Daniel Benchimol y la metodología para que el libro digital cubano recorra el mundo

Taissé del Valle Valdés
15/2/2020

El licenciado en Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, Daniel Benchimol, ofreció talleres de edición digital durante varias jornadas del proyecto CubaDigital, que organiza Cubaliteraria en la 29 Feria Internacional del Libro de La Habana.

Foto: Tomada de Claustrofobias
 

Benchimol lleva varios años trabajando en la industria editorial, donde ha desempeñado diversos roles. Ello le permitió adquirir el conocimiento que compartió con los presentes, entre los cuales estuvieron Ediciones Capitán San Luis, Santiago, Letras Cubanas, Claustrofobias, Aurelia y la Universidad de Ciencias Informáticas.

Entre las principales inquietudes abordadas resalta el proceso de producción de los ePUB, el derecho de autor, el uso de software libre o privativo, y estrategias para una eficaz distribución y promoción del libro cubano en el mundo, que bordeen las restricciones que el cerco económico y financiero de Estados Unidos ha impuesto a la Mayor de las Antillas.

¿Qué es el libro digital para Daniel Benchimol?

“Creo que cuando hablamos de libro todos tenemos en mente a un artefacto tecnológico, que nos sirvió durante más de 500 años para contener conocimientos e historia. De hecho, ha sido uno de los grandes dispositivos tecnológicos que inventaron; probablemente, de los mejores que existen y que nos han permitido desarrollarnos.

“Hoy está en discusión qué es un libro, a diferencia de lo que ocurre con la música, el cine y las series, en los que el contenido no ha cambiado tanto. En la música, las canciones siguen siendo canciones. Duran de tres a cinco minutos. En todo caso ha cambiado la forma de distribución, ya no tanto en CD, sino en listas o formatos que circulan por Internet; pero la música sigue siendo música. En el libro hay una discusión mucho más profunda porque el libro en formato digital tiene video, e interacción de los usuarios.

“En los talleres que he dado en la Feria ponía el ejemplo de una plataforma que se  llama Wattpad, para mí una de las plataformas más disruptivas que hay. Es de lectura y escritura, y apunta fundamentalmente a los jóvenes. Una de las características que tiene es que las personas pueden ir leyendo a medida que el autor va escribiendo.

“El libro puede tener una pequeña extensión de acuerdo al libro en papel, o una extensión de muchos tomos, lo cual es parte de lo que está hoy en discusión. El libro en papel tenía formatos específicos y los va a seguir teniendo, pero el libro en digital pone en discusión qué es un libro por completo”.

 Foto: Tomada de Internet
 

De la Comunicación al mundo de la edición de libros digitales, ¿cómo fue ese recorrido?

“Siempre tuve una matriz tecnológica. Desde muy niño tuve computadora en mi casa y no era habitual en ese entonces. Tuve una pasión muy fuerte por los cambios tecnológicos, pero ya en el momento de comenzar a formarme, decidí que no quería una carrera tradicional como Ingeniería, pues la otra pasión tenía que ver con el mundo de las comunicaciones, y me desarrollé como Licenciado en Comunicación en la Universidad de Buenos Aires.

“Desde un inicio había cierta idea germinando de conectar el mundo de la comunicación con el mundo tecnológico. Siempre tuve mucha pasión por los libros, y desde el mismo momento que ingresé a la carrera tuve la oportunidad de entrar a una editorial. Ahí hice mi recorrido: escribí libros, los edité, coordiné colecciones, y me relacioné con las librerías pensando en la distribución y la exportación de los contenidos.

“MP ediciones se llamaba en aquel entonces y terminé como director de esa editorial, mientras colaboraba con otras. Luego decidí en un momento de mi vida que necesitaba hacer el cambio hacia un camino independiente. Hace unos ocho años elaboré el Proyecto 451, tratando de aprovechar tanto el conocimiento que tenía de la carrera de comunicador como de editor y vinculándolo con el mundo tecnológico”.

¿Se mantienen los mismos objetivos iniciales del Proyecto 451?

“Los objetivos cambian todos los meses, por no decir todas las semanas. No obstante, hay una cuestión que no ha cambiado: tratar de ayudar al editor.

“De todos los actores que hay en la industria yo aposté por ayudar al editor de libros en el proceso de transformación hacia el uso de nuevas tecnologías. Claro que participan además librerías, bibliotecas y organismos. Lo que cambia es en qué sentido los ayudo o en qué momento o en base a qué. Las editoriales van mutando, el negocio cambia y las tecnologías también.

“Empezamos haciendo digitalización de libros y convirtiendo libros a formato digital para que puedan ser distribuidos. Después empezamos a producir contenidos interactivos y a elevar el nivel de los productos, usando las posibilidades que ofrece lo digital.

“Hoy mi rol ha cambiado porque he logrado posicionarme y por mi trayectoria personal. Ahora los editores se nos acercan y están con la inquietud de qué hacer. Ellos tienen catálogos, libros e historias y no tienen qué hacer con eso. Así que quieren saber cómo promocionar el libro, distribuirlo en línea o el trabajo con las redes sociales”.

Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate
 

¿Cómo se ha sentido en su primera visita a Cuba?

“Me he sentido muy bien. En Argentina tenemos un cariño muy grande por Cuba y el pueblo cubano. Tenía mucha intriga sobre esta serie de capacitaciones, que para mí generan un desafío importante porque claramente hay muchas restricciones sobre lo que pudiera hacerse en Cuba y que por el bloqueo no se puede lograr. Hay unas ideas que me gustaría transmitir y acciones que se pueden llevar adelante para que el libro cubano recorra el mundo y se visibilice mucho más. Estas restricciones representan un aprendizaje enorme para mí”.

¿Existe la posibilidad de una alianza entre Cubaliteraria y Proyecto 451?

“Ojalá que sí. Soy propenso a ayudar a cualquier editorial u organismo que entienda lo que hacemos y que quiera ir en esa dirección. También creo que hay muchos intersticios para tratar de escabullirse al bloqueo y ver esa limitante como una ventaja posible para otras cosas”.

La idea entonces es escabullirse al bloqueo para que gane el libro y gane el lector…

“En realidad siempre digo que el foco está en el lector. Cuando empezamos, estábamos vinculados al libro digital y me costó mostrar que la discusión iba por otro lugar que no tiene que ver con el formato, sea libro en papel o digital, o incluso audiolibro. La discusión pasa por dónde está el lector, cómo quiere leer el contenido y que se lea más.

“El foco tiene que ver, sin desmerecer otros tipos de consumo, con tratar de ganarle tiempo a las redes sociales y a otros tipos de consumos culturales, y  aprovechar que todas las personas tiene un dispositivo en su bolsillo, no importa en qué país se encuentren, y todas ellas pueden ser un potencial lector de libros”.