Para orgullo de todos los cubanos, el nombre de Carlos Acosta está asociado a la grandeza del arte del ballet y muy especialmente al aporte que ha hecho Cuba a un arte centenario y universal. Desde su etapa escolar y particularmente tras su graduación en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, en 1991, Carlos Acosta ha ocupado un lugar cimero en el ámbito internacional del ballet y no es hiperbólico afirmar que su nombre constituye punto cimero en la historia de la escuela cubana de ballet, que tuvo como patrón de excelencia a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso. Tras obtener el prestigioso Grand Prix de Laussana en 1990, siendo aún un estudiante, su carrera profesional lo llevó a obtener los más cálidos elogios del público y la crítica especializada a nivel mundial. Sus triunfos los ha cosechado en los escenarios de mayor prosapia, entre ellos el Ballet del Teatro Nuevo de Turín y la Scala de Milán, en Italia; el Houston Ballet y el American Ballet Theatre, en los Estados Unidos; el Ballet de Stuttgart en Alemania, la Ópera de ParÍs, el Ballet de Tokio y el Ballet Bolshoi de Moscú, entre otros muchos.

Para orgullo de todos los cubanos, el nombre de Carlos Acosta está asociado a la grandeza del ballet y muy especialmente al aporte que ha hecho la Mayor de las Antillas a un arte centenario y universal.

La Gran Bretaña ocupa un lugar especial en la trayectoria artística del gran bailarín cubano, no solamente por los años en que ha bailado en esa nación sino por la amplitud de su desempeño artístico como intérprete y coreógrafo. En 1991 inició su vínculo con el English National Ballet y desde el 2003 hasta su retiro escénico ostentó el exclusivo rango de Principal Artista Invitado del Royal Ballet de Londres.

En la capital británica ha recibido innumerables honores, entre ellos el título de doctor honoris causa por la Universidad Metropolitana de Londres, así como los Premios del Círculo de la Crítica de Londres como mejor bailarín de las artes británicas y el Premio Laurence Olivier de las artes escénicas, galardones a los que hay que sumar también la Distinción de Comendador de la Excelentísima Orden del Imperio Británico y el Premio de la Coronación Reina Isabel II, otorgado por la Real Academia de la Danza de ese país.

El maestro y coreógrafo británico Ben Stevenson, junto con la pedagoga cubana Ramona de Saá, han sido los sólidos mentores que han guiado su exitosa trayectoria.

El público británico, especialmente el londinense, ha recibido siempre a Carlos Acosta como un ídolo y ha seguido con total entrega y entusiasmo su trayectoria en los escenarios de esa nación. En reconocimiento a esos estrechos vínculos, en el 2017 el ilustre cubano recibió el alto honor de ser nombrado Director Artístico del Birmingham Royal Ballet.

Gran Bretaña ocupa un lugar especial en la trayectoria artística del reconocido bailarín cubano, por la amplitud de su desempeño artístico como intérprete y coreógrafo.

Hace pocos días, entre el 26 y el 30 de julio, el también primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba, festejó el 50 aniversario de su natalicio (La Habana, 1973) con una serie de galas en el prestigioso Teatro Covent Garden de Londres, sede principal del Royal Ballet y de la escuela británica de Ballet.

Con visible emoción Carlos declaró a la prensa:

Estaré acompañado por brillantes bailarines del Royal Ballet de Londres, Acosta Danza y Birmingham Royal Ballet para celebrar mis 50 cumpleaños con el maravilloso público en la Royal Opera House Covent Garden.

Ha sido de los momentos más especiales de mi vida por volver a este histórico teatro, lleno de tantos recuerdos maravillosos para mí… gracias desde el fondo de mi corazón.

Las mencionadas galas, que acapararon la atención de todos los amantes del arte del ballet, incluyeron las actuaciones del propio Carlos en Apolo, con la argentina Marianela Núñez, estrella del Royal Ballet y Céline Gittens y Lucy Waine del Birmingham Royal Ballet; el pas de deux del segundo acto de El lago de los cisnes junto a la Núñez y una escena de Manon, de Sir Kenneth MacMillan, también con ella, y Mermaid pas de deux, del coreógrafo belga Sidi Larbi Cherkaoui, junto a la cubana Laura Rodríguez, de Acosta Danza. El programa incluyó también escenas de Carmen, con coreografía de Acosta, por miembros de la compañía cubana; El Corsario, interpretado por su sobrino Yonah Acosta y Lauretta Summerscales, primeras figuras del Ballet Estatal de Baviera, el solo Liebestod, de Valéry Panov, por Brandon Laurence, primer bailarín del Birmingham Royal Ballet; y La muerte de dos cisnes sobre la original de Fokine a cargo de Zeleny Crespo, Raúl Reinoso y Mario Sergio Elías, de Acosta Danza. Cada noche cerró el espectáculo con escenas de Tocororo, obra de corte autobiográfico creada por Carlos Acosta en el 2004 y estrenada en el Gran Teatro de La Habana, que en esta ocasión fuera interpretada por bailarines de su propia compañía habanera.

El compromiso de este cubano universal con el arte de la danza se hace cada día más patente al dar a conocer, él mismo, la creación en el próximo mes de septiembre del Acosta Dance Centre (ADC), Woolwich Works, en el sureste de la ciudad de Londres, que será un espacio para el desarrollo de profesionales y otros amantes de la danza, mediante el otorgamiento de becas, especialmente para coreógrafos jóvenes y talentosos procedentes de todas partes del mundo.

Hermoso comprobar cómo Carlos Acosta no ha perdido sus raíces ni su brújula como ser humano.