Viaje poético y teatral de una asturiana por la escena cubana

Miriam Lorenzo González
8/11/2017

Tuve la oportunidad de presenciar y experimentar el XVII Festival Internacional de Teatro de La Habana entre el 20 y el 29 de octubre organizado y dirigido por Omar Valiño. Diez intensos días durante los cuales La Habana acogió espectáculos nacionales e internacionales, bajo el título Teatro, Sociedad, Resistencia. Muy adecuado en el 50 aniversario del asesinato de Ernesto Che Guevara, lector voraz y representante pleno y puro de dicha resistencia. La Habana se convirtió en un gran escenario, pleno de arte gracias a la multitud de espacios y salas de teatro que alberga la ciudad. Algo que suponía un contraste respecto a mi experiencia en ciudades como Madrid o Barcelona.
 

Montañeses, puesta en escena en Teatro de los Elementos, Cumanayagua, Cienfuegos.
Foto: IPS
 

Deseosa de conocer y aprender cómo se trabaja en la Isla, cómo se crea, cómo se estudia, y cómo funciona este rico panorama cultural, y también ansiosa por descubrir que ocurre en el contexto teatral cubano, me sumergí de lleno en el Festival. Asistí a una veintena de espectáculos, además de a coloquios, debates, talleres, y presentaciones de revistas y libros.

Quedé sorprendida por las dimensiones del Festival, por su riqueza y variedad, pudiendo asimilar una panorámica general, un fresco, que me ha permitido conocer y entender con mayor profundidad, y también con mayor meticulosidad, gran parte de la escena cubana.

He tenido la oportunidad de ver cómo se desarrollan los trabajos de determinados grupos, así como hablar y entender el proceso de sus creadores, lo que resulta fundamental para poder entender en todas sus dimensiones los temas que tratan y poder  conocer una realidad teatral cubana llena de aristas, matices y colores.  

El eje central del festival ha estado marcado por la gran diversidad de estéticas, de formas, abarcando desde una gran tradición titiritera, pasando por el clown, la performance o formas teatrales y artísticas más tradicionales.

He observado una gran vitalidad en la escena cubana, mayor que en mi propio país, reflejándose especialmente en la existencia en prácticamente todas sus provincias de varias compañías de teatro con obras constantemente en cartel. Algo que da lugar a su vez a diversos lenguajes teatrales generados y perfilados en varias provincias del país, mostrándose en cada caso las problemáticas particulares y locales de cada lugar específico.  

Lenguajes y estéticas llevadas a escena, que a su vez beben y se alimentan en contacto con la realidad social cubana, con su historia convulsa, con su política intensa, y cuyas temáticas derivan en valores universales y comunes como la igualdad, la libertad o la identidad.

Por otra parte, la riqueza de la cultura cubana, mezcla de lo latino y lo africano, muestra constantemente la interacción existente entre ritualidad y artes escénicas, consecuencia de dicho legado afrocubano. También otro aspecto, la conexión con la naturaleza, la preocupación por su conservación y futuro, la pasión por ella, están presentes permanentemente en el contexto teatral cubano.

Otras muchas manifestaciones artísticas se entrelaza con el teatro: la música tan esencial en la cultura cubana, o la danza, presentes permanentemente en gran número de obras teatrales enriqueciendo notablemente la puesta en escena.
 

Defillo. Compañía Nacional de Danza Contemporánea de República Dominicana. Foto: Mincult
 

He encontrado un teatro artesano que invita a reflexionar sobre el valor que el arte y sus diferentes manifestaciones tienen para y con la sociedad, y especialmente su carácter como lenguaje social, transformado y reinterpretado por la evolución y el desarrollo social y a su vez transformador también de dicha evolución. Una perspectiva basada en la vinculación entre arte y oficio, dentro de un marco teatral profesional, y donde se interrelacionan conceptos aparentemente diversos y extraños, como arte, resistencia, y sociedad.

Entre el variado programa artístico que nos ofreció el festival, me gustaría destacar aquellas obras y piezas teatrales que dejaron en mi una huella especial y profunda. Si tienen la oportunidad de verlas, háganlo, les cambiará la vida. Espero que con estas impresiones les anime a todas a ir y disfrutarlas. 

En Cumanayagua, tras un pintoresco viaje en autobús tuve el placer de disfrutar Montañeses, de Teatro de los Elementos, donde asistimos a una descontextualización el arte. Montañeses va más allá, sale de los espacios preestablecidos, de los entornos calificados tradicionalmente como artísticos, y nos muestra un pedazo de historia contada en plena naturaleza, donde la expresión artística no está encerrada ni marginada del mundo real que la rodea, en este caso la montaña. Las voces de los actores y actrices se funden con los sonidos nocturnos de la naturaleza, de los animales y de la respiración de un público expectante.

Una puesta en escena basada en profundizar e investigar las artes escénicas desde el punto de vista histórico y antropológico, y que ha ampliando mis conocimientos sobre la limpia del Escambray, un relato desconocido para mí que me ha permitido esclarecer una parte de la historia y de la memoria nacional cubana.

La primera vez que pude disfrutar 10 Millones, de Argos Teatro, fue en el encuentro del ITI (International Theatre Institute) celebrado en Segovia, España, en julio de este año. Ya entonces me había conmovido profundamente, pero fue la segunda vez cuando, estando viviendo ya en La Habana, 10 Millones adquirió una nueva dimensión para mí. Un joven actor nos narra un pedazo de historia cubana: la revolución y sus consecuencias, como una historia que se mantiene viva. Un testimonio que bien puede reflejar a muchas familias cubanas. Un teatro vivo, presente, que dialoga y que escucha. Un teatro confesional. Una obra que invita a la reflexión, y que deja espacio a la discusión y el diálogo.

Me he deleitado con Súperbanda clown, en un espectáculo que muestra la poética clownesca de Teatro Tuyo, en Las Tunas, y que nos hace reír y emocionarnos con una orquesta compuesta por siete músicos cuyo director nunca llegará. Cada músico aprovechará el descuido del resto de sus compañeros para hacerse con la batuta. Una ardua, loca y divertida tarea en la que no logran ponerse de acuerdo. La diversidad, la identidad y la igualdad son temáticas presentes.

Un espectáculo redondo, donde los actores y actrices muestran con maestría su dominio de la máscara más pequeña del mundo. Los juegos y los focos de cada personaje están claros, el tempo de la acción es justo, y la energía de la compañía es desbordante. Sin dejar de mencionar el asombroso dominio musical, deleitando al público cada vez que la banda toca, baila y canta.

La primera puesta en escena que me introdujo al mundo titiritero cubano fue Como la noche y el día, presentando por Alas Teatro. Nos narran la tierna historia de Bugambil, una niña de largas trenzas rubias y piel blanca y clara como el día, que vive con su abuela, negra como la noche y que trae consigo las estrellas. Abuela y nieta sufren la discriminación racial de mano de la profesora de la pequeña. El color de la piel, la diferencia, son tema central del discurso. De nuevo la segregación, la igualdad y la identidad.

Teatro de Las Estaciones en Matanzas por su parte presentaron Los dos príncipes, llevando a escena un teatro mágico de luces y sombras. La entrañable historia de dos niños que tan sólo quieren jugar juntos. Esta bella historia, pero también cruel y trágica, pone de relieve un tema que gobierna la sociedad desde hace décadas: las clases sociales y el poder.

Pero al igual que las luces y las sombras de su puesta en escena, esos contrastes están presentes con la vida y la muerte. Será a través del dolor para las familias, y del amor para los niños, donde la esencia del ser humano cobre pleno sentido. 

La realidad cubana actual, y los sentimientos encontrados de una generación emergente se plasman en Harry Potter: se acabó la magia de Teatro El Público. Teatro contestatario donde los personajes son esencias, son visiones de sí mismos. Una búsqueda por reencontrarse en la realidad que les rodea y cómo enfrentarse a ella. Abordan temas como la sexualidad, la educación o las diferencias raciales que se dan entre provincias. Un espectáculo con una puesta en escena atrevida, con una escenografía viva y con un vestuario sorprendente.

Los actores y actrices derrochan energía y vitalidad. Nos sitúan ante la realidad cubana de una manera dura y sin tapujos. Son críticos con lo que fue y con lo que es. En una mano la herencia, la memoria, la historia, y en la otra, el futuro que tienen por delante.

Quizás paseando por La Habana Vieja me pueda topar con este dúo “musical”, que con la ayuda de un tambor, tratan de vender la máscara de cubanidad al extranjero. Es Guan Melón…! Tu Melón…! la compañía teatral El Ciervo Encantado la que pone de manifiesto con esplendida maestría, y mucho humor, la crudeza de una de las muchas realidades cubanas que conviven en la isla. Teatro político y performance donde el entrenamiento actoral y la poética utilizada en su montaje, con un lenguaje muy particular, así como el uso de la imagen —demostrando lo poderosa que puede llegar a ser—,  hacen de su obra un espectáculo potente que nunca dejará indiferente al público. Una invitación a la reflexión de la mano de unos personajes cargados de energía, de vida, que se mueven entre lo grotesco y lo patético.

La única pieza-performance del festival es BaqueStriBois de Osikán Cuerpos desnudos en un teatro en desuso. Cuerpos desnudos que sudan y danzan sobre sí mismos. Una experiencia dura, real, que nos muestra los diferentes motivos que la prostitución masculina esconde. Una investigación profunda poetizada en imágenes tan fuertes que difícilmente dejan al público permanecer impasible. Acciones físicas que metafóricamente nos hablan de una realidad: un performer bate nata montada en su entrepierna, para luego cubrir sus pezones y su sexo con ella y comérsela. Golpearse, luchar o lanzar gravilla al aire y dejarla caer sobre sus cuerpos son algunas de ellas.  Un espectáculo necesario. Un teatro documental cuya puesta en escena nos plantea un discurso crítico, ético y moral, donde la política, la economía y la sociedad están presentes.

Y muchos otros que me inspiraron, y que sobre todo sirvieron para enriquecer mi perspectiva de las artes y el teatro, y entender cuanto me queda como creadora y como investigadora por descubrir y conocer.

¿Por qué queremos intercambiar cultura? Es en estos momentos de encuentro en los que se debe reflexionar sobre en qué punto se encuentran nuestras creaciones —más allá de los resultados- y como estas se relacionan con el público y la sociedad, y poder conocer los intereses de directores y artistas para poder establecer nuevos y novedosos caminos de creación.

Los creadores debemos tener urgencia por conocer otros contextos, urgencia por intercambiar nuestras inquietudes como artistas, nuestras problemáticas culturales, históricas y sociopolíticas, por vernos inundados por la experiencia de otros mundos y perspectivas. Tener panoramas escénicos que nos sirvan de referencia pero saliendo de los espacios conocidos, de nuestras denominadas zonas de confort, para podernos aportar nuevas perspectivas.

Nos queda aún mucho por decir, mucho por investigar, y mucho por mostrar. Por ello es importante reflexionar sobre la esencia y el contenido de aquello que queremos contar. Esperando poder volver a Cuba sin haber partido aún, y poder participar en festivales como la Cruzada, el Magdalena o en el Taller Internacional de Payasos de Las Tunas de la mano de Teatro Tuyo, en una Isla siempre llena de pasión.