El alzamiento múltiple y simultáneo de las jurisdicciones villareñas

Eduardo Torres-Cuevas
30/7/2019

I

La complejidad villareña

En 1868 la región villareña, conocida también como Cinco Villas, conformaba el Departamento del Centro que incluía, además, las jurisdicciones de Puerto Príncipe (Camagüey) y Nuevitas.[1] En 1878 una nueva división territorial establece las seis provincias históricas; una de ellas es la de Santa Clara formada por las jurisdicciones de las Cinco Villas. Por sus características esta región era distinta a las que conformaban las jurisdicciones que componían los departamentos de Occidente y Oriente. Su territorio estaba dividido en seis jurisdicciones, Santa Clara, Cienfuegos, Sagua la Grande, San Juan de los Remedios, Sancti Spíritus y Trinidad. Su crecimiento, tanto poblacional como productivo, era el más dinámico del país. En el censo de 1841, la población total de la Isla era de 1 007 624 habitantes. Occidente tiene el 62 % del total de la población, el Centro un 14 %, Camagüey un 5,1 % y Oriente un 17 %.[2] Veinte años después, 1861, la Isla cuenta con una población de 1 542 390 habitantes. Para entonces, Occidente tiene el 56,6 %, Las Villas el 21, 6 %, Camagüey el 5,8 % y Oriente el 15,9 %. Estas cifras comparadas demuestran que la única región que creció significativamente en el porciento poblacional durante este periodo intercensal fue la de Las Villas. El departamento pasa a ocupar el segundo lugar en cuanto al total de población. Dada su extensión territorial, la cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado era superior a la de Camagüey y Oriente.

La composición social villareña también era marcadamente diferente a las de las dos regiones insurreccionadas en 1868 (Camagüey y Oriente) y a Occidente. La siguiente tabla permite comparar el proceso que se da en los veinte años y en la cual puede observarse que la dinámica villareña es la más notable del periodo.

Tabla de distribución de población, comparando los años 1841 y 1861

Fuente: Cuba, Comisión de estadística: Resumen del censo de población de la Isla de Cuba a fin del año 1841.
 

En lo que respecta a la población blanca de la Isla puede observarse que solo Las Villas y Oriente incrementan sus cifras porcentuales, mientras Occidente y Camagüey las disminuyen. En los porcientos de la población libre de color, ocurre algo similar, aumentan en el Centro y en Oriente y disminuye en Occidente, mientras que Camagüey se mantiene casi igual. Sin embargo, en lo referente a la población esclava, el centro aumenta en un 5 %, Occidente se mantiene igual, mientras que Camagüey y Oriente disminuyen sus cifras.

Población del Departamento del Centro, comparando los años 1841 y 1861

Fuente: Cuba, Comisión de estadística: Resumen del censo de población de la Isla de Cuba a fin del año 1841.
 

En lo interno, la población de las jurisdicciones villareñas, tomadas en su conjunto, permite observar una dinámica específica. Hay un mayor crecimiento porcentual de la población blanca con respecto a la libre de color y a la esclava. En estos territorios, desde comienzos del siglo, se ensayaron proyectos tanto de colonización blanca como de desarrollo azucarero y, por tanto, de incremento de la esclavitud. Un crecimiento sustancial se dio con el desarrollo de ciudades-puertos, como los casos de Cienfuegos y Sagua la Grande, y de la colonización de tierras entregadas en usufructo y en familias a inmigrantes peninsulares y canarios que se ubicaron fundamentalmente. Los peninsulares se asentaron en las ciudades-puertos y los canarios, en familias, y en zonas campesinas, como ocurrió en la jurisdicción de Remedios. Según el censo de 1861 formaban parte de la población blanca unos catorce mil peninsulares y canarios.

Sobre el tema de la esclavitud es importante destacar que en su composición también se diferencia Las Villas de Oriente y Camagüey. En 1841 el Departamento del Centro tiene un total de 36 773 esclavos mientras que para 1861 esta cifra era de 69 207, lo que representa un 46,87 % de crecimiento. Su incremento en veinte años de un 5 % lo coloca como el mayor del país.

Como consecuencia del auge azucarero, entre 1806 y 1867 se introdujeron en Cuba más de 805 465 esclavos africanos, cifra muy superior a la de los tres siglos anteriores. Las jurisdicciones más beneficiadas, a partir de la década del cuarenta, fueron las de las regiones de Matanzas y Las Villas. El capital de Occidente y el extranjero iban colonizando las zonas de Occidente a Oriente por lo que, para 1868, era en Las Villas donde estaban los mayores intereses en desarrollo del capital hispano-cubano de la Isla. Cienfuegos y Sagua la Grande eran las jurisdicciones villareñas de más rápido crecimiento azucarero, en consecuencia de la esclavitud, y de mayor inversión de capital. Cienfuegos se había fundado en 1819 e iniciado su boom azucarero en la década de los 1830. Para finales de la década de los 60 ya era uno de los principales polos azucareros del Departamento del Centro y, sobre todo, en pleno proceso de crecimiento productivo. En los finales del siglo era la mayor urbe de la provincia. Por estas razones, en Las Villas existía una alta población negra que no era criolla sino bozal, es decir, nacida en África y aún no arraigada al suelo cubano. La Guerra de los Diez Años romperá sus cadenas y los hermanará como parte de la nación cubana en gestación. El movimiento independentista constituye un espacio de transculturación donde se mezclan y combinan los diversos componentes de la naciente cubanía. El negro y mulato criollos libres, minoritarios, resultaron un componente fundamental por sus actividades culturales, productivas y artesanales, constituyendo un fuerte eslabón de enlace entre los diversos segmentos poblacionales y raciales. Las Villas tuvo el mayor porciento en crecimiento de las poblaciones blanca y esclava, solo que la primera creció más.

El incremento poblacional de las jurisdicciones villareñas era una clara consecuencia del desarrollo azucarero. Si en 1847 la producción azucarera en valor porcentual era: Habana-Matanzas, 79,68; Las Villas, 16,38; Camagüey, 0,63; y Oriente, 3,31. En 1867, un año antes del estallido revolucionario, el valor porcentual por departamento había cambiado: Matanzas-La Habana decrece (62,25); Las Villas es la de mayor crecimiento (28,78); Camagüey y Oriente crecen, pero sus cifras no son significativas en el conjunto de la producción nacional, sobre todo exportada (1,62 y 7,35, respectivamente).[3] El desarrollo azucarero villareño constituía una de las más crecientes fuentes de riquezas tanto para la burguesía productora y comercial hispano-cubana como para la Corona española. Ello explica que fuese la región decisiva, por una parte, para la alianza dueños de ingenios-comerciantes-poder colonial y, por otra, para el triunfo de la Revolución Independentista. En estos territorios el poder colonial y el capital de Occidente colocaron los principales recursos militares y económicos para evitar que las fuerzas insurrectas pudieran penetrar y poner en riesgo los principales generadores de la riqueza de la Isla, en particular a los ingenios azucareros de Centro-Occidente. Para el movimiento independentista la Invasión a Occidente, inicialmente pensada por los villareños Federico Fernandez Cavada y Eduardo Machado Gómez, implicaba la liberación de los esclavos y la destrucción de las fuentes de la economía colonialista. El colonialismo edificará numerosos fortines y plazas militares, entre ellos, la célebre trocha de Júcaro a Morón que tenía como fin aislar las jurisdicciones villareñas de la contaminación independentista camagüeyana-oriental. Al terminar la Guerra de los Diez Años, 1877, el valor porcentual de la producción villareña era de 27,24, lo que indica que apenas había sido afectada, mientras que el de Oriente fue solo del 3,31. Para 1901, Las Villas ha desplazado a Occidente; es el principal productor azucarero de Cuba con el 40,64 %.

Lo más significativo para las cuentas económicas es que las exportaciones cubanas aumentaron durante la Guerra de los Diez Años. En unidades métricas porcentuales pasó en ese periodo de 54,18 a 81,18. Solo a Estados Unidos se exportaron, en 1868, 390 228 toneladas métricas porcentuales mientras que en 1878 fueron 449 217.[4] España pudo financiar la guerra con fondos que se nutrían de las producciones cubanas. El triunfo revolucionario dependía de cortar de raíz la economía sostén del poder colonial. Solo la guerra en Las Villas y la posterior campaña de invasión a Occidente, Tea Incendiaria por medio, podía dejar al colonialismo sin recursos para mantenerse en Cuba. Las Villas, desde el principio, es el posible punto de inflexión.

El complejo azucarero villareño condujo a la creación de importantes medios de comunicación y transporte. A diferencia de Oriente y Camagüey, Las Villas poseía, para 1868, una de las más modernas redes ferroviarias, que unía los principales puertos con las jurisdicciones de Cienfuegos, Sagua la Grande y Villaclara (hoy Santa Clara). Trinidad poseía otra de menor importancia. Estas redes eran propiedad de las grandes firmas azucareras y constituían un medio seguro y rápido, en la época, para trasportar importantes contingentes de tropas y material bélico lo que les daba a los colonialistas una movilidad de la que carecían en las regiones insurreccionadas.

Las características topográficas de la región permiten dividirla, por lo menos, en dos. Las jurisdicciones más importantes económicamente (la parte occidental de Cienfuegos, Sagua la Grande y parte de Villa Clara), no presentan barreras naturales importantes por lo que le facilitan el movimiento a las tropas colonialistas. Trinidad, un valle cerrado, permite una buena defensa. Por el contrario, la intrincada cordillera de Guamuhaya era en gran parte virgen, refugio para insurrectos de todas las jurisdicciones, y campo de guerrilleros españoles.

Otros dos componentes obstruían el desarrollo de la insurrección villareña. El primero, la falta institucional de unidad política. Cada una de las seis jurisdicciones villareñas se había desarrollado de forma independiente. Tenían sus historias y sus tradiciones propias. Las conspiraciones independentistas no tuvieron un núcleo aglutinador por lo que se crearon contactos entre ellas sin que esto significara supeditación. El regionalismo, el caudillismo y las diferencias de intereses tenían un buen caldo de cultivo en la tradicional falta de centralización. En segundo lugar, Las Villas tenía una población peninsular y canaria superior a las de Camagüey y Oriente. Una parte importante estaba en el comercio de las ciudades, pero otra, también significativa, eran labradores conocedores de las zonas rurales donde vivían. De los primeros surgió el núcleo fundamental de los cuerpos de voluntarios y de los segundos, las guerrillas volantes y los guías de las tropas colonialistas.

Isidoro Armenteros constituía una figura de referencia entre los independentistas villareños por
haber sido uno de los primeros en pronunciarse contra el dominio español. Foto: Cortesía del autor

 

Quién está listo para la guerra 

En las distintas jurisdicciones villareñas las contradicciones entre los variados componentes de la sociedad y los procesos económicos pueden catalogarse como de mayor intensidad que en otras partes del país. Conatos insurreccionales de diverso signo se dan desde la década de los 40. Una de las mayores conspiraciones fue la que preparó el General Narciso López y en la que se involucraron villareños de las jurisdicciones de Trinidad y Cienfuegos. En ellas se destacó Isidoro Armenteros y consta que muchos de los comprometidos continuaron promoviendo la separación de Cuba y España. Entre otros, eran los casos del trinitario José Aniceto Iznaga, fallecido en Sancti Spíritus en 1860, y de los villaclareños Luis Eduardo del Cristo y Miguel Gerónimo Gutiérrez. Por otra parte, la esclavitud adquirió aquí una mayor intensidad, no solo por el número de esclavos, sino por el potencial subversivo que significaba estas grandes dotaciones. En consecuencia, quienes mejor prepararon las condiciones para combatir cualquier intento de insurrección, con cualquier signo, fueron los grandes hacendados azucareros, los grandes comerciantes y el núcleo significativo de españoles y canarios residentes en estos lugares.

Los comerciantes de Cienfuegos y Sagua la Grande, puertos importantes de importación y exportación, vinculados a la producción azucarera, constituyeron, en defensa de sus negocios, los primeros batallones de voluntarios y estos se señalaron como los más despiadados enemigos de cualquier intento de sublevación. En el caso de la jurisdicción de Remedios, donde existía un fuerte núcleo de labradores canarios, estos ofrecían resistencia a todo movimiento subversivo, por lo que ingresaron, en las ciudades, en los cuerpos de voluntarios, y en el campo, formando guerrillas volantes altamente represivas y eficaces.

Al estallar la revolución independentista, el 10 de Octubre de 1868, ya estaban iniciados los procesos de organización de estas fuerzas represivas. Los peninsulares de Cienfuegos pidieron autorización, en 1867, al Capitán General, para crear su batallón de voluntarios. En fecha tan temprana temían una insurrección separatista teniendo en cuenta el estado de agitación que existía en la jurisdicción. La decisión demoró unos meses, pero el 25 de octubre de 1868, justamente como respuesta al inicio de la Guerra de Independencia, 15 días después de Demajagua, se dio la orden de proceder a organizar dichos batallones. En menos de tres días ya había 600 voluntarios para el batallón de infantería. Estaba formado por peninsulares y algunos criollos del comercio de la ciudad. El Capitán General les envió 500 fusiles con sus municiones. A esta fuerza se le añadió una compañía que recibió el nombre de Cazadores ligeros. El 22 de noviembre se pasaba revista a las fuerzas de voluntarios que combatirían cualquier insurrección. Estaban financiados por los dueños de comercios e ingenios.

Con la misma rapidez fueron organizados los voluntarios de las jurisdicciones de Sagua la Grande y Remedios. El primero de enero de 1869, se pasó revista a más de 1100 voluntarios en Remedios “prontos a entrar en acción”. A fines de ese mes ya habían sido creados cuerpos de voluntarios en Yaguajay, Mayajigua, Camajuaní, Santa Clara, Trinidad y Sancti Spíritus.

Para que se pueda apreciar las características de la guerra en Las Villas, particularmente en la jurisdicción de Remedios, detengámonos en el caso del rico propietario azucarero José A. Martínez-Fortún y Erlés, dueño del ingenio San Andrés, así como de otras propiedades azucareras. Este hacendado organizó las tropas de voluntarios y las equipó con 1500 caballos. Edificó con su dinero 26 fuertes a los que se le añadían varios campamentos, sin que nada de ello representara gastos para el Gobierno Español de la Isla. Al terminar la guerra, recibió el título de Marqués de Placetas. Lo más significativo era su contribución económica para las campañas militares españolas que permitió la protección de 32 ingenios de la jurisdicción. Para 1872, no hubo pérdidas en la producción de estos ingenios.[5]  

Si el furor de los voluntarios era notable, el Capitán General de la Isla, Francisco Lersundi, no confiaba, para combatir una insurrección, en la capacidad militar de estos voluntarios. Reforzó las defensas de Cienfuegos, Sagua la Grande y Remedios y estableció una columna de 600 hombres en Ciego de Ávila. Esta fuerza tenía las misiones de impedir el paso de los insurrectos camagüeyanos a Las Villas así como dirigirse rápidamente a combatir cualquier foco independentista que surgiera en la región. En Sancti Spíritus, ya desde noviembre de 1868, Lersundi estableció la primera guerrilla volante compuesta por más de 100 hombres y un batallón de voluntarios de 500. Existía una importante diferencia entre las tropas regulares y los cuerpos de voluntarios y guerrilleros. Estos últimos, versados en el terreno, actuaban de forma despiadada, cometían crímenes horrendos, asesinaban mujeres y niños, quemaban las viviendas y robaban sin contemplaciones.  

El tiempo transcurrido entre el levantamiento independentista de Oriente y el de Las Villas, casi cuatro meses (del 10 de octubre del 68 al 6 de febrero del 69), permitió no solo a las fuerzas militares españolas sino, además, a todos los sectores integristas, crear una fuerza militar entrenada, armada, sostenida y financiada por los comerciantes españoles y por los propietarios azucareros; financiamiento muy superior al que aportaron esos mismos sectores en Camagüey y Oriente. Para el 6 de febrero de 1869 las fuerzas colonialistas estaban listas para entrar en combate. Por otra parte, las propias guarniciones de las ciudades y las fuerzas tácticas operativas, con sus medios de comunicación, eran muy superiores a aquellas con que contó el colonialismo para detener las insurrecciones camagüeyana y oriental. Ante la sublevación de Camagüey, su jefe militar solo tuvo como alternativa preparar la defensa de la ciudad cabecera en espera de refuerzos. En Las Villas, en todas sus jurisdicciones, ya estaban listas las tropas y los voluntarios, en número suficiente y con buen armamento para enfrentar la insurrección. En la guerra villareña tuvieron un mayor papel los cuerpos de voluntarios y las guerrillas que en otras regiones insurreccionadas. Por ello fue más despiadada y sangrienta.

 

Notas:
 
[1]Conde Armildez de Toledo: Noticias estadísticas de la Isla de Cuba, en 1862, Imprenta del Gobierno, Capitanía General y Real Hacienda por S. M., Habana, 1864. El censo de 1861, contenido en esta obra, divide la Isla en dos departamentos, Occidental y Oriental. Dentro del Departamento Occidental aparecen las jurisdicciones que conforman las Cinco Villas y las de Camagüey y Nuevitas. Para el estudio histórico de los movimientos revolucionarios en Las Villas y por constituir provincias diferentes a partir de 1878, hemos separado las jurisdicciones de Puerto Príncipe (Camagüey) y Nuevitas de las que van a conformar las llamadas Cinco Villas, Las Villas o Santa Clara.  
[2]Cuba, Comisión de estadística: Resumen del censo de población de la Isla de Cuba a fin del año 1841, Impresora del Gobierno por S. M., Habana, 1842.
[3]Manuel Moreno Fraginals: El ingenio, complejo económico social cubano del azúcar, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978, pp.60-62.
[4]Ibídem.
[5]José A. Martínez Fortún y Foyo: Anales y efemérides de San Juan de los Remedios y su jurisdicción. En:
Luis Machado Ordetx y Román Lugo Amado: Sedicioso croquis de los insurrectos villareños. Vanguardia, Villa Clara, 2019. Disponible en: http://www.vanguardia.cu/villa-clara/13243-sedicioso-croquis-de-los-insurrectos-villarenos