Concierto único de Daymé Arocena en el Teatro Mella

Berta Carricarte
13/12/2017

Con apenas 25 años, la cubana Daymé Arocena es ya una reconocida artista en buena parte del mundo, y particularmente en esa zona de la música que cultiva el jazz en sus más ricas y contemporáneas sonoridades. Su último disco Cubafonía se conforma por once composiciones. Junto a un grupo de músicos acompañantes, su obra de inspiración jazzística esta vez tiene más bien la óptica de la música cubana, desde la guajira al tango congo, del changüí al pilón.

¿Dónde se grabó el disco?  

El disco se grabó en tres lugares diferentes: primero en La Habana, en los estudios Abdala, después las voces se grabaron en Los Ángeles, con una orquesta americana de cuerdas, dirigida por Miguel Atwood-Ferguson, y se hizo otra grabación en Londres. Se hicieron dos mezclas, una en Los Ángeles y otra en Londres. Los americanos tienen una manera de ver la música y los ingleses tienen otra, por eso se seleccionaron las mezclas, según la propia naturaleza de cada tema; algunos temas tenían más que ver con el concepto americano y otras con el concepto inglés. Cuando estaban los once temas mezclados, se masterizó todo el disco en Londres. Son los once temas que voy a interpretar, acompañada de un grupo de músicos jóvenes como yo.

El disco tiene un productor musical que se llama Dexter Story, el productor general, Gilles Peterson es el dueño del sello discográfico que me representa, y el patrocinio viene del proyecto cultural Havana Cultura, asociado a la marca cubana de ron Havana Club.

¿Es la primera vez que te presentas en Cuba?

Esta es mi segunda o mi tercera presentación ante el público cubano. Este mismo año tuve una intervención en el Festival Havana World Music, que auspicia X Alfonso. El año pasado en el cine teatro Trianón se lanzó mi disco Nueva Era. Sin embargo, para mí, este es verdaderamente mi primer disco, si hablamos con todo rigor. Tengo 3 discos anteriores, pero este es un disco del cual me siento absolutamente consciente. Los anteriores eran discos un poco hippies. Este es el primer disco trabajado con madurez en cuanto a producción y postproducción.


La genuina versatilidad de la artista la consagra en el panorama musical juvenil
 

¿Qué artistas te sirven de inspiración, motivación, paradigma?

Como intérpretes tengo dos reinas: Nina Simone y La Lupe. En términos de composición, mi señora amor sentimiento se llama Marta Valdés.  Son las artistas con las que más me identifico. Hay otros que me hace mucho bien escuchar y recordar, dígase Tom Jobim, Bola de Nieve, a quienes tengo muy conectados a mí y a lo que hago; creo que también eran creadores honestos que componían lo que querían, como querían, como lo sentían; se manifestaban con entera libertad (como Nina y la Lupe), y su proyección artística se basaba en eso; podían gustar o no, pero sin hacer concesiones. Yo no puedo dejar de ser honesta conmigo misma para complacer a nadie. Y eso ni siquiera tiene que ver con una onda egocéntrica sino con una conexión espiritual profunda y personal, con estar libre de bajas pasiones y con ser positivo con uno mismo.

Cuando uno se pone cosas encima que no son realmente suyas, el artista se convierte en un simulacro, no es más que polvo en el viento.  Desgraciadamente es lo que más abunda. Y es a lo que no se debe llegar nunca.

¿Cuál es la diferencia de cantar aquí en tu país, con respecto a escenarios internacionales, qué hay de particular en cantar aquí?

La primera diferencia es que por más grande que sea el concierto fuera de Cuba, todo siempre está listo. Es bajarte del avión y todo está listo. Aquí tienes que armarlo todo tú. Lo sientes más de cerquita. Tienes que sufrirlo, gestarlo y parirlo; lo sientes como algo más personal, más íntimo.

Lo otro es que en Cuba no puedes «inflar», como se dice en el argot popular. Porque el cubano sabe de lo que tú estás hablando y lo que tú estás cantando. Es un reto mayor. Por eso un concierto grande en Cuba se hace una vez al año. Es el concierto del año que te lo saca todo.  No obstante, este año hice un concierto por el Festival de Voces Itinerantes de la oficina de Leo Brower, pero mucho más sencillo, una presentación con canciones inéditas a voz y bajo nada más, con un bajista inglés, Tom Mason.

¿Los cinco lugares internacionales importantes que han sido definitorios de tu carrera?

El primero Londres: es el lugar; es de donde salen todas mis producciones; es mi segundo hogar. Allí está mi sello discográfico que es Braunswood Recordings, de ahí sale todo lo demás. Allí he estado en Festivales como WOMAD, Glastonbury, que son Festivales de World Music, muy potentes y de gran diversidad de artistas.

Luego, Francia, allí radica Havana Cultura. Es mi segundo puerto de proyección. Con festivales muy grandes de jazz: Festival de Jazz à Vienne, y World Wide, por ejemplo.

En tercer lugar y no por ello menos importante: Estados Unidos, que es mi mayor mercado, donde he alcanzado ventas enormes, donde me he presentado más veces, en ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Nueva Orleans. También porque de allí se proyecta desde hace más o menos un año, mi carrera, gracias a la compañía I.M.N. International Music Network.

En cuarto lugar, una ciudad que me fascinó desde el primer momento, Tokio; fue como el choque cultural, fue llevar a esa cultura tan distinta, algo diferente. La última vez fui como representante de Cuba en el Día Internacional del Jazz en Tokio, en el concierto principal con la Big Band All Star del Blue Note (sello discográfico muy potente, de proyección jazzística), es una de las casas más importante del jazz en Estados Unidos. Hice concierto en todos los circuitos del Blue Note, en Tokio.

Y, por último, estaría bonito mencionar dos lugares de Latinoamérica que me marcan mucho, mucho. Uno es Chile: porque en Chile fue donde se tocó Cubafonía por primera vez, con Ana Tijoux, una famosa cantante chilena; y Brasil, en el SESC Pompeia, de Sao Paulo, que fue el primer país de Latinoamérica al que yo fui como Daymé Arocena, y donde por primera vez vi mis conciertos vendidos desde hacía dos meses, dos conciertos de 800 personas cada uno, de gente muy entusiasta, allí, por primera vez que vi el efecto que causaba en el público.