Tristezas, el primer bolero, cumple 135 años

Rafael Lam
10/9/2018

“Tristezas”, de Pepe Sánchez, compuesta en 1883, se considera —según Leonardo Acosta— el primer bolero impreso. Lino Betancourt en sus investigaciones ha encontrado un bolero similar escrito con anterioridad a este. Sin embargo, fue a partir de Pepe Sánchez que todos los demás trovadores continuaron componiendo con la misma estructura de este bolero. Hay muchos investigadores que erradamente plasman el año 1885, pero realmente fue 1883.


Festival de la trova en Santiago de Cuba. Foto: Internet
 

El musicólogo Pepe Reyes acota que “la primera grabación fonográfica de “Tristezas”, fue realizada a un trovador cubano, dado el caso que la misma fuera registrada entre los años 1906 y 1907 al legendario dueto de trovadores mexicanos Abrego-Picazzo bajo el título de ‘Un beso’, prensado en un disco de una sola cara por el sello Victor (Vi-98212) en México, aunque algunos aducen, no sin cierta autoridad, haberlo escuchado también en un cilindro fonográfico con fecha anterior”.

En suma, el bolero “Tristezas” es una obra en compás binario de 2/4, marcado por el cinquillo, primera canción impresa a la que el autor subtitula “bolero”.

Pepe contaba con solo 29 años cuando compuso este significativo bolero, escrito con dos estrofas de cuatro versos, con el “pasacalle” como introducción y enlace entre las estrofas principales de la letra de las composiciones. Un modelo para obras posteriores.

En realidad, sea o no el primero, fue el que modeló y dio forma definitiva al género, con una estructura de 32 compases y dos partes. De esa manera dio el perfil definitivo al ritmo bolero, a la estructura estilística que encaminó el derrotero del bolero y de la canción cubana, su identidad nacional. Su trascendencia se ha mantenido, imponiéndose como la canción más representativa de América Latina. 

“El bolero constituye, sin duda alguna, la primera gran síntesis vocal de la música cubana, que al traspasar fronteras registra permanencia universal”, afirmaron Vicente G. Rubiera y Rosendo Ruiz Quevedo.

El mulato Don José Viviano Sánchez (Pepe) nació en Los Hoyos, Santiago de Cuba, el 19 de marzo de 1856 y falleció el 3 de enero de 1918, por lo que ahora también se conmemora el centenario de su fallecimiento.

Fue sastre de la burguesía santiaguera y gran promotor cultural. Lo consideran el creador de la propaganda comercial, lo que hoy son los jingles. En su casa, lo visitaba una clientela de alto nivel, como Brindis de Salas, Jorge Anckermann, Antonio Maceo y Sindo Garay.

Todos los grandes boleristas de Santiago de Cuba fueron de una forma o de otra, discípulos de Pepe Sánchez: Alberto Villalón, Sindo Garay, Rosendo Ruiz Suárez, Emiliano Blez, Salvador Adams, Pepe Figarola y Roberto Moya. Pepe Sánchez fue una escuela del bolero, por eso le llamaban “Maestro del Bolero”, el trovador de los trovadores.

Hasta hace poco conversábamos con el nieto de Pepe, José Julián Padilla Sánchez, músico de Los Taínos y la Sinfónica de Oriente, y el albacea de la obra de su abuelo. Produjo en 1987 un disco con las obras de su abuelo. Participaron las hermanas Martí, las hermanas Junco, el tenor Daniel Vázquez, el cuarteto Patria y el Coro Madrigalista.

Pepe tuvo cuatro hijos: Radamés, María Eva, Amelis y Aida. Era sastre, preparaba ropas a figuras como el violinista Brindis de Salas, Jorge Anckermann, el patriota Antonio Maceo y su hermano.

En la revista Carteles, de julio de 1942, Alberto señala cómo introdujo en La Habana la forma de interpretar el bolero oriental. Los habaneros no conseguían por aquella época imprimirle un verdadero estilo. “Yo luché mucho —manifiesta Villalón— para que aquellos famosos cancioneros  llamados Ramitos, Pancho Valdés, Virgilio Arnau, Mario García, Chávez, Peleta y Pepe Martínez, se amoldaran al aire auténtico del bolero”.

Desde 1964 se celebra en diversos escenarios de Santiago de Cuba, el Festival de la Trova Pepe Sánchez. En el estreno estuvo presente Sindo Garay, Rosendo Ruiz Suárez, el Trío Matamoros y Vicente G. Rubiera.

El bolero, iniciado por Pepe Sánchez y otros trovadores de Santiago de Cuba, pasó a La Habana, y como pólvora siguió camino a México y todo el Caribe. Ese bolero cubano, adoptado por muchos padrinos en América, se convirtió en la canción representativa de todo el continente.

Al abrigo del bolero se unían las parejas en los bailes, serenatas bohemias y tertulias; fue el paisaje sonoro de todos los latinos en más de un siglo. Bien merece estar en la categoría de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Preguntemos a los millones de latinoamericanos, ya sea en América o más allá, ¿quién no tuvo un bolero en su vida? ¿Quién no guarda una melodía evocadora en su mente?

El bolero se eleva a la categoría de sociología cultural; es como un grito de los enamorados en tiempos de guerra, de crisis, de triunfos y fracasos. Es el arte de los enamorados que conforman legiones de amantes del bolero.

Tristezas

Tristezas me dan tus quejas, mujer

Profundo dolor que dudes de mí,

No hay prueba de amor que deje entrever

Cuanto sufro y padezco por ti…

La suerte es adversa conmigo

No deja ensanchar mi pasión

Un beso me diste un día

Lo guardo en el corazón.

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