Trovadores, Benedetti, y el extraño idilio de los poetas

Fidel Díaz Castro
3/3/2016

Por ese entretejido hermoso de la cultura nuestroamericana, y los azares propiciados por el oficio de hacer periodismo y radio, me vi, bien temprano, en una de esas mañana de febrero, sentado en un panel de la Feria del Libro, con dos destacados exponentes de la poesía, la canción uruguaya y los medios masivos: el cantautor —todo un ícono continental— Daniel Viglietti y el escritor y periodista Marcelo Pérez. El panel, si se proclamaba como “Días de radio” tenía como intención rendirle homenaje a Mario Benedetti.  

Viglietti, excelente conversador —como hombre de la radio y la TV—fue comentando fragmentos de una entrevista que le hiciera a Benedetti para su renombrado programa radial “El tímpano”; pudo habernos contado de su experiencia como amigo de Mario, pues hicieron discos y conciertos juntos en una amistad de décadas, pero se centró en la escucha de su programa pues tenía en un par de días(jueves 18) un concierto en Casa de las Américas recorriendo precisamente ese trabajo y que resultó memorable.

Por su parte Marcelo, nos deleitó con sabrosas anécdotas de su amistad con ese gran poeta y escritor y hombre sencillo, profundo, poético (también por su manera de vivir) al que llamamos simplemente Benedetti. Basta nombrarlo y saltan los versos del más hondo calado humano y una novia en la mirilla de sus poemas.  

Yo, que no lo pude conocer personalmente, más allá de alguna ocasión como público de su lectura, tuve que inventarme una historia, y supuse lo más apropiado ir por los caminos que más he recorrido, los de la trova; y ya que de Mario Benedetti se trata, pues nada mejor que hacer un breve viaje por la vinculación del canto y la poesía. Aquí van mis apuntes. 

Tú eres el ángel /con quien yo sueño
extraño idilio /de los poetas.
Alma sublime  /para las almas
que te comprenden  /fiel como yo.

Sindo Garay

La poesía es sustancia esencial en el trovador, no solo por la exigencia poética que caracteriza a los textos de la trova, sino porque poetas y trovadores se cofunden en el tiempo como parte de la misma vida bohemia de bares y cafetines, desde la llamada trova tradicional cubana. En aquellos finales del siglo XIX tomar un poema y musicalizarlo, o componer sobre versos del poeta, compartiendo un doble de ron, era algo natural, incluso pasando por alto el crédito; eran en tiempos en que el “derecho de autor” no existía, no importaba; por entonces se sabía que las buenas canciones son únicamente de los pueblos —algo que con el tiempo mercantil se ha olvidado.

Así hay muchísimas canciones trovadorescas en que las letras eran de poetas y la tradición se la otorga al mismo trovador que hizo la música; al ser quien la cantaba la gente las asumía de ellos. Piezas antológicas como “La tarde” de Sindo Garay, está compuesta con versos del poeta mexicano Amado Nervo y la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió (1843-1924), o la igualmente famosa “20 años” de María Teresa Vera cuya letra pertenece a Guillermina Aramburu.

Hubo poetas como Gustavo Sánchez Galarraga que, con el trovador Graciano Gómez, compusieron varias piezas antológicas dígase “En falso” y “Yo sé de una mujer”, canto enamorado a una “mujer de la vida” como dirían los abuelos.

Yo sé de una mujer que mi alma nombra,
siempre con la más íntima tristeza,
que arrojó por el fango su belleza
lo mismo que un diamante en una alfombra.

Mas de aquella mujer lo que asombra
es ver cómo en un antro de bajeza
conserva inmaculada su pureza
como un astro su luz entre la sombra.

Cuando la hallé en el hondo precipicio
del repugnante lodazal humano
la vi tan inconsciente de su oficio

que con mística unción besé sus manos.
Y pensar que hay quien vive junto al vicio
como vive una flor junto a un pantano.

A mediado de los 60, cuando llega la llamada Nueva Trova, este abrazo de poetas y trovadores cobra mayor espesura; no solo por la cercanía de poetas y trovadores, que trae el propio proceso cultural consustancial a la Revolución, también porque —y como causa de ese proceso—se desata la necesidad en muchos músicos de musicalizara grandes poetas —tal vez para buscar grandes verdades o las más hondas miradas.

En 1966 nace la revista El Caimán Barbudo muy asociada al surgimiento de la Nueva trova, y es que en ese ámbito de poetas y escritores, que es parte también del mundo intelectual de Casa de las Américas, van a moverse los nuevos trovadores cubanos, con esa óptica que da la interacción con pintores, escritores, cineastas, dramaturgos… poetas.

Es bien marcado el caso de Silvio Rodríguez quien se presenta por ver primera ante un público el 1ro de julio de 1967, en el concierto que organiza la revista El Caimán en Bellas Artes titulado “Teresita y nosotros” —Teresita, era Teresita Fernández y “nosotros” los poetas de la revista dentro de los que se incluía Silvio, como parte de los escritores, aunque fue a cantar con su guitarra. Como dice en su canción “Érase que se era” la poesía era un halo común:

Por esa época se amaba tanto, qué sé yo:
¡qué época tanta de amores!
Desfilábamos juntos, se hacían poemas,
y las calles que buenos gustos tenían.
Érase que se era una vez…

De uno en fondo pasábamos por la misma canción:
era uno, eran dos, eran tantos y qué sé yo,
pero era bonito mirarnos, vernos sufrir.
Érase que se era una vez…

Musicalizar a José Martí fue uno de los grandes saltos, o empinamientos poéticos, de aquel movimiento. Teresita Fernández hizo hermosas canciones en las que los textos de Martí salían de ella, y Sara González en su estremecedor disco con poemas del Maestro tiene audaces musicalizaciones como la del prólogo del poemario Ismaelillo o de “Fragmento  del 27 de noviembre”; Mike Pourcel hizo suyo el poema de Martí “Abril” y Pedro Luis Ferrer le puso (o le encontró la música) a “Vierte corazón tu pena” y convirtió en clásico el poema raigalmente martiano de Raúl Ferrer “Romance de la niña mala”. 

Si hubieras visto lo íntimo
de su vida y de su alma
como lo ha visto el maestro
¡Qué diferente pensara…!

Verdad que siempre está ausente,
pero si viene no falta,
entre sus manitas breves
un ramo de rosas blancas
para poner al Martí
que tengo a mitad del aula.

Con quien no tenga merienda
parte a gusto su naranja;
si cantamos al salir
se oye su voz la más alta,
su voz que es limpia y alegre
como arpegio de guitarra.

Y cuando explico aritmética
le resulta tan abstracta
que de flores y banderas
me llena toda la página.

Amaury Pérez busco los poemas que escribió Martí cuando tenía más o menos su misma edad y logro un disco joven, apasionado, armonioso, sin distancias, como si Martí fuese su amigo letrista. De ahí piezas inolvidables como “Carmen”

Es tan bella mi Carmen, es tan bella
que si el cielo la atmósfera vacía
dejase, de su luz dice una estrella
que en el alma de Carmen la hallaría.

Y se acerca lo humano a lo divino
con semejanza tal cuando me besa
que en brazos de un espacio me reclino
que en los confines de otro mundo cesa.

Noel Nicola hizo un disco (apenas visto, lamentablemente) con poemas de César Vallejo, y con el grupo de Experimentación una emblemática musicalización de su poema Masa. Silvio por su parte en esa etapa musicalizó varios poemas de Rubén Martínez Villena aunque el que quedó grabado fue el conocido como “Tonada para dos poemas de Rubén” (con los poemas cortos: El anhelo inútil y La Pupila insomne).

Y he dejado aparte al mayor musicalizador de poetas de la trova cubana Pablo Milanés. En una entrevista Silvio nos contaba que lo de Pablito no tiene comparación, casi que musicalizaba ojeando los poemarios, con la guitarra en la mano, como si los libros vinieran ya con el pentagrama. De resaltar, su canción con fragmentos de ese ensayo cardinal que es “Nuestra América”:

Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetrey la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiénse, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar a sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura.

Y no solo con la obra de Martí, también con la poesía de Nicolás Guillén, Pablo Milanés hace sustancia de su canto, poemas como “Tengo”, “Burgueses”, “Tú no sabe inglé” “Responde tú”, o “Canción” pieza rebautizada popularmente como “De que callada manera” y que lo ha acompañado durante décadas como una de sus más reconocidas –lo cual no es poco decir.

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)

Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.

Una de las musicalizaciones más atrevidas y hermosas de la poesía de Mario Benedetti, es, sin dudas, la que hace Pablito Milanés de “Hombre preso que mira a su hijo”; poema en extremo difícil: extenso y abierto en su métrica, muy desgarrado, tierno… solo una voz capaz de dar tantos matices como la de Pablo Milanés, y una sensibilidad tan especial para traducir tamaña madeja sentimental en música, pudo encontrar los incontables recovecos sonoros con los que expresar tanto dolor, tanta eticidad, tanta ternura, caos y esperanzas y diversidad de estados anímicos, como los que contiene ese poema.  

Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Logra Pablo desde una armonía hipercompleja, grandes variaciones tonales y una coherencia y acento en cada momento, cada palabra, hacer como un cuento cantado. Cuando uno mira la extensión del poema nos parece imposible lo que logra, con arreglo casi sinfónico; estamos hablando de una canción de ocho minutos. 

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides
por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

Quiero subrayar otra musicalización del más alto vuelo con la poesía de Mario Bedenetti que es la que hace Beatriz Corona, una de las grandes compositoras cubanas de la música de cámara y especialmente coral con el poema “Corazón coraza”.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

Beatriz Corona, nacida en La Habana en 1962 es compositora, directora de coros, arreglista y productora musical. Una de las más sólidas y prestigiosas compositoras de la Música Coral en Cuba. Ha musicalizado a muchos poetas, y en su extensa obra resalta la colaboración con Silvio Rodríguez en su disco Oh melancolía; en el álbum destaca la musicalización y arreglo coral del poema “Entre el espanto y la ternura” que Silvio escribiera en homenaje al pintor Oswaldo Guayasamín.

Entre el espanto y la ternura
la vida canta
una tonada clara y oscura,
profana y santa.

Entre el espanto y la ternura
corre la suerte
con el abajo y con la altura,
con vida y muerte
Llueve cada domingo, otra vez la tristeza.
El corazón me sangra como una herida abierta.
Llueve cada domingo, otra vez la tristeza.
¿Dónde estás? En un sueño donde es de noche y nieva.
Llueve cada domingo, otra vez la tristeza.

El CD Llueve cada domingo, EGREM 1989, con música de Beatriz Corona interpretada por Schola Cantorum Coralina es un disco realmente mágico que incluye musicalizaciones que hace Beatriz de escritores y poetas, como José Martí, Nicolás Guillén y de Mario Benedetti “Corazón coraza”, que ha sido interpretada por agrupaciones corales diversas, en Cuba y otros rincones del mundo. 

…porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga.

Muchos trovadores han tomado poemas, o integrado versos de Mario Benedetti en sus canciones; no pueden dejar de nombrarse los trabajos conjuntos que hizo Mario con el uruguayo Daniel Viglietti, unión que dio múltiples y conciertos y varios discos, el que realizara el poeta junto a la cantora peruana Tania Libertad, y el que hiciera junto a Joan Manuel Serrat El sur también existe. Sin dudas es Benedetti uno de los poetas más cantado en nuestra lengua. En otro momento volveré sobre sus textos musicalizados, quiero despedir esta sección con esa obra que recoge el espíritu libertario del hombre y la mujer —y también viceversa— de la América nuestra buscando la justicia social, en momentos duros como pueden ser la prisión, la tortura, o la desaparición; esencia a la que Pablo Milanés le encontró en su voz el más hondo calado, sentimental, patriótico, poético:

“Hombre preso que mira a su hijo”

Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurriría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas
que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos.
realmente botija no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula
olvidaban poner el acento en el hombre
la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y estos sí
cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.
Uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote

                                     de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos.
vos ya sabes que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio.
Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.
Y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre.
botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides
por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.
pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.
Que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos.
y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué  esquina
en qué bar
qué parada
qué casa.
y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar
una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de vergüenza
por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder
uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere
llora nomás botija

                              son macanas

que los hombres no lloran
aquí lloramos todos.
gritamos berreamos moqueamos chillamos  maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse.
llorá
pero no olvides.