Hace muy pocos días nos visitaba en La Habana el músico argentino Eduardo Ferraudi. La expectativa rodeaba su presencia capitalina pues se disponía a realizar un importante concierto como director invitado del Coro Nacional de Cuba. El maestro argentino viene precedido por una sólida carrera como compositor, arreglista, cantante y director de coros, y en la actualidad funge como tal en el Quinteto Albahaca, el sexteto vocal de tango Alma Bohemia, la agrupación coral de cámara Vocal Consonante y el Coro ECuNHi, (Espacio Cultural Nuestros Hijos) de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

Paralelamente a esa profunda labor musical y docente, Ferraudi quiso regalarnos en La Habana una serie de versiones corales realizadas por él de distintas canciones de Silvio Rodríguez, lo cual, sin dudas, ponía aún más la mirada en su abarcador proyecto sonoro junto a las extraordinarias posibilidades vocales de nuestros cantores.

El maestro Ferraudi ha realizado una honda obra a partir de un grupo de temas de Silvio que han cobrado vida y que pudimos escuchar hace pocos días.

Si bien las canciones escogidas no siguen obligatoriamente un patrón cronológico, sí utilizan una singular línea conceptual dentro de la importancia de Silvio como artista universal, y su absorción social en los difíciles momentos vividos en la Argentina de los 70 y los 80. Para ello debemos recordar la singular relación entre el cantautor cubano y varios sectores intelectuales de aquel país en varios espacios como el cine (recuerdo ahora el filme Darse cuenta, de Alejandro Doria) y la música, claro está. Debido a las relaciones de amistad y profesionales de otros artistas del Sur que en sus voces llevaron las canciones de Silvio a países del continente, así como sus LP (muchas veces de manera clandestina), se forjó una relación de ida y vuelta que dura hasta hoy y que, puede decirse, es única.

El maestro Ferraudi, protagonista de una generación afín a esas canciones y a la poética que emana de ellas, ha realizado una honda obra a partir de un grupo de temas que han cobrado vida y que pudimos escuchar hace pocos días. Llevarlas a formato de coro mixto, contrario a lo que muchos puedan creer, no es tarea nimia, o fugaz.

“Si bien las canciones escogidas no siguen obligatoriamente un patrón cronológico, sí utilizan una singular línea conceptual dentro de la importancia de Silvio como artista universal, y su absorción social en los difíciles momentos vividos en la Argentina de los 70 y los 80”.

El mayor escollo para el argentino ha de ser el replantearse un discurso musical que, aunque esté basado en una conocida canción, pueda alcanzar vida propia y volar, amén de ataduras referenciales en nuestro imaginario musical. Y lo logra, a mi juicio, por la sutil manera de dibujar un escenario coral difícil que permite escudriñar la canción pero, a la vez, enfrentarnos a una novedosa versión que no es complaciente con el facilismo ni con la simpleza. Para la realización de esa descomunal obra coral, Ferraudi emplea su talento y desarma —casi literalmente— el cuerpo de cada canción para, como en un complejo rompecabezas musical abstracto, reagrupar las piezas en función de pasajes armónicos difíciles, así como la distribución osada de la línea melódica, ya sea por cuerdas, con solista o al unísono.

Dentro de esos recursos compositivos utiliza no solo el formato de coro mixto, sino que enriquece el panorama expresivo con el también difícil coro femenino, explotando casi al máximo las capacidades vocales de las mujeres para matizar y equilibrar, de forma convincente, al más exquisito auditorio.

“Llevar las canciones a formato de coro mixto, contrario a lo que muchos puedan creer, no es tarea nimia, o fugaz”.

Un ejemplo de renovación y de lenguaje transgresivo fue, pienso, la versión de “La Gaviota”, canción aparecida fonográficamente en 1982 en el LP Unicornio. Para esta versión coral se escogió a la cantante Ivette Cepeda quien, con su lirismo y su fuerza interpretativa, asumió el desafío. La canción transita por espacios de claras referencias aleatorias, incluso llegando a momentos donde el atonalismo posee un marcado énfasis, sin que por ello nuestra percepción sonora rechace su escucha. La presencia de Ivette junto al Coro significó un especial momento de gracia, además de una experiencia fabulosa para el director, coro y solista.

Otras canciones de diferentes momentos creativos de Silvio fueron versionadas en el concierto: Canción para mi soldado, El vigía, Te amaré y más, conformando un ciclo que, como expuse al principio, no se guía por aparentes convencionalismos, sino por el criterio musical de Ferraudi y su aprehensión de la obra de nuestro cantautor.

También considero oportuno mencionar el trabajo previo, el montaje y el régimen de ensayos junto al Coro Nacional, que no suele ser dirigido por invitados de otros países. Es menester recalcar que una parte de sus integrantes, específicamente el coro de cámara Entrevoces, recién regresaba a Cuba luego de una exitosa gira por Tenerife, España, y, además de prepararse para este concierto, el Coro se vio inmerso en la Gala Inaugural de Cubadisco 2022 junto al pianista cubano Nachito Herrera. El tiempo para la concreción de este proyecto fueron apenas dos semanas de intenso trabajo, aprovechados al máximo por todos los involucrados.

Ante una repleta sala de conciertos al caer la tarde, en esta ocasión la hermosa Iglesia de Paula, pudimos acercarnos al serio trabajo musical del maestro Ferraudi, y sumergirnos en su fascinante universo coral.

Ante una repleta sala de conciertos al caer la tarde, en esta ocasión la hermosa Iglesia de Paula, pudimos acercarnos al serio trabajo musical del maestro Ferraudi, y sumergirnos en su fascinante universo coral. La presencia allí de valiosos artistas y directores de coro como María Felicia Pérez, José Rolando Durán, la flautista Niurka González y el propio Silvio, acentuaron la magia que inundaba el añejo recinto. ¡Y como sorpresa final Ferraudi invitó a la maestra Digna a dirigir, ante tan prolongados aplausos!

Para el cierre, el Coro Nacional de Cuba, junto a su directora Digna, hizo la única versión del programa que no pertenecía a la autoría del argentino, sino al cubano Ernesto Herrera: Unicornio. Y si ya habían brillado durante el concierto solistas del coro como Javier Ponsoda e Irel Martín, ahora le tocaba al tenor Alejandro Garbey hacer trascender, con su voz y su talento, esta singular mirada musical a las canciones de Silvio Rodríguez.

1