Twitter y Facebook como armas de protesta

Geane Alzamora, Carolina Braga
7/4/2017

Al reflexionar sobre las protestas que marcan el siglo XXI, se nos muestra cómo el proceso de la comunicación se ha complicado y se pulveriza. En cuanto a los medios de comunicación, está claro cómo se desacreditan a los medios tradicionales en las redes y, a su vez, radios, televisiones, periódicos y revistas destacan la naturaleza ruidosa de lo que circula online. Lo que se ve son intentos de medios de comunicación tradicionales de explicaciones de lo que entra en ruptura en la escena social de las calles.


Ilustración tomada de Internet

Básicamente, hay un cambio de lógica que podría incorporarse en una forma menos traumática a la práctica comunicativa de hoy. La lógica es la forma en que los flujos de información circulan de una manera generalizada. Cada lógica comprende una o más configuraciones que ilustran cómo es el flujo de la comunicación. Radio, televisión, periódicos, revistas, etc., se han caracterizado históricamente como centros irradiadores de información. Cuando pensamos en los medios de comunicación de masas dentro de la dinámica de la red, el primer conflicto es, de hecho, que la lógica de transmisión no da prioridad a las oportunidades para el intercambio entre los flujos de información que conforman la red bajo la lógica de colaboración existente en Facebook, Twitter, Instagram, Youtube y sus variantes.

Como dice Joana Ziller (2012), dentro de la lógica de la participación, a diferencia de la televisión, el video es el epítome de la narrativa audiovisual en plataformas como Youtube y similares, en esencia con vocación democrática. Así que son ambientes donde coexisten actores tradicionales, personas comunes que se alimentan de las dinámicas participativas. En una investigación realizada en la Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil), Carlos D’Andrea (2013) señala cómo la estética de la narrativa audiovisual es tomada por el ciudadano. Hay una mezcla de lenguaje hecha para la circulación compartida en las redes.

La base de la red son las conexiones, además de la transmisión por Internet, otras lógicas se mezclan y conviven en armonía. Trabajando de esta manera, el ciudadano conectado es capaz de alimentar a los medios de comunicación con una serie de pequeñas historias que son muy valiosas y más reveladoras que un intento de explicación o resumen. La insistencia en la disputa entre la transmisión y la colaboración nos puede distraer de la cuestión central: ¿cómo se puede enfrentar el hambre de comunicación de una generación que crece en abundancia informativa?


Manifestación en São Paulo Brasil. Foto: Internet

Por supuesto, no hablamos aquí de fotogramas estáticos y mucho menos de cambios que ya están en marcha. Son básicamente intentos de interpretar las señales que iluminan los acontecimientos recientes; más bien podemos reflexionar sobre las posibilidades: la articulación de los modelos de comunicación parece una alternativa. ¿Qué tiene que añadir −y diferenciar− un periódico impreso en un escenario como este?, ¿y en las cadenas de televisión, cómo se podrían complementar los hechos relevantes de circulación en la red? ¿Las estaciones de radio tienen que diferenciarse aún más? ¿Qué ingredientes de colaboración se pueden implementar en los medios tradicionales? En el calor del momento histórico, las preguntas abundan más que las respuestas.

Twitter y Facebook en las protestas en España y Brasil

En manifestaciones que tuvieron lugar en España y Brasil, los medios sociales han jugado un papel muy importante en las formas contemporáneas de activismo político. Eso se observa cada vez más tanto en los ambientes socio-comunicacionales, como en la grabación y en el almacenamiento de contenido que se recoge en las calles, lo que genera una interfaz extremadamente porosa entre las calles y los medios de comunicación social.

Tanto en España como en Brasil, Twitter y Facebook parecen haber sobresalido en estos conjuntos urbano-media. Si, por una parte, los conjuntos de Facebook tuvieron un papel mediador en movilizaciones callejeras evidente, Twitter se ha diferenciado mediante la movilización alrededor de hashtags, que sitúan temas de discusión en tiempo real durante las movilizaciones.

Lo que se observó en la mayoría de los casos fue el uso concomitante de Twitter y Facebook para negociar los debates antes, durante y después de las manifestaciones en las calles.No se puede decir, sin embargo, que la divulgación de información en tiempo real de Twitter no haya caracterizado también a la cobertura de las protestas en Facebook. ¿O es que la disposición de las protestas, a través de eventos de Facebook, no ha calado en Twitter a través de hashtags, por ejemplo? Lo que se observó en la mayoría de los casos fue el uso concomitante de Twitter y Facebook para negociar los debates antes, durante y después de las manifestaciones en las calles.


Foto: Internet

Debe hacerse hincapié en que los modos de compartir en Twitter y Facebook se entrelazan en las otras conexiones de medios sociales. Es lo que se observa, por ejemplo, en el caso de los carteles que se propagan a través de las calles de Brasil, claramente relacionados con los registros de los manifestantes en Twitter y Facebook.

Esto fue evidente en el caso de las protestas brasileñas: “El llamado que se hizo a través de las redes sociales trajo sus propias redes sociales a la calle. Quién estuvo en la avenida Paulista se dio cuenta de que la mayoría del contenido de los carteles fueron tomados de Facebook y Twitter” (Sakamoto, 2013:97). Pero también en las protestas en España, lo que hace que las modalidades de la movilización a través de Twitter y Facebook caractericen las movilizaciones contemporáneas en las calles, porosas con los medios sociales.

Según Velasco (2013), en España, la búsqueda de la democracia real, horizontal, pacífica y aprobada por las discusiones de consenso en las calles y en los sitios de redes sociales, se puede resumir en frases como “Dormimos. Despierta. Salida de la Plaza” (Velasco, 2013: 79). En Brasil, hashtags como #ogiganteacordou, en referencia a las frases del himno nacional, “[…] deitado eternamente em berço esplendido[1] […]” y “[…] el gigante de la naturaleza […]”, resumió el espíritu de la revuelta en las calles mediada por los medios de comunicación social. En ambos casos, la apropiación social de los sitios de redes sociales para la intermediación de las movilizaciones se tradujo en expresiones legitimadas colectivamente como la síntesis del espíritu de las manifestaciones.

La propiedad social sobre los medios con fines políticos es precisamente lo que motiva movilizaciones bajo el ámbito de ciberactivismo. “De esta manera, la Historia del ciberactivismo también es la Historia de la apropiación de estos mecanismos e instrumentos para contar y difundir Informaciones” (Tascón y Quintana, 2012:102).

La propiedad social sobre los medios con fines políticos es precisamente lo que motiva movilizaciones bajo el ámbito de ciberactivismo.Cabe destacar, sin embargo, que el uso de redes sociales en las movilizaciones también cae en las mediaciones institucionales que controlan el tráfico de información. Esto no sólo refuerza la importancia comercial de estos sitios, como también expone las acciones individuales fortuitamente grabadas por los manifestantes. “Sin embargo, el activismo, el uso comercial de plataformas como Facebook y Twitter también presenta serios inconvenientes. El principal es la propiedad y el control de los datos y los contenidos que no pertenecen al usuario, sino a su compañía” (Tascón y Quintana, 2012:215).

De este modo, si por un lado los conjuntos de medios sociales como Twitter y Facebook favorecen la conformación transnacional y transversal de las protestas, por el otro permiten el control institucional de los datos grabados por los manifestantes. Esta contradicción, que está en el corazón de las movilizaciones contemporáneas, no sólo los caracteriza, sino que se erige como un desafío a todas las demás formas de red de acción colectiva.

Al igual que los manifestantes hicieron un amplio uso de los medios sociales para la grabación y la circulación de información, los medios tradicionales de comunicación de masas también lo han hecho. Es ilustrativa la investigación del Instituto Folha de Datos −relacionado con el diario Folha de S. Paulo, uno de los más grandes periódicos en Brasil−, según la cual el 80 por ciento de los manifestantes, en junio de 2013, se informó por Facebook. En un estudio posterior, realizado por el mismo instituto, se encontró que los sitios web paulistas más compartidos por los manifestantes en las redes sociales, en junio de 2013, fueron la Folha de S. Paulo y UOL, ambos relacionados con la misma empresa de medios.[2]

Estos estudios muestran que, por un lado, la información fue producida por los manifestantes y puesta en circulación por las conexiones de medios sociales configurando lo que Castells (2009) llama mass self communication; por otro, el intercambio de noticias en las redes sociales por los manifestantes muestra la cultura de la convergencia. Esto incorpora, de manera cada vez más intensa y compleja, los flujos de informaciones desde la lógica de transmisión, que esboza la comunicación de masas tradicionales, y la lógica del compartir en los sitios de redes sociales como Twitter y Facebook, de los cuales emergen flujos informativos caracterizados como mass self communication.

Un auténtico fenómeno de la mass self communication se produce de forma individual, pero puede plantear un movimiento de masas en que se accede, comparte y replica en las conexiones de medios sociales. Lejos de las jerarquías que dieron forma a la conformación de los partidos, los sindicatos y los movimientos sociales en el siglo XX, las manifestaciones sociales contemporáneas están distribuidas de modo virulento y horizontal en las conexiones de medios sociales.

Este texto es un extracto del libro de Ferré Pavia, C. (ed), (2014). El uso de las redes sociales: ciudadanía, política y comunicación. La investigación en España y Brasil. Accesible en

http://incom.uab.cat/download/eBook_6_InComUAB_redessociales.pdf

 

Referencias
Castells, M. (2009): Communication power. Oxford University Press: Oxford.
— (2013): Redes de indignação e esperança: movimentos sociais na era da internet. Río de Janeiro: Zahar.
D’Andréa, C. (2012): WebTVs no cenário da(s) convergência(s): a produção audiovisual por veículos jornalísticos de tradição impressa. Florianópolis: Insular, pp.33-49.
Sakamoto, L. (2013): «Em São Paulo, o Facebook e o Twitter foram às ruas». En:
Tascón, M. y Y. Quintana (2012): Ciberactivismo. Las nuevas revoluciones de las multitudes conectadas. Madrid: Catarata.
Velasco, P. (2011): «No nos representan. El manifesto de los indignados en 25 propuestas». Madrid: Planeta.
Ziller, J. (2012): «Expressões antropofágicas: apropriação e recriação de vídeos no Youtube». Comunicação e Cultura, 10 (3): 741-758.
 

[1] Es un fragmento del himno nacional brasileño.
[2] http://www1.folha.uol.com.br/poder/2013/07/1305911-jornalismo-domina-rede-social-durante-protestos-pelo-pais.shtml. Acceso: 23/11/2013.