El kilo no tiene vuelto, no, aserekó

Oni Acosta Llerena
1/6/2020

La originalidad en el complejo arte musical es uno de los elementos fundamentales del hecho creativo en sí mismo. Es sinónimo de cierta diferenciación sonora, y evidentemente estilística, que añoran la mayoría de los autores. De esa manera el receptor —dígase público o crítica especializada— podrá discernir o imaginarse un tema de determinado creador en base a sus reminiscencias internas, y actuará como juez o acusado en el caso que amerite, según lo novedoso —o no— de una obra.

Si echamos un vistazo a la trayectoria musical y discográfica de Orishas, estaremos todos de acuerdo en afirmar casi categóricamente que ha sido un ejemplo de calidad y tesón, propiciando un lenguaje propio y hasta ese momento desconocido en circuitos internacionales. No creo exagerar si afirmo que contra todo vaticinio era impensable para algunos que un proyecto así pudiera generar tanta mística, logrando imponer un poderoso halo de música delirante que supuso el llamado “fenómeno Orishas” en buena parte del planeta. Para algunos, lo anterior vino refrendado por la combinación que el proyecto proponía: tres cantantes con amplísimas diversificaciones estilísticas unido al uso de apropiaciones terminológicas propias del sincretismo cubano, empezando por el nombre de la banda y culminando con rezos o la anterior definición de las apropiaciones. Ello fue la mezcla perfecta y única para el despegue de Orishas.

Esta brevísima y personal definición de la banda la suscribo para plantear varias interrogantes: ¿Ha sido entonces la creatividad un catalizador en la carrera de Orishas? ¿Qué ha sucedido de un tiempo hacia acá en ese sentido?

En lo profesional me llama sobremanera la atención esta última duda, si tenemos en cuenta su paso abrumador por los grandes escenarios y sus triunfos. Por ello no creo que después de un nivel tan alto en años anteriores, la creatividad u originalidad del proyecto deba verse reducida a los dos estrenos recientes que hemos visto en plataformas digitales. Para algunos críticos, Orishas atraviesa una crisis que data desde su separación hace algunos años y su alejamiento de los estudios de grabaciones. Algunas opiniones bien polémicas se vertieron en redes sociales y prensa escrita luego del tan esperado reencuentro en La Habana y el lanzamiento del tema “Cuba, isla bella”, que supuso entre nostalgias y buena música un guiño a reconquistar un mercado extraviado, dentro y fuera de Cuba. El tema, en formato de single, nos traía una excelente propuesta de dos vías: por una parte se anhelaba el regreso de los músicos y de la otra se echaba de menos el calor de sus fans en la Isla. Pero dicho esto de manera expedita, para algunos vuelve a ser una sorpresa el momento actual del discurso musical de Orishas, inexplicable para que una banda así tenga que incluir fragmentos de otras canciones en sus dos últimas entregas. ¿Tan en crisis realmente está la banda? ¿Con tres nominaciones a Grammy es hora de hacer este tipo de concesiones?

Creo que las pequeñas citas o alusiones directas son válidas, mucha gente lo hace y no necesariamente significan mediocridad o desgaste creativo. Pero considero pertinente exponer que después de una carrera tan exitosa e inclusive de posiciones políticas bastante mesuradas, no es igual una breve cita textual o musical de otra canción que incluir una gran parte de esta en una nueva entrega. Ahí sí existe una evidente crisis creativa, o una implícita directriz que desconozco su origen, motivaciones y objetivo final. De un determinado y ganado lugar en el universo compositivo que atesora Orishas, han emprendido un camino que hace peligrar no la ideología que puedan abrazar, sino la manera de activar esos cambios en el discurso meramente musical.

 

Personalmente creo que las dos inclusiones musicales, tanto en “Ojalá pase” (con fragmentos de “Ojalá”, de Silvio Rodríguez) como en “Ámame como soy yo” (con fragmentos de “Ámame como soy”, de Pablo Milanés) han dinamitado un proceso que contrasta con el factor creativo, esquematizando cada una de ellas de maneras casi miméticas. En “Ojalá pase” el cuerpo de la canción se desarrolla hasta la entrada de la cantante invitada —la española Beatriz Luengo— con el citado fragmento de Silvio. Luego el tema retoma la idea musical central iniciada por Yotuel, Roldán y Ruzzo, para después volver a introducir el mismo fragmento de la cita con Beatriz. Si hiciéramos un ejercicio de clase, estaríamos en presencia de un esquema similar a: A-B-A-B-C donde A es tema central, B es tema externo ya conocido, luego vuelve A, luego regresa B y termina C (coda).

Si aplicamos este ejercicio (muy similar al análisis de una forma rondó) en “Ámame como soy yo” veremos que se repite exactamente el mismo patrón de A-B-A, etc., el cual no repito y debe analizarlo Ud., mi estimado lector. Son dos canciones que poseen una preocupante e inusual atracción imitativa, donde en mi opinión no tienen ningún sentido metafórico o expresivo las canciones de Silvio y Pablo. Es decir, utilizarlas extraídas de sus contextos originales, aun con permisos o no de sus autores, no tiene una determinada lógica, o sentido racional. “Ojalá” tuvo un contexto personal para su autor, una desgarrante historia de amor; “Ámame como soy” transita un camino de amor y esperanza también para su progenitor. En ambos casos sus autores —que se sepa— no tuvieron motivaciones políticas al componer dichos temas, por lo cual el efecto o sentido diegético de Orishas carece de legitimidad al incluirlas en sendas canciones con marcado sentido de crítica política. Es como si mañana yo insertara “Niebla del riachuelo” en una contundente canción de fuerte y áspero matiz político. Nada que ver, evidentemente.

 

La idea de versionar e incluir dos canciones determinadas de dos importantes trovadores cubanos dentro de obras con otra finalidad es un acto libre; para nada cuestiono el derecho de los involucrados en tales fines. También es libre la manera de abordar desde mi perspectiva dicho fenómeno musical, con el mayor deseo de que Orishas tome el camino que desee en su andar por la música, pero que al menos no siga repitiéndose como lo ha vuelto a hacer. El pasado les ha enseñado que ser original es la mejor manera de ser libres, no lo que han hecho recientemente.

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