Alberto Guerra Naranjo

Como si fuera Jorge Negrete

Mi padre, con argumentos de amor de cuarentonas, declinaba siempre aquella invitación y se escurría con decencia, pero ese domingo necesitaba cambios de aires y, ante tanto ruego de sus amigos perversos, con tal de que lo dejaran tranquilo, terminó acompañando a Tito Medina y al resto de la tropa.