Sin duda, es la Conga de los Hoyos de las expresiones tradicionales de estirpe carnavalesca más reconocidas en Cuba. Caracterizada por su válida y legítima distinción comunitaria, social y cultural, así como por su popularidad y arraigo por generaciones, ha ganado por décadas centenares de fieles seguidores que arroyan con frenesí al ritmo de sus tambores y corneta en cada Carnaval santiaguero, fiesta popular tradicional declarada Patrimonio Cultural de la Nación (28 de julio 2019).

Es la Conga de los Hoyos de las expresiones tradicionales de estirpe carnavalesca más reconocidas en Cuba.

Considerada por muchos la manifestación artística más generalizada y preferida en Santiago de Cuba, según informantes de antaño fue surgiendo de manera espontánea con el propio desarrollo del carnaval. Esta manifestación tradicional —que integra el prestigioso grupo de las centenarias—, surge en el año 1902, por lo que se encuentra cumpliendo su 120 aniversario; motivo más que suficiente para celebrar y agasajar a sus cultores desde nuestras instituciones culturales, gubernamentales y medios de comunicación.

La Conga de los Hoyos ha ganado por décadas centenares de fieles seguidores que arroyan con frenesí al ritmo de sus tambores y corneta en cada Carnaval santiaguero.

La Conga de los Hoyos presenta la capacidad de profundizar en la interrelación funcional que tiene la recreación de las distintas manifestaciones del arte y la literatura que le son inherentes a su práctica, su influencia de los diversos componentes étnicos de la nación cubana y el valor que estas expresiones preservan para diferentes sectores sociales, lo que reafirma su inserción en la cultura nacional. Además, sus prácticas y saberes propician enfoques integradores en el análisis y accionar en su condición de agrupación portadora de la cultura cubana, brindando cargas contundentes de información étnico-cultural, particularmente en su capacidad de adaptación, supervivencia y transmisión de valores y saberes en la vida cotidiana de Santiago de Cuba y sus comunidades.

La conga santiaguera como fenómeno sociocultural significa un acontecimiento trascendental para la cultura cubana, caribeña y universal. Es considerada como un majestuoso resultado bien definido, no solo para los santiagueros, sino también para todos los que vivimos en la Isla; por su sentido de perdurabilidad y resistencia, ocupa un lugar importante como uno de los elementos asociados más representativos del Carnaval santiaguero. Se dice también que este ritmo tiene su origen hace más de un siglo en el barrio santiaguero Los Hoyos, uno de los lugares más populares y antiguos de Santiago de Cuba.

La conga santiaguera como fenómeno sociocultural significa un acontecimiento trascendental para la cultura cubana, caribeña y universal.

Lo cierto es que sus propios cultores le otorgaron una sonoridad distintiva, cualidad que sin dudas le concede la notoriedad y vigencia actuales. Este hecho constituye un elemento identitario por excelencia, impronta distintiva por generaciones, bien cultural que aglutina, ofreciendo convocatoria, inclusión, en donde gran parte de la población asume el protagonismo de una rica historia, partícipe de diversas prácticas tradicionales, lo cual es parte del mosaico motivacional de las estampas de nuestros pueblos y comunidades.

Diversos son los saberes y usos sociales, así como valores asociados y agregados que se desprenden de esta expresión, en la que intervienen ritmos, toques, bailes y cantos, los cuales responden al ingenio popular de cientos de portadores pertenecientes a varias generaciones, trascendido en el tiempo con una impronta distintiva sin igual, siendo acogida de manera significativa por la mayoría de los habitantes de la indómita ciudad, gozando así de un reconocimiento social y comunitario sin precedente en la Isla. Desde el punto de vista antropológico, su composición etnodemográfica demuestra un mosaico de influencias de varias regiones del planeta como resultado de los procesos migratorios sucedidos en la oriental provincia, conocido también como influjos migratorios, sobre todo de estirpe africana y caribeña; especialmente la llamada franco- haitiana.

Cada año sus seguidores esperan en el Carnaval santiaguero la fusión interpretativa entre lo tradicional y lo contemporáneo.

Como se conoce, el Santo Patrón de la Ciudad de Santiago de Cuba es Santiago Apóstol, motivo para celebrar desde la época colonial en cada 25 de julio su fiesta patronal. Desde sus inicios, por sus pretensiones católicas, la conmemoración se convirtió en festividad religiosa. Tenía como punto de partida la celebración de una misa en la catedral santiaguera y, como bien sucede en casi todos estos jolgorios, culminando la ceremonia se partía con el santo en mano y delante hacia las calles aledañas a la institución clerical. Fue entonces que a finales del siglo XVII las autoridades decidieron incorporar a los negros africanos a esta festividad para que también rindieran tributo a Santiago Apóstol. Es así como estas celebraciones, en sus inicios de marcado carácter religioso, fueron convirtiéndose en paganas o laicas.

Regresando a la manifestación carnavalesca, se reconoce como su principal antecedente —desde el siglo XIX—, su bautizo en los inicios como “el Cocoyé”, con el propósito precisamente de rendirle homenaje a la entonces Sociedad Tumba Francesa de igual nombre, existente por décadas en aquel entonces en el popular barrio. Se reconoce también, como la primera parranda de la barriada, “los brujos del limón”, consistente en la interesante fusión con la Tahona franco-haitiana. Se preguntarán en qué consiste la Tahona. Pues es un instrumento musical consistente en un tamboril formado por un barrilito y piel de chivo fijada en uno de sus extremos o boca. También se conoce a un antiguo baile de negros de Santiago de Cuba, cuya orquesta fue muy popular para parrandear. Realmente, la orquesta de tahona es una transformación de las Tumbas Francesas, en el sentido de que estos instrumentos son portátiles. En Oriente la orquesta se compone de tres “huecos” o tambores (dos fondos y un repique), una tambora, un tragaleguas, un hierro (generalmente dientes de arado) y un caracol o guamo. Muchos cuentan el vínculo que tuvo con esta nuestro General de la Guerra de Independencia Guillermón Moncada, quien se mostró como un fiel defensor de la misma. Se reconocen como sus principales ritmos musicales el pilón y el toque de conga, los cuales la tipifican.

“Diversos son los saberes y usos sociales, así como valores asociados y agregados que se desprenden de esta expresión, en la que intervienen ritmos, toques, bailes y cantos”.

Varios son los escritores, ensayistas, historiadores y demás intelectuales que han escrito sobre la Conga de los Hoyos, mientras instituciones como la Casa del Caribe y el Centro Provincial de Casas de Cultura en Santiago de Cuba se destacan por su acampamiento y atención. El Consejo Nacional de Casas de Cultura le concedió la Beca de la Cultura Popular Tradicional, consistente en un monto considerable para su sustentabilidad económica, sobre todo para su vestuario, calzado e instrumentos musicales.

¿Cómo olvidar las ocasiones en las que hemos tenido la posibilidad de compartir y dialogar con los cultores protagonistas de la Conga de los Hoyos? Allí, con beneplácito, hemos sido recibidos en su sede y presenciado un majestuoso espectáculo, en el cual en formación de filas se convierte en un grandioso concierto musical a base de ritmos desde los más cultos y románticos hasta lo más populares, y desde lo más cubano hasta lo más universal, por lo que se transforma completamente la atmosfera de lo que pudiese ser un escenario coloquial para deleitar a los presentes con melodías conocidas desde diferentes géneros musicales y de varias épocas. Esto es una característica que lo caracteriza y valida legítimamente. Cada año sus seguidores y pueblo en general esperan en el Carnaval santiaguero durante sus representaciones la fusión interpretativa entre lo tradicional y lo contemporáneo, la recreación de aquella música que se encuentra de moda, como el tema de la telenovela de turno, o simplemente aquellos temas que gozan de gran escucha y popularidad. También toman protagonismo los estribillos, formación literaria de tipología costumbrista, en su mayoría cuartetas, los cuales nos transmiten mensajes de tipo social y cultural, y son elaborados con un lenguaje sencillo y códigos naturales trasmitidos por generaciones.

“Gran parte de la población asume el protagonismo de una rica historia, partícipe de diversas prácticas tradicionales, lo cual es parte del mosaico motivacional de las estampas de nuestros pueblos y comunidades”.

En la actualidad la emblemática expresión carnavalesca participa en la mayoría de los acontecimientos políticos, sociales y culturales celebrados en Santiago de Cuba, donde se destacan los recibimientos a Presidentes y Jefes de Estados, así como personalidades del mundo cultural y de otros ámbitos. No solo nos acostumbramos a presenciar sus valores identitarios o prácticas tradicionales en el Carnaval santiaguero, es común su participación en el Festival del Caribe y en otros carnavales del país, eventos de portadores de agrupaciones portadoras de la cultura cubana y otras festividades tradicionales en la Isla.

Ostenta el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, el Premio Nacional Memoria Viva, la Distinción Escudo de la Ciudad de Santiago de Cuba y la Placa José María Heredia.