Carlos Acosta

Carlos Acosta
7/12/2016

Considero que la educación gratuita es un derecho humano, un derecho de todos; poder educarte independientemente de las condiciones económicas en que hayas nacido, aunque seas de una familia pobre. En el ámbito del ballet y de las artes, es todavía peor, porque unas zapatillas de ballet cuestan cien dólares. Gracias a las oportunidades que recibí en Cuba, he podido convertirme en el bailarín que soy. Nos daban las clases, el entrenamiento y el aseguramiento material: las zapatillas, la alimentación y todo lo demás. No tener dinero nunca fue un impedimento para estudiar.

Hay que tener presente que, entre los que no pueden, hay muchísimo talento que el mundo se está perdiendo. Por eso quiero hacer una escuela que le dé a todos los muchachos talentosos del mundo la posibilidad de estudiar este arte. Eso es algo muy noble y necesario en estos tiempos. Fidel fue y es el campeón en ese modo de pensar, de darle a todo el que tenga talento una buena formación artística. Por eso he dicho que para mí él es el número uno, el mayor benefactor. No es fácil encontrar presidentes de una nación que se interesen por venir al teatro a ver espectáculos de danza. Él vino a muchos de nuestros espectáculos y tuve la oportunidad de hablar y debatir con él, responder sus preguntas, y eso a un artista lo estimula mucho. He comentado en estos días que durante los diecisiete años que estuve bailando en Inglaterra, por el ballet no pasó nunca Tony Blair, ni Gordon Brown, ni ningún mandatario. No les interesa. Es más, cuando hay que recortar el presupuesto de un país, las artes son las primeras que se van.  

En Cuba, nosotros hemos tenido esa gran fortuna y esas oportunidades, gracias a la Revolución y a Fidel.