Veinte años después, Pérez Boitel

Mairyn Arteaga Díaz
26/9/2018

Si una vez retrocedo porque mis fuerzas menguan,

no caviles. No me des de comer para que recupere

el sendero. No hay mayor satisfacción que

levantarse y seguir.”

Luis Manuel Pérez Boitel

 

Este 29 de septiembre el poeta remediano Luis Manuel Pérez Boitel será el invitado del habitual espacio Sábado del Libro, que tiene lugar en la calle de madera de La Habana Vieja el último sábado de cada mes.


 

Poco más de dos décadas antes Pérez Boitel se Licenciaba en leyes en la Universidad Central Marta Abreu, de Las Villas, y comenzaría una prolífera carrera de escritor que hasta hoy suma a su haber una veintena de títulos publicados, dentro y fuera de la Isla, y un gran número de premios y reconocimientos, entre ellos el Casa de las Américas en 2002, condiciones que lo convertirían en una figura reconocida dentro de la lírica nacional.

Nacido en la villa de San Juan de los Remedios, en Villa Clara, en 1969, Boitel es de los que cree que cualquier sitio es bueno para vivir si se es feliz en él y por eso ha permanecido allí desde donde emanan su inspiración y sus más raigales afectos: a su familia, a sus libros, a su poesía…

“Creo que la gente puede vivir en cualquier parte, tú no tienes que ir a lugar alguno a buscar tu espacio, tú lo que tienes es que concentrarte, tener una vida y ser sincero contigo mismo y apostar por eso, porque ese es tu tiempo y este es tu espacio, no hay otro. Y a veces decimos que uno aporta a la cultura cubana desde donde quiera que esté y es un error: uno aporta a la cultura desde donde quiera que esté, pero se va a insertar en el hecho de la cultura misma cuando logra devolver ese aporte al pueblo. Si tú no eres capaz de tener un espacio de diálogo desde una humildad con tu pueblo, no serás partícipe de esa cultura”.

Por eso ha querido Boitel que su más reciente volumen: Artefactos para dibujar una Nereida, se publicara en la Isla; y es el que llega ahora, bajo el sello de Letras Cubanas, al encuentro del Sábado del Libro para interactuar con esa población a la que se refiere el bardo.

Artefactos... ganador en 2013 del Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española (Zaragoza de Coahuila, México) es un texto que cala hondo más allá de meras palabrerías y elogios prescritos; páginas que hablan de la muerte y de la lucha por la vida y de las esencias de los seres humanos. Un título que le ha traído a Boitel grandes satisfacciones.

“El Manuel Acuña" fue un premio importantísimo, más que todo porque esa personalidad era un contemporáneo con Martí, exponente del movimiento romántico e incluso hay estudios que han demostrado la influencia del azteca, a la que el Apóstol admiraba sobremanera, en sus primeros textos; creo que fue otra convergencia entre la cultura cubana y la mexicana que siempre es bueno celebrar.

“Y Artefactos para dibujar una Nereida constituye la historia de un niño que está parapléjico, al que conocí en Colombia; es un niño que pinta ángeles con la boca y un poco llamo a la reflexión en torno al hecho de que las personas cuando se quedan sin opciones, cuando no tienen otra forma de tener espacio, de lograr cosas, en este caso la comunicación, buscan otros medios para hacerse entender”.

El libro resulta ─dice Boitel─ un diálogo constante con la familia, con la madre y con Dios, y luego está ese momento en que el niño rompe la comunicación con el mundo exterior y empiezan unos poemas que se insertan dentro de lo que hoy se conoce como tendencia neobarroca, muy de moda en el contexto poético latinoamericano, cuando el infante empieza a dialogar consigo mismo. Y eso hace que el lenguaje, las imaginaciones y los planteamientos sean mucho más intensos.

La prologuista del libro, Mirladys Ventura Portal, califica a Artefactos… como una obra de estertores, como si fuera el libro del fin, como un testamento de última hora, en el cual el poeta se afianza con toda su madurez creativa para jugarse el todo por el todo (…) La desgarradora presencia de un parapléjico gravita con coherencia en muchas de sus páginas, un joven que aferra el pincel a su boca para pintar ángeles (que para Boitel son Nereidas), imagen del autor que, atado tal vez por las circunstancias, se sujeta a la escritura como única tabla de salvación.

Así llegan ahora estos artefactos, los poemas propiamente edificados porque para Boitel la poesía debe tener también una lectura desde lo visual, sencillamente por eso de que la poesía marca tiempos y todos los tiempos dejan una mirada diferenciadora en sí misma de la poesía.

Allá en La Habana Vieja, muy cerquita del mar, ya se alistan las Nereidas, doncellas del océano, testimonios de la belleza que no se puede pisar; desde Remedios, por primera vez, llegará el poeta.

 Y será, sépanlo todos, un suceso trascendental. 

Especial de la ACN para La Jiribilla