Un pesar que no es ajeno

Liliam Lee
21/5/2018

¡Se cayó un avión en Cuba! Fue la expresión que inundó la redacción de teleSUR cuando los portales digitales comenzaron a difundir el suceso. Llamadas a los corresponsales en la Isla corroboraron el inverosímil suceso. La señal de la multiestatal, “Al aire”, con unos pocos elementos dada la inmediatez casi simultánea, pero siempre con la disposición de formar parte de la multiplicidad de voces que transmitían tan lamentable acontecimiento.

Padecimos la noticia a través de cada nuevo elemento que se generaba con el discurrir del tiempo. Fotografías en las que se mostraba una columna de humo atravesando el horizonte, un campo de cultivo, personas corriendo, solidaridad humana ante tanta incertidumbre.

Foto: Ariel Cecilio Lemus
 

Fuego, un ala del avión quebrada, cenizas, cuerpos inertes dispersos por el impacto. Y luego, lo que nadie quería escuchar: apenas tres sobrevivientes de una extensa lista de pasajeros y tripulantes. Ciento trece personas habían abordado, hacía solo minutos, aquella aeronave con destino a la ciudad de Holguín; ciento trece personas con ilusiones, con proyectos, con mucha vitalidad y energía aún por entregar; todas truncadas en un fatídico instante.

Con las horas, los números fueron nombres; los nombres adquirieron rostros; y con ellos, la pena se multiplicó en muchos al distinguir personas conocidas entre los fallecidos. Historias de vida entretejidas ahora por una realidad común que las supera.

Toda Cuba lamenta las pérdidas, porque más allá de si eran personas conocidas o no, se trata de ese dolor humano que emerge ante un imponderable, y más cuando acontece de manera fortuita e inesperada.

¡Se cayó un avión en Cuba!, resonó en una redacción, que aunque lejana, también se estremece ante un pesar que no le es ajeno.