Una de las grandes experiencias que me ha aportado mi permanencia como historiador del Ballet Nacional de Cuba (BNC), ha sido la de ver crear el vasto repertorio surgido a partir de mis primeros vínculos como miembro oficial de esa compañía danzaria. Desde el montaje de Un retablo para Romeo y Julieta, creado por Alberto Alonso en 1969, hasta Ballet 101 del canadiense Eric Gauthier, estrenado en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba el 17 de marzo de 2023, he tenido el inmenso honor de ser testigo de tan hermoso proceso de creación. En este largo periodo, que abarca 54 años, he visto a coreógrafos de las más diversas tendencias estilísticas, en estrecha colaboración con los intérpretes, diseñadores, dramaturgos y compositores, lograr obras altamente significativas. Una de las más hermosas experiencias en ese campo me las proporcionó el excepcional bailarín y coreógrafo Antonio Esteve Ródenas, mundialmente conocido como Antonio Gades (Elda, 16 de noviembre de 1936 – Madrid, 20 de julio de 2004), a quien conocí en su primera visita a Cuba en 1975 y con quien establecí una especial relación al vincularse al Ballet Nacional de Cuba a partir de 1978.

Antonio Gades. Foto: Pepe Lamarca / Tomada de la Fundación Antonio Gades

Gades fue de esos creadores que buscó sus temas inspiradores en las fuentes más diversas, pero siempre emanadoras de elevados sentimientos humanos, como el amor, las complejidades de la convivencia humana y la lucha por la justicia social. Así lo hizo en casi todas sus creaciones: Don Juan, estrenada en 1965 en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid, personaje nacido en la España del Siglo de Oro y símbolo del hombre conquistador, mujeriego, melancólico y sediento de poder, que durante siglos, desde el Renacimiento y el Barroco, ha servido de inspiración a músicos, coreógrafos y teatristas del mundo entero; Bodas de sangre (1974); Carmen, estrenada el 17 de mayo de 1983 con la célebre gitana cigarrera, como símbolo de la libertad y la independencia femenina, creada por Prosper Mérimée en su novela publicada en 1847 y recreada por el compositor George Bizet en su ópera homónima estrenada en París en 1875; y Fuenteovejuna, inspirada en la célebre obra de Lope de Vega publicada en 1617, que tiene como temas principales el honor, el poder colectivo y el abuso de poder. Fuenteovejuna se inspiró en los acontecimientos ocurridos en el municipio homónimo en la provincia de Córdoba, Andalucía, en el siglo XV y fue estrenada por su compañía en la Ópera de Ginebra en 1994.

Gades buscó sus temas inspiradores en las fuentes más diversas, pero siempre emanadoras de elevados sentimientos humanos, como el amor, las complejidades de la convivencia humana y la lucha por la justicia social.

Para Bodas de sangre, estrenada el 2 de abril de 1974 en el Teatro Olímpico de Roma, se inspiró en la célebre tragedia escrita por Federico García Lorca en 1931 y estrenada dos años después en el Teatro Beatriz, de Madrid, por la Compañía de Josefina Díaz y Manuel Collado, basada en un hecho real ocurrido en el pueblo de Níjar, en Almería, en 1928.

El texto original de Lorca fue utilizado por Gades con un libreto especial creado para su idea balletística por el dramaturgo Alfredo Mañas, en la que se suprimen varios personajes secundarios, para resaltar la idea principal: un gran drama de la vida y la muerte, pero “de un modo arcano y ancestral en el que figuran mitos, leyenda y paisajes, que conducen a los espectadores en un mundo de sombrías pasiones que derivan en los celos, la persecución y en el trágico final: la muerte”.

Antonio Gades y Carmen Villena en Bodas de sangre. Foto: Tomada de la Fundación Antonio Gades

Gades supo sintetizar el eje de la trama, dado por las ideas de odio y venganza de una madre, que ve a una joven casarse con su primo, el apuesto Leonardo Félix, hijo del asesino de su marido y uno de sus hijos. El público cubano conoció las Bodas de sangre, de Gades, cuando la presentó con su compañía en su primera visita a Cuba en 1975. Tres años después, a petición de Alicia Alonso, realizó su montaje para el elenco del BNC, con el que trabajó de manera cercana e intensa, aportándole toques muy especiales, dado que iba a ser interpretada por bailarines formados en la técnica académica y no en el flamenco como había sucedido hasta entonces. Fui testigo de esa hermosa colaboración que logró un éxito total durante su estreno cubano y en las giras del BNC por Estados Unidos y Europa, incluyendo la propia España. Fueron sus estrellas Marta García como La Novia, José Zamorano como Leonardo, y Loipa Araújo, Raúl Bustabad y Clara Carranco en los roles de La Mujer, El Novio y La Madre, respectivamente.

Desde entonces Bodas de sangre ha sido una carta de triunfo en el repertorio del BNC. Ahora, después de casi 10 años de no subir a nuestros escenarios, en hermosa colaboración con la Fundación Antonio Gades y en ocasión de celebrarse el XXX Festival Internacional La Huella de España, la obra podrá ser disfrutada por un público nuevo y renovado. Al milagro han contribuido Stella Arauzo, directora artística de la Compañía Antonio Gades, quien interpretará el rol de La Madre, y los bailarines Álvaro Madrid y Esmeralda Manzanas como Leonardo y La Mujer, respectivamente. Corresponderá a Viengsay Valdés, nuestra primera bailarina y directora del BNC, encarnar a La Novia y Darío Hernandez será El Novio.

Hermosa muestra de riqueza artística y de fraternal colaboración entre la danza española y cubana.

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