Venezuela libre o la sangre que necesita la bestia

Rolando Segura
3/10/2017

Desde finales del siglo XX no existe Cumbre sin su Contracumbre, no se celebran reuniones regionales de alto nivel sin el acompañamiento en paralelo de Foros Sociales. Movimientos y activistas en todo el mundo, opuestos a la globalización de las políticas neoliberales, buscan alternativas que promuevan una agenda que centre en los valores sociales y ambientales, la base del desarrollo humano. Apegados a la tesis de que “Otro mundo es posible” personas de las más variadas corrientes políticas logran converger en una red que enarbola banderas contra el libre comercio, la mercantilización de la sociedad, las instituciones financieras internacionales y las grandes multinacionales que tanto influyen en detrimento de la soberanía y la democracia de los países.

Representantes de estos movimientos sociales también asistieron a la Jornada de Solidaridad Mundial con Venezuela, que se celebró a mediados de septiembre en Caracas. Fue este un encuentro en el que definió un Plan de Acción para apoyar al hermano país latinoamericano cuyo pueblo y su Revolución Bolivariana, viven bajo el permanente asedio de potencias injerencistas.

Una de sus voces, la de Joel Suárez, coordinador de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA y del Centro Memorial Martin Luther King, en La Habana, respondió a la convocatoria.


Joel Suárez, Coordinador General del Centro Memorial Martin Luther King en La Habana

 

¿Qué piensas, ahora que estás en Caracas, cuando entraste por el aeropuerto de Maiquetía, después de escuchar, de ver las noticias, lo que se dice en el mundo sobre Venezuela?

Tuvimos la oportunidad gracias a Telesur, que casi es el lado oculto de la Luna, o sea, la verdad de lo que aquí está pasando, y uno nota que hay una recuperación de la alegría en la gente, nota una tranquilidad ciudadana. He intercambiado con personas, no en el terreno ideológico, algunos me manifestaron sus antipatías al gobierno, pero reconocen lo inaceptable, lo inadmisible e impostergable de una solución a esta industria del odio que se instaló aquí, subvencionada, alentada, desde el exterior y desde Estados Unidos. Este proceso que inauguró la Asamblea Constituyente, la gente, independientemente de su posición política, lo ha recibido como un paso decisorio, definitivo y tremendo para la paz y la tranquilidad de este país.

¿Por qué los representantes de los movimientos sociales del ALBA consideran importante estar acá, en este Diálogo Mundial?

La Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA es un parto que realizamos las organizaciones y movimientos sociales de América Latina, que nos habíamos encontrado con la Revolución Bolivariana y con Chávez en la batalla contra el ALCA y fundamentalmente aquella de Mar del Plata en el 2005. En la necesidad de mantener y recrear nuestras articulaciones, tuvimos una inspiración muy grande en Chávez y en la Revolución Bolivariana y su apoyo. Por lo tanto, es un acto de fidelidad con el amigo y con la Revolución amiga.

La Revolución Bolivariana, como diría José Lezama Lima, reconocido intelectual cubano, refiriéndose en su momento a la Revolución Cubana, inauguró para los pueblos de América Latina, el Caribe y de nuestro hemisferio, una nueva era imaginaria en los sueños, en las esperanzas, en las expectativas y en la vida concreta de los seres humanos, no solo de Venezuela, sino también de nuestra región. No es hacer un recuento de cuánto sucedió en América Latina, bajo el testimonio, el ejemplo, el impulso y el acompañamiento de la Revolución cubana y Fidel, pero que fue determinante el rol de la Revolución bolivariana y Chávez en términos de integración, de solidaridad, de cooperación.

Venir a defender esta Era imaginaria es venir a defender sueños y esperanzas. Estamos en septiembre, un mes que nos recuerda otra experiencia truncada bajo el mismo asedio, casi los mismos métodos. Allá estaba el cobre chileno, aquí el petróleo venezolano. Existe una posibilidad real para los movimientos sociales y políticos de la región que acceden a los gobiernos por las reglas del juego de la democracia, de encarar transformaciones en función de las grandes mayorías de estos gobiernos haciéndoles el pase, parecería que no. Ahora con esta administración jurásica en Estados Unidos, Venezuela está viviendo lo que conocemos en Cuba, porque nacimos en un país bloqueado, agredido militarmente, financiera, comercial y económicamente.

Estamos aquí para defender con nuestro trabajo, con las comunicaciones, con el apoyo de Telesur, con cualquier esfuerzo, aunque parezca insignificante, esta experiencia que tiene sobre sí esa posibilidad, que parece maldita en América Latina, de acceder, desde la tranquilidad de gobiernos que se alcancen democráticamente, encarar proyectos para amplios sectores de la población y no para las minorías.

Como cristiano, ¿por qué es importante para ti estar acá como parte del Centro Memorial Martin Luther King?

Para nosotros no hay contradicción entre la naturaleza y el propósito de la Revolución bolivariana y los valores fundamentales del evangelio de Jesucristo. Esta revolución en su singularidad, en esa era imaginaria que representa, es una revolución explícitamente evangélica, doy testimonio de la convicción cristiana y evangélica de Chávez.

Recuerdo como, estando en el Foro Social Mundial de Caracas, que me correspondió organizar desde la presidencia internacional, un acto en el Poliedro, con Chávez. El presidente estaba afónico y llama por teléfono para conocer cómo iba el evento, qué intereses teníamos para que él incluyera y enfatizara en su discurso y cuando me le presentó por teléfono y le recuerdo que soy hijo de un pastor bautista cubano, Reverendo Raúl Suárez, diputado que él conoce, me pregunta por mi padre, a lo que le respondo que se encuentra en Caracas. Me dijo que le comunicara a mi padre que orara por él, que estaba sin voz y tenía que hablar.

Más allá de los valores de la Revolución bolivariana que, como toda obra humana, tiene deficiencias, ha cometido errores, es perfectible, hay un proyecto que está orientado por la reafirmación de la vida humana, por el respeto a la naturaleza. Esos son valores cristianos. Además, sus principales líderes, Chávez y Maduro, doy testimonio de lo profundamente cristianos que han sido y son y de su apego al mandato evangélico del amor al prójimo.

Hoy, sin dudas, existe un plan que enfila sus cañones contra ese proyecto cristiano, revolucionario, lo que también ha ocurrido en otros países de la región. De alguna manera se aprecia en Argentina, en Brasil. ¿Qué está en juego en el caso de Venezuela?

Tengo un amigo, el filósofo, teólogo y economista Franz Hinkelammert, que es Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2005, en Venezuela. Él dice que estamos viviendo la época del capitalismo cínico, que está orientado por la ética de una banda de ladrones, donde las víctimas, que somos nosotros frente a ese imperio, nos convertimos en victimarios, en asesinos y violadores de los derechos humanos. Lo que está en juego es defender la posibilidad de un proyecto, de encarar por la vía pacífica transformaciones en la sociedad que consigan beneficiar a amplios sectores de la población. Claro, aquí en Venezuela lo que está en juego es la sangre que necesita la bestia para vivir: el petróleo.

Lo que están haciendo en el Medio Oriente, lo quieren hacer en nuestra región, pero va a ser difícil. Hay un testimonio en estos años, a pesar de la diferencia ideológica de los proyectos de América Latina, y si esta crisis temporal que vivimos en los espacios formales de los mecanismos de integración, creo que hay una historia reciente de autoestima, de caminar por nuestros propios caminos sin los Estados Unidos, que va a ser una contención a cualquier intento del imperialismo de agredir a Venezuela.

Evidentemente hay en Venezuela dos posturas con respecto a este país: la que desarrolla este diálogo mundial y la postura de quienes quieren sanciones, quienes quieren más presión sobre Venezuela. ¿Cómo interpretas este fenómeno, estas armas que se pretenden enfilar contra Venezuela?

Por un problema de ecumenismo político, creo en el derecho de la existencia del diferente y hasta de la oposición política, lo que me parece inconcebible es que esa oposición política reclame para su país, con tal de “ganar” o “recuperar” lo que han perdido, sanciones que terminarán afectándole a ellos mismos y que afectarían además a sus conciudadanos y, en última instancia, hasta sus bases electorales. Me parece que este proceso tiene todo el derecho de existir. Creo en el testimonio de vocación democrática que está dando la Revolución Bolivariana y el gobierno de nuestro hermano Maduro mediante esa convocatoria al diálogo en República Dominicana. Creo en la nobleza que supone convocar este tipo de negociación, una vez más, como dice el Evangelio, porque era para no asistir. Sin embargo, a pesar de todo lo que la oposición ha hecho, de lo que han alentado; la revolución apuesta una vez más por ir y sentarse en la misma Mesa.

Tienen derecho a existir como oposición política, lo que me parece absurdo y antihumano y antievangélico, es que ellos, que declaran ser los más cristianos del mundo, para conseguir sus fines, soliciten para su país la intervención foránea. Tú y yo sabemos lo que cuesta un bloqueo financiero, comercial, como el que estamos denunciando una vez más nosotros, en estos días, desde Naciones Unidas.

En el caso venezolano también se utiliza el mismo argumento que se emplea en Cuba. Se dice que son medidas, sanciones contra el gobierno y no contra el pueblo. ¿En el caso de Cuba ha sido así?

Esas medidas afectan a todos en Cuba. El gobierno es un ente, el gobierno eres tú o yo cuando vamos a cumplir una función pública, pero cuando salimos de nuestra oficina, somos ciudadanos, tanto como los que están directamente en el gobierno, como los que están en otro tipo de actividad, que en Cuba también son afectados por tales medidas. Entonces no son medidas para el gobierno, son medidas que hemos calificado de genocidas, porque lo que pretenden es aniquilar por hambre a la población y tratar, por esta vía, de disminuir, erosionar, el respaldo popular que ha tenido y tiene la Revolución Cubana, sin lugar a dudas.  

Este Diálogo Mundial por la Paz pretende terminar con un Plan de Acción Internacional de solidaridad con Venezuela. ¿Qué ejes fundamentales crees que deberían estar en ese Plan de Acción?

Traemos algunas iniciativas desde nuestra experiencia y la primera es darle un carácter más orgánico y más organizado a los esfuerzos solidarios. La izquierda va prendiendo entre la gente pero tiene muchos déficits. No me imaginaría estos tiempos sin Telesur, que es una gran herramienta en este caso. Otra propuesta sería la batalla mediática, batallar en el mundo de las redes sociales, con el lenguaje que le llega al ciudadano común. Tenemos que lograr comunicarnos directamente con esa población que es víctima de las grandes trasnacionales de la desinformación. Considero que es a través del ámbito comunicacional donde se puede lograr la mayor eficiencia, colocando día tras día la verdad de Venezuela.

Es una batalla fuerte, contra un poder que tiene aliados en la Unión Europea, en Estados Unidos y, lamentablemente, en varios gobiernos de la región. Otro campo fundamental sería trabajar estrategias multimediales, diversas, especialmente diseñadas para aquellos sectores de público que hasta ahora no hemos conquistado como interlocutores para estos temas. V

A veces partimos de nuestro conocimiento, ignorando que el público al que nos interesa llegar desconoce o conoce tergiversadamente lo que ha sucedido. Videos sencillos, que testimonien el fascismo que se instaló aquí, el odio que se instaló aquí, donde se hicieron cosas atroces, que una persona simple, decente, de buena voluntad, condenaría. Tenemos que ser capaces de encontrar el modo para contarle todo eso a la gente de a pie, que son las que van conformando, en definitiva, la opinión de un pueblo.