Circuba, una pasión para todos

Evelyn Corbillón Díaz
6/9/2017

Fabián y Flabio González Dugues, gemelos de 11 años, desde muy pequeños soñaron con pertenecer al mundo del circo, inquietud quizá incentivada por sus visitas a la Carpa Trompoloco, en La Habana, y a las ediciones del Festival Internacional Circuba.

Aún sin edad para ingresar a la Escuela Nacional de Circo, intervinieron en varios proyectos, e incluso, participaron en el primer  intercambio cultural circense entre Cubacirco pioneril Ángeles del futuro y Etnoartes Asociación civil, celebrado en Lima, Perú, en el
2015, certamen en el cual se alzaron con el premio Revelación.

Pero una de las mayores satisfacciones de estos jóvenes talentos que incursionan en las paralelas, acrobacia y mástil, fue la oportunidad de compartir con el público de nueve provincias durante la gira nacional de Circuba del 4 de julio al 10 de septiembre. Evento que este año estuvo dedicado a las familias circenses y a las nuevas generaciones.

El espectáculo Circo es… resultó aplaudido por miles de personas de lugares intrincados de la geografía antillana, a cargo de representantes de Cuba, Rusia, Argentina, México y Uruguay, quienes fusionaron la magia de sus números con el bel canto, de la mano de integrantes del Teatro Lírico Nacional; la compañía Rodrigo Prats, de Holguín; y la Ernesto Lecuona, de Pinar del Río.

foto del espectáculo Circo es…
 La mayor satisfacción de estos jóvenes talentos es compartir con el público.
Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez y Cortesía del Circo Nacional de Cuba

 

Una historia, un propósito

Corría el año 1981 cuando se concibió el primer Festival Internacional Circuba, pensado con un carácter bienal, pero que la situación económica del país obligó a prolongar durante varios años a causa del Período Especial; aunque no melló la idea de superación de
los artistas y sus avances técnicos.

José Manuel Cordero Hernández, coordinador general de la cita, explicó que hasta la década del 80 solo existían dos lides mundiales
de circo —Mónaco y Francia—, independientemente de que se trataba de un arte legendario, con más de dos siglos, y  la Isla ostenta varios lauros en esas competencias y mantiene una buena representatividad. En su etapa inicial, Circuba contó con cinco ediciones (1981, 1983, 1985, 1987 y 1989) y llegó a disponer de la Ciudad Deportiva como escenario que acogió al espectáculo más grande a nivel global hasta ese entonces en cuanto a asistencia de público, al reunir a 15 000 personas.

Tras un tiempo, en el 2007 renació la iniciativa en un abarrotado teatro Karl Marx en el que los amantes de la manifestación revivieron sus sueños. Si bien no participaron artistas de otras naciones, sí lo hicieron empresarios, directores de compañías internacionales y  fotógrafos, quienes palparon la fuerza del encuentro.

“Surgieron algunos festivales en el mundo durante ese período; no obstante, América continuaba carente de su gran evento, de la puerta
circense del continente hacia otros empeños, de ahí la importancia del  regreso de Circuba”, precisó.

Otra vez el teatro de los grandes acontecimientos le abrió sus puertas en el 2008, año en el que sumaron la Carpa Trompoloco, hoy sede
principal de sus funciones, y viajaron a la capital caribeña artistas de México.

Para el 2010 ya disponían de concursantes de Venezuela, México, Rusia, El Salvador y por primera vez, de los Estados Unidos,  específicamente el dúo de trapecio fijo Rose, que mereció la medalla de bronce. En la siguiente edición, arribaron a la Isla 19 naciones,  aspecto determinante en la calidad del Festival.

Circo sin descanso

En el 2009 se recuperó la gira nacional, que recorre los sitios más recónditos con el nombre de Circuba viaja por Cuba, y obsequia galas
internacionales para el disfrute de la familia.

“Antes se dividía en dos carpas, una que se movía de la región oriental  hacia el centro y otra, de occidente al centro, y ambas se
unían en un gran espectáculo. Para el primer intento de retomar las presentaciones involucramos a Ciego de Ávila, Santiago de Cuba, Las
Tunas, Villa Clara y Pinar del Río; y el público recibió con agasajo a los participantes”, remarcó Cordero Hernández.

Más que un intento de promoción, el periplo pretende llevar el arte a todos por igual, y con esa meta, siempre sortean obstáculos,
apoyados por las provincias y sus patrocinadores.

Este año se propusieron “escapar” de los códigos tradicionales, y en su afán de hurgar en los estados de ánimo de los espectadores,
ofrecieron puestas cargadas de amor, drama y alegría. La fusión con figuras jóvenes fue reverenciada por cuantos decidieron no quedarse en casa al paso del elenco por las capitales provinciales y las comunidades seleccionadas, para completar el centenar de funciones a
lo largo y ancho del archipiélago.

Quizá uno de los instantes más emotivos para los artistas en su estancia en los nueve territorios, sea el intercambio con miembros del
proyecto comunitario pinareño Con amor y esperanza, dedicado a la creación artística de personas con síndrome de Down; y en el que
encontraron una calurosa y sincera acogida.

A esos niños y jóvenes, Circuba regaló un espectáculo especial, en el que estuvieron presentes lágrimas, risas y el aplauso de quienes no creen en limitaciones para hacer volar su imaginación.

Holguín acaparó las miradas en la gira. En la ciudad de los parques encontraron la mayor cantidad de público en tres décadas, privilegio
que se atribuyó la sala techada Néstor Fernando de Dios Buñel, conocida como el Ateneo Deportivo.

Héctor Rodríguez, tenor del Lírico Nacional, explicó que para la primera presentación del periplo, efectuada en Sancti Spíritus, se
mostró escéptico por la mezcla del arte circense con la ópera; pero la satisfacción de los que llegaron a la sala polivalente de la tierra
del Yayabo —más de 6 000 asistentes— le permitió entender lo acertado de la decisión.

“En suelo espirituano recibí la ovación más grande de mi carrera, y se la debo al Circo Nacional y a Circuba”, acotó.

Por nuevos caminos

Aún sin lanzar la convocatoria al certamen del año venidero, ya cuentan con una veintena de solicitudes de participación de artistas de varios países, dispuestos a financiar sus boletos aéreos y a quedarse en la Isla para compartir sus experiencias en las provincias durante dos meses, sin remuneración alguna, como ha venido sucediendo en ediciones anteriores.

En el 2018 se cumplirá medio siglo de la institucionalización del circo cubano, de ahí que en cada presentación de Circuba dedicarán un
momento a recordar la vida y obra de Fidel Castro, artífice del desarrollo de esa manifestación en la Isla.

“Por eso la gira de este calendario se llamó Circo es…, la del próximo, El circo siempre, mientras que la de 2019 se llamará Circuba eternamente; como un modo de decirle al líder histórico de la Revolución: estamos, llegamos, continuamos y nos encontramos”, aseveró José Manuel Cordero Hernández.

Nuestro circo tiene que reinventarse y demostrar que Cuba representa una gran potencia cultural, porque su técnica es respetada a nivel
internacional y quienes confluyen anualmente tienen la oportunidad de brindar al público aventuras sin límites, añadió el guionista del
espectáculo de 2017, el cual tuvo una estructura de dos actos y 16 escenas.

“Existen niños fabulosos que están aprendiendo circo, por lo cual buscamos incentivar su tiempo libre, para que sepan que en la vida
pueden lograr mucho más, y que el arte circense es un instrumento para hacerlo”, concluyó.