano para que compartiera con el trombonista Barry Rogers los arreglos del disco The sun of latin music, a la postre ganador del Grammy al Mejor Álbum de Música Latina en 1975.

“Para muchos es el mejor disco de Palmieri, el más experimental y universal —escribió el crítico español Xaxier Saradel—: uno que rozaba la música académica, pero sin olvidar al bailador.
Con condimentos como el violín de Alfredo de la Fe (por cierto, también cubano), que está por todos lados aportando su creatividad, la tuba, la fuerza penetrante de los metales, la percusión arrolladora. Así, “Una rosa española” (arreglo de René) es un danzón moderno que luego se transforma en montuno que hace renacer el juego alegre palmeriano, con el digno alboroto de trompetas, saxos y trombones”.

Algún tiempo después, Palmieri utilizó otras orquestaciones del admirado cubano. En una entrevista que concedió al historiador musical Luis Aparicio en 1990, Palmieri recordó: “Después de ser el pianista y arreglista de Machito y de Tito Rodrí­guez, le pedí­ a René que me hiciera una nueva versión de “El dí­a que me quieras” y el medley de Bobby Collazo, “Ritmo alegre”. La voz que recreó el clásico de Gardel fue nada menos que la de  Cheo Feliciano.