Con humor también se hace Revolución

José Manuel Lapeira Casas
13/3/2020

La evolución de la humanidad le debe mucho al humorismo y su cultivo, el cual ha variado significativamente de una generación a otra hasta convertirse en un fidedigno registro de época, que permite entender las aspiraciones y concepciones culturales de una comunidad en un momento especifico de su desarrollo. En primer lugar, constituye un recurso invaluable para sustentar el progreso de las sociedades; es, además, el encargado de verter el pensamiento crítico de las personas que las componen de manera que puedan engrasar las rotaciones de la rueda de la historia y preparar condiciones para un estadío superior.

Por tanto, concebir un mundo sin humor, o donde este se encuentre subordinado de manera directa al sistema político dominante y se dedique únicamente a la reproducción simbólica del mismo, atenta contra la esencia transformadora de la dialéctica. En este sentido, el humor siempre ha sido la excusa ideal para hablar de la realidad, enfrentarla y asumir el desafío de cuestionarla, sin necesidad de salir del marco acomodado de lo políticamente correcto.

Cartel del espacio de debate Moviendo los caracoles. Foto: Tomada del perfil de Facebook de la Uneac
 

Desde esta premisa se desarrolló, en la sala Rubén Martínez Villena de la Uneac, el espacio de debate Moviendo los caracoles, dedicado en esta ocasión a la representación del humor en los medios de difusión masiva. A partir de ese empeño contó con la presencia de varios miembros afiliados al Centro Promotor del Humor y parte del equipo del popular programa televisivo Vivir del Cuento.

La aparente disonancia surgió en los primeros acercamientos al fenómeno, que destacaban al humor como algo muy serio. Ciertas estratificaciones en el entorno cultural replican en los imaginarios los prejuicios hacia la comedia, que obtienen su máxima expresión dentro de la crítica especializada, la cual tiende a minimizar el trabajo de quienes representan esta manifestación artística.

En cuanto a esto, el director del Centro Promotor del Humor, Kike Quiñones, resaltaba la necesidad de un replanteamiento institucional que permita al humor asentarse. Para ello proponía reforzar los vínculos con el ciudadano común, así como involucrar más a las escuelas formadoras de arte con la organización. No obstante, resaltó una ventaja con la que cuenta Cuba: poseer una de las pocas entidades culturales dedicadas por entero al humor.

Espacio de debate Moviendo los caracoles Foto: del autor
 

Los códigos del humor suelen centrarse en núcleos regionales, pero a su vez pueden establecer mensajes de entendimiento con personas de otras latitudes e, incluso, entre los cubanos provenientes de diferentes paradigmas, que permean las identidades locales. Para el cantautor Alejandro García Virulo: “todo pasa por el cultivo exquisito del humor y para ello es necesario establecer un cuartel entre los teatros cubanos que permita posicionarlo”.

No se puede hacer un recorrido histórico de la nacionalidad sin mencionar el humor que ha quedado profundamente arraigado en los sustratos populares. Desde la propuesta satírica del teatro bufo hasta la reactualización y supuesta crisis del humor en la actualidad, este ha sido un gran editorializante de la realidad cubana y se retroalimenta constantemente con ella. Gracias a ese tránsito consecuente ha logrado cúspides notables y a su vez ha dejado huellas reminiscentes en títulos del patrimonio cultural. Ejemplos de ello son las escenas memorables de La Muerte de un Burócrata, de Titón; de San Nicolás del Peladero; o los guiones cargados de simpatía que acompañaron durante décadas al programa radial Alegrías de Sobremesa.

Para el periodista Pedro de la Hoz una deficiencia recurrente que ataca al humor radica en la poca disposición a cerrar ciclos. “Ya sea por sentimentalismo o vagancia profesional nos hemos habituado a prolongar innecesariamente y gastar códigos que no funcionan en vez de terminar con el recuerdo del buen sabor”. Para él, los conservadores y cobardes siempre van a centrar su oposición al humor desde la ética contraria a su naturaleza transformadora y revolucionadora de dinámicas sociales.

Esto puede lograrse solo desde la interiorización del papel responsable de la crítica en la construcción del discurso, tanto desde la posición del humorista como del público, quienes adquieren un papel de compromiso social que no debe ser demeritado bajo ninguna circunstancia. Resulta de urgencia educar en torno a estas concepciones del humor que permitan ampliar miras y trascender lo vano o irrelevante.

Desde una percepción funcionalista, el humor adquiere el deber de diagnosticar e identificar referentes en el ambiente hacia el cual debe dirigirse. Para lograr este propósito demanda del apoyo, la comprensión y el entendimiento de las instituciones, y del conocimiento de los asesores asignados, que muchas veces ante las carencias del mismo asumen los roles nunca bien ponderados de censores. Este proceso también sufre al chocar con las deficiencias en la aplicación de las políticas culturales del estado cubano.

Esta interrelación determina que el problema no es solo de creación sino con los mecanismos decisores que deben acercarse y entender de qué va. En esa dirección se imponen la apertura de pensamientos y comprender no solo la burla irreverente sino una dualidad que lo convierte en un arma ideológica formidable, que incita a otras formas de comunicar y hacer política desde la deconstrucción lingüística, que no es debidamente empleada.

Hay mucha tela donde cortar en un tema tan subjetivo, que muta de una persona a otra, y cada quien tiene sus propias aproximaciones, algunas abiertamente enfrentadas. No se trata de ofrecer consensos engañosos o complacientes pactos de unanimidad, sino de aprovechar las potencialidades que permitan reafirmar los valores de la cubanía. Indudablemente, en las futuras batallas, una de las variantes para hacer Revolución se encuentra indisolublemente unida al humor. Me atrevería a decir que en el humor tenemos otra clave convincente de la libertad. La materia pendiente está abocada a saber aprovecharla mejor.