Crisis del “arte”

Fernando Buen Abad Domínguez
6/2/2021

Fue previsto que, en un sistema como el capitalismo, el arte, una de las conquistas humanas más extraordinarias, quedase convertido, como otros muchos logros del pensamiento, en emboscada mercenaria para el tráfico ideológico.

“Está en crisis la capacidad que alguna vez se pretendió para el arte como fuerza crítica y emancipadora”.
Foto: Internet.

 

Además del secuestro capitalista de los mercados, del monopolio para la producción, distribución y consumo; además de la crisis de “contenido”, de la saturación formal producida por el empobrecimiento de la capacidad creadora, por el plagio, la imitación y la suplantación; además de la reducción de espacios para la enseñanza, la crítica y el debate; además, si no fuese suficiente, está en crisis la capacidad que alguna vez se pretendió para el arte como fuerza crítica y emancipadora. ¿Descansa en paz?

Algunos creen que la crisis del arte es solo crisis en las billeteras de los artistas; que todo es cosa de superar un “mal rato” económico en el que descienden las habilidades creativas, y que ya pasará. Algunos creen que es solo un bache, que si el Estado, los empresarios, los bancos y las iglesias invierten dinero, la cosa se zanja. Se cree que una buena beca palia pesares y que nunca faltarán las fundaciones, las burocracias ni los amigotes para sacar de la crisis al “arte”, es decir, a las finanzas de quienes dicen ser sus productores. Sin embargo, la crisis es mucho más compleja, y no puede ser comprendida al margen de la lucha de clases.

Su crisis es también una crisis de sobreproducción. Con los disfraces más inopinados, se han refugiado en el “arte” todas las variedades de la ideología de la clase dominante. Constituyen un repertorio, generoso, de camuflajes burgueses para toda ocasión, en el que, según sus modas propias, se alternan los caprichos decorativos, las abstracciones más inútiles y los idealismos más retrógrados. Compiten por garantizar las “inversiones” y por ser prenda de prestigio simultáneamente. 

El único arte que tiene futuro es aquel comprometido con la libertad social, no solo la del “artista”. Hoy la palabra libertad solo adquiere vigor si es fundamentalmente anticapitalista. No pocos artistas defienden, con dientes y uñas, su “libertad”, y mientras, son incapaces de fijar los precios de su obra, no tienen control sobre sus herramientas de producción, dependen de que otro les permita exhibir su trabajo y aceptan, mansamente, suavizar los temas para no ofender al comprador. Para estos artistas su “libertad” se reduce a un enjambre de disquisiciones abstractas con —no pocos— debates mentales silenciosos. Libertad para el solipsismo.

No hay “libertad” subjetiva que valga en un mundo amenazado por las guerras burguesas, el hambre, la miseria, la crisis económica planetaria, la destrucción de los ecosistemas y la censura estructural de la ética, la moral y la estética burguesas. No hay “libertad” que valga si ha de defenderse, solo para algunos, con la moral del avestruz. No son pocos los artistas honestos que han sido victimados ideológicamente por la charlatanería escolástica de algunos santones eruditos, autoproclamados “profesores”, “teóricos” sabihondos o “maestros”. No son pocos los estudiantes honestos sometidos a la hegemonía acrítica del pensamiento alienante, que endiosa, platónicamente, “la técnica”, como si de eso, y solo de eso, dependiera la objetivación estética del “estado actual del espíritu”. La Revolución no se detiene a las puertas de las escuelas de arte.

“La necesidad de expansión del espíritu no tiene más que seguir su curso natural para ser llevada a fundirse y fortalecer en esta necesidad primordial: la exigencia de emancipación del hombre”.

Manifiesto por un arte revolucionario e independiente

Fue previsto que, en un sistema como el capitalismo, el arte, una de las conquistas humanas más extraordinarias, quedase convertido, como otros muchos logros del pensamiento, en emboscada mercenaria para el tráfico ideológico, hermoseado con el gusto del patrón. Quedó de manifiesto. ¿Hay alguien que pueda llamarse “sorprendido”?

Es inexcusable emprender una revolución en los campos del arte para que asuma su lugar natural en los procesos de liberación y ascenso de la conciencia. Liberar las herramientas, liberar las ideas y liberar los gustos. Es indispensable derrotar los parámetros y las condiciones de producción burgueses para iniciar una transformación profunda de las definiciones y de las funciones del arte como expresión nueva de una etapa nueva para la humanidad. Nada de eso se logrará si el arte, y sus revoluciones, no son obra misma de la revolución socialista y mundial. No se trata de someter a los artistas a un mandato propagandista, sino de demostrar que, solo en la revolución socialista, los artistas podrán encontrar la libertad que necesitan, y, sobre todo, la libertad que necesita la humanidad en ellos. “La finalidad de este manifiesto es hallar un terreno en el que reunirá a los mantenedores revolucionarios del arte, para servir a la revolución con los métodos del arte y defender la libertad del arte contra los usurpadores de la revolución”. Manifiesto por un arte revolucionario e independiente.