Au revoir, querido César

Liudmila Quincoses Clavelo
17/4/2020

El niño sueña a ser muchacho, / el muchacho no sueña porque en la ciudad, / por esa época estaba estrictamente prohibido.

César López, Primer libro de la ciudad

 

Hay momentos de la historia en que la humanidad necesita de sus poetas, este es uno de esos momentos. Cuando atrapados en casa por esta Pandemia, tratamos de ser útiles, de seguir apostando por la poesía, por la promoción de la lectura, en fin, por ayudar a otros, afrontar que esta es una situación pasajera, ser positivos. Por eso también la urgencia de quedarnos en casa y cooperar con todos. Con mucha tristeza, hace ya unos días, recibí la noticia de la muerte de César López. Qué dolor tan profundo saber que no voy a escuchar otra vez la voz ronca y cálida de mi amigo, de mi maestro, saber que no pude despedirme, por eso le escribo estas palabras. Aunque como es sabido, los grandes poetas nunca mueren.

César López. Foto: Internet
 

Quisiera recordar con precisión cuando nos conocimos, creo que fue justo a principios de los 90, en aquellas hermosas Jornadas de la Poesía que se celebraban en Sancti Spíritus. Yo fui de esas personas afortunadas que tan solo con 15 años pude asistir a lecturas memorables y conocer a esos imprescindibles poetas cubanos en el patio del Museo de Arte Colonial. Por allí pasaron Eliseo Diego con su voz intensa que todavía en aquella época hacía suspirar a las muchachas, Cintio y Fina, Pablo Armando, Roberto Fernández Retamar, Antón Arrufat, Miguel Barnet, Rafael Alcides, Carilda y, por supuesto, César. La noche que leyó su poema a Frank fue impactante para nosotros, yo lo había leído, pero escucharlo en su voz fue inolvidable. Al terminar la lectura nos quedamos a su lado, los jóvenes poetas de entonces, nunca pudimos separarnos de él. Era un gran conversador, hacía las pausas correctas, era cinematográfico, nos describía las grandes capitales, recomendaba libros. Aun muy enfermo tuvo la gentileza de atenderme por última vez hace ya algunos meses. Creo que los poetas cubanos le agradecemos a César su poesía y su magisterio. Ese excelente ser humano que fue y que todos recordaremos.

En el año 2005 nos invitaron, a César y a mí, a Villahermosa, al Festival de poesía de Tabasco, México. Yo estaba embarazada de muy poco tiempo, aunque ya se empezaba a notar. Recuerdo aquellas largas conversaciones preparando el viaje, las conferencias y hasta las lecturas las hacíamos por teléfono, fue delicioso. Unos días antes de partir, le dije a mi madre que yo podía volar porque iba acompañada de un médico. Como es lógico, hablaron y César se comprometió a hacer la vigilancia necesaria. Nunca me he montado en un avión que atravesara tantas turbulencias, me tomaba el pulso, me revisaba la presión, así todo el vuelo. Recuerdo el cuidado que tuvo en acompañarme a todas las actividades y nuestro paseo por Palenque, así fue como, a pesar de nuestra diferencia de edad, tejimos una amistad muy especial.

Sus libros me han acompañado siempre, siento que es un poeta imprescindible en el ámbito de la poesía cubana. Un poeta fundamental. Un genuino intelectual. Abracemos su recuerdo, su obra, que sin dudas permanecerá como referencia obligada para escritores de todas las generaciones.

Abracemos su memoria, su existencia consagrada a la poesía. Au revoir, César López.