Chano Pozo, Penicilina y Los Compadres

Sigfredo Ariel
16/8/2018

Antonio Arcaño, ya anciano, le comentaba melancólicamente a una periodista que en los discos apenas había reflejo del verdadero trabajo de su orquesta. Los danzones de nuevo ritmo de Arcaño y sus Maravillas, en los bailes, solían durar entre seis y diez minutos y las placas de entonces apenas alcanzaban tres. Tampoco trascendió en la fonografía el «nunca acabar» de los sones de antaño, así que es preciso, en verbo de imaginación, poner mucho de nuestra parte cuando se trata de música grabada hace unos setenta años.

Al revisar los registros fonográficos realizados en Cuba en esa época, sextetos y septetos parecen haber desaparecido. Las últimas grabaciones del Nacional están fechadas en el umbral de esa década. Como excepción, el Habanero realizó seis grabaciones en 1940, dos en 1945, ocho en 1946 y doce en 1948 que tuvieron escasa repercusión.[1] Por entonces muchas de las agrupaciones soneras se habían disuelto o se transformaban en grupos más pequeños que trabajaban donde y cuando se podía.

Las jazz bands de moda actuaban en lugares exclusivos como casinos y clubes, y encontraban trabajo regular en estaciones de radio, muchas veces como acompañantes de cantantes. En la Havana Casino, orquesta de planta de rhc Cadena Azul, debutó Chano Pozo como tumbador, y en esa emisora fundó su Conjunto Azul, con un estilo muy cercano al de Arsenio Rodríguez.


Chano Pozo a inicios de los años cuarenta. Fotos: Cortesía del autor

 

Miguelito Valdés con la Casino de la Playa, Julio Cueva y Hermanos Palau, entre otras jazz bands, comenzaron a dar a conocer composiciones de Chano como Ariñárara, Guagüina yerabo, Anana boroco tinde, Parampampín, Ampárame y la exitosa Blen blen blen, que llegó al disco por primera vez en 1941 por la orquesta del Hotel Nacional con Tito Gómez, junto con la Conga de los dandys, (El alacrán), Tumbando caña y Timbero, la timba es mía, con Chano en la tumbadora. Luego, hacia mediados de la década, el guarachero Orlando Guerra, Cascarita, popularizará, con la orquesta de Cueva o la Casino de la Playa, El Pin Pín («cayó Berlín, pon-pón, cayó Japón»), Estoy acabando y Llora.[2]

Entre los danzones más gustados en esa etapa destacan Almendra (1940) y Penicilina (1945), ambos de Abelardito Valdés[3]. Esta última pieza reseña, socarronamente, el reciente descubrimiento de tal antibiótico para curar la sífilis, y como el número «prendió» en el público de manera instantánea, fue incorporado al repertorio de orquestas y conjuntos, entre ellos, el Matamoros con Benny Moré, entre 1944 y 1945.


Conjunto Matamoros, 1944

 

Penicilina tiene varias versiones. La más popular de todas no tiene texto, y es interpretada con ojos ardientes y caderas enloquecidas al compás de una letra reveladora: «Bum-bum, bum, bum-bum, bum». Su repetitiva melodía de seis notas se basa en un acompañamiento punzante, traqueteante, que suena como si se estuviera derrumbando un almacén de cubertería. Cuando invitaron a grabar su canción, el autor, un negro genial llamado Abelardo Valdés, incluyó apenado una estrofa de la «Marcha nupcial» de Mendelssohn para que la canción llegara a tener la duración estándar de los discos. Su popularidad local finalmente llegó a tales proporciones que Valdés se sintió inspirado a componer una segunda canción titulada Sulfatiasol.[4]

Cuando los años cuarenta rebasaron su mitad, el trío Matamoros ilustraba conferencias y charlas académicas en los cursos de verano de la Universidad de La Habana, aunque se mantenía en programas de radio como Ecos del pasado, Canciones de ayer y otros con títulos por el estilo. Siro, Cueto y Miguel, integrados en el conjunto Matamoros, se presentaban también en el Hotel Nacional y en las emisoras rhc Cadena Azul o Mil Diez, con Ramón Dorca al piano y Carlos Embale como «voz de recambio». Por unos meses esa plaza había sido ocupada por Benny Moré, hasta que decidió establecerse en México, tras su única gira con el grupo.

María Teresa Vera, quien había actuado por un tiempo con el cuarteto de Justa García a finales de los treinta, formó dúo a la manera trovadoresca con Lorenzo Hierrezuelo y en cmq Radio la bautizaron entonces «embajadora de la canción de antaño». Sin dejar de cantar y tocar junto a María Teresa, Hierrezuelo se unió a su primo Francisco Pancho Repilado en el dúo Los Compadres con un repertorio centrado en sones «al modo oriental», de corte campesino, muchos de ellos de su autoría: Yo canto en el llano, Cuando el río suena, El Paraná, La calabaza, Sarandonga, Mi son oriental… Para actuar en las emisoras y hacer grabaciones sumaban a la guitarra y al tres, maracas, bongó y contrabajo.[5]


Lorenzo Hierrezuelo (Compay Primo) y Francisco Repilado (Compay Segundo)

 

El septeto femenino Anacaona se transformó en jazz band tras un corto lapso como charanga, y trabajaba por esos años en los «aires libres», bajo la marquesina del Hotel Saratoga, alternando con otras agrupaciones de mujeres y grupos campesinos, como el de los hermanos Raúl y Radeúnda Lima. Hacia 1951 Arsenio Rodríguez entrega su conjunto a Félix Chappottín y marcha a Estados Unidos; Arcaño y sus Maravillas y Melodías del 40 decaen en popularidad y/o intentan sumarse a la moda del chachachá, como la mayoría de las charangas. La mejor jazz band cubana de esa época es, sin duda, la orquesta Riverside, de Pedro Vila, con su cantante Tito Gómez.

En el arrimo del nuevo decenio, cuando proliferarán los conjuntos,[6] persistirán, ambulantes —prácticamente van a ser eternos— por La Playa y otras intemperies habaneras el tresero y el cantor «luchadores», quienes, al mismo tiempo que entonan un bolerito, una guaracha o un son montuno, tocan claves o maracas y al final «pasan el cepillo». El dúo sube a los ómnibus, aparece en bodegas, restaurantes y bares por tres décadas más: «¡Coopere con el artista cubano!» En el metro de Barcelona vi, no hace mucho, un dueto de ese talante: dos jóvenes músicos cubanos cantando y tocando sones muy viejos, como El cangrejito, Beso discreto y Madrina, mi pollo.

Tracks

1. CONJUNTO MATAMOROS Penicilina

2. LOS COMPADRES Mi Son Oriental 1956

3. ORQUESTA CASINO DE LA PLAYA Anana Boroco Tinde 1940

4. ORQUESTA JULIO CUEVA CON CASCARITA El Pin Pin 1946

Notas:

[1] Algunos de estos registros son versiones de piezas grabadas con anterioridad, como Tres lindas cubanas, Loma de Belén, Galán, galán, Elena la cumbanchera, La chambelona, Esas no son cubanas, Caballeros silencio, Criolla carabalí y Eres mi lira armoniosa. Desde 1935 el Septeto Habanero fue dirigido por Gerardo Martínez, El Príncipe, único fundador que se mantuvo en activo en el grupo, el cual, al año siguiente grabó dos caras de disco como Conjunto Típico rca Victor de Gerardo Martínez y después —con el añadido de una trompeta y una tumbadora—, comenzó a llamarse Conjunto Típico Habanero. 
[2] Por mediación de Miguelito Valdés, Chano pudo realizar en Nueva York en febrero de 1947, cuatro grabaciones «con su ritmo de tambores» (Chano y Carlos Vidal, tumbadoras; Billingui Ayala en el bongó) para la firma SMC, de Gabriel Oller, y unos meses más tarde de un grupo de composiciones suyas (Serende, Seven seven, Rumba en swing, Cómetelo tó, Por qué tú sufres), con la participación de Arsenio Rodríguez, el cantante colombiano Tito Rodríguez, Marcelino Guerra, Panchito Riset y músicos de la banda de Machito, con arreglos de René Hernández y Frank Gilberto Ayala.
[3] Abelardito Valdés fundó su orquesta en 1940 y la nombró con el título de su danzón más exitoso: Almendra. La charanga contó, mientras se mantuvo en activo, en grabaciones y actuaciones radiofónicas, con el trío de Luisito Plá y sus guaracheros y la cantante Dominica Verges, quien estuvo siempre muy vinculada con la canción trovadoresca.
[4] La cita pertenece al artículo «Cuba’s Tin Pan Alley» del norteamericano Winthrop Sargeant, que apareció en Life Magazine el 6 de octubre de 1947. La traducción del artículo de Sargeant pertenece a Jorge Ignacio Domínguez, quien lo publicó en su blog Tersites (http://tersitesexcathedra.blogspot.com/2013/03/el-tin-pan-alley-cubano.html).
[5] Francisco Repilado —mucho tiempo después conocido como Compay Segundo— tocó el clarinete con el conjunto Matamoros por espacio de doce años, agrupación en la cual también trabajó Lorenzo Hierrezuelo, como guitarrista y cantante.
[6] Algunos de los primeros conjuntos inscritos como tales: Kubavana, de Alberto Ruíz (ca. 1941), Rey de Reyes, de Niño Rivera (1942), Casino y Niágara (1943), Colonial, con Senén Suárez y Nelo Sosa (1947), René Álvarez con Los Astros (1948), Luis Santí (1948), Saratoga (1947), Modelo (1952), Artemiseño (1953) entre otros. Muchos no llegarían a grabar discos, como América, Camacho de rhc Cadena Azul, Zombie…