El pastichero Yotuel frente al creador Martí

José Ángel Téllez Villalón
16/7/2020

Sí, no tuve más remedio que inventarle un nombre a la “cosa” recalentada por el nuevo líder de Orishas. Un término posmoderno o transmoderno —como prefieren otros—, para definir un producto del mismo mundo reciclado, una mercancía reenvasada entre el pastiche y el kitsch. Todo así rebosante de términos esnobistas, cosmopolitas y occidentales; como gusta a estos “aldeanos vanidosos”, que citan a Martí sin haber leído —íntegramente y más de una vez— el ensayo “Nuestra América” y el discurso en Liceo Cubano, conocido por su frase final “Con todos y para el bien de todos”.

Me refiero a la fórmula empleada y repetida en los dos últimos temas impulsados por los de Chancleta Record, es decir “Ojalá pase” y “Ámame como soy yo”, publicados en las plataformas digitales en enero y en mayo, respectivamente. Dos temas y un videoclip que son paradigmáticos del pastiche y de la esquizofrenia que, como plantea Fredric Jameson, distinguen al posmodernismo, el “vale todo”.

De un “todo vale”, como actitud mercantilista, deviene un “vale todo” en lo estético y en lo ético. Que como resume Luis Brito García en su libro El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad, es divisa común de la posmodernidad y también de su modo de hacer y valorar el arte. Un “todo vale, porque ya nada vale. Si acaso, cuesta. Se adoptan todos los signos, porque su repetición descontextualizada los ha desinvestido de significado: los ha reducido a señales. De nuevo, el valor de uso ha sido reducido al valor de cambio”. Y añade: “Esta abdicación de toda tesis en favor de halagos del mercado ha llevado a la posmodernidad estética en el más efímero de los metarrelatos: el de la moda”. 

Y en Miami, ya sabemos, la moda es el anticastrismo mediático. Yotuel, en medio de la ola macartista que (des)ordena la ética y la estética de Miami, ha venido construyéndose un perfil de “anticastrista”. Niega así su supuesta postura “procastrista”, confiesa en 2002, no al Granma o a Juventud Rebelde, sino a Cubaencuentro. “Nosotros somos procastristas, somos un grupo procastrista. Nosotros estamos de acuerdo, porque todo el mundo sabe lo que pasaba en Cuba hace cuarenta años, y ahora podemos decir que desde hace cuarenta años Cuba es de nosotros. Antes lo que había eran gobiernos títeres”. Y reafirma su mareo, porque cambiar de bandos, de procastrista a anticastrista, es su concepción de libertad y de democracia.

“A la libertad segura solo se va por el trabajo de las manos, puro y creador, por los trabajos reales de la mente, no por los de alquiler y ornamento”. Foto: Internet
 

En el show televisivo de Alexis Valdés y en la plataforma Hola Otaola, a donde fue a presentar “Ojalá pase” y a vender su nueva postura, “disertó” sobre la democracia. La saltocracia de un amigo suyo que prefería al PSOE, luego pasó a PP, más tarde votó por Podemos y en la última por el ultraderechista Vox. Eso es democracia para el “politólogo”: gozar de la libertad de elegir, cambiar de partido cada cuatro años, y después… “virar pa´tras”. Porque “no nacen votantes nuevos”, sino nuevos decepcionados. Saltar de desilusión en desilusión es ser libres. Fue lo que aprendió en Europa y en los Estados Unidos, la “democracia” del juego electoral y el pluripartidismo.

Para el CEO de Chancleta Records, hacer Orishas fue un emprendimiento en el “negocio de la música”, “ellos vendieron una idea y alguien la compró”. Porque “todo en la vida es un negocio, todo, desde el hospital que escogemos para dar a luz, todo tiene marketing y es un negocio… ¡Hasta el presidente que elegimos!, eso sí tiene un buen marketing” (sic) —así filosofó en una reciente transmisión directa en Facebook del ciberactivista Eliécer Ávila, a la que fue invitado—. Y como Orishas es un negocio, y no un renacer artístico como muchos imaginamos, vale abdicar en favor de los “halagos del mercado”. Vale mentir, exagerar hechos y manipular a sus seguidores, vender una Habana toda solar, como si Yotuel hubiese vivido alguna vez en uno de ellos y como si los solares fueran inventos del socialismo. Vale, hasta parecer que inventa el “realismo antisocialista” con sus pastkitschs y con sus mediáticos autobombos.

Una fiebre patriotera que es parte del styling de su mercamúsica. Como mismo hacen los persuasores del marketing con el bien o el servicio que nos quieren vender. Como hacen esos traficantes de símbolos falsos que al decir de Luis Brito manipulan al consumidor, añadiéndole ilusorias cualidades, o disfraces sobre lo que realmente son y sobre las necesidades que naturalmente satisfacen. Exageraciones de las satisfacciones simbólicas que obnubilan las meramente funcionales, que distancian el contenido real del simbólico y dan lugar al producto kitsch.

Lo de Yotuel es una perversión kitsch de la canción protesta, en tanto copia e instrumentaliza los tics externos de esta, incluidos sus autores más emblemáticos en Cuba: Silvio y Pablo. Su alarde simbólico deja muy atrás su función, la intención de transformar la realidad de los cubanos. Su fraseología y performática antidictatorial son un disfraz que no resuelve nada al interior del país.

Porque lo kitsch, como anotó García Canclini, no reside principalmente en los objetos, sino que es el estilo con que el mercado capitalista se relaciona con lo popular; designa la actitud de quien quiere complacer, a cualquier precio, al mayor número posible de personas. Es para Luis Brito, “testimonio de una civilización escindida entre esencia y apariencia” y para Milan Kundera, “la traducción de la tontería de las ideas adquiridas al lenguaje de la belleza y la emoción”.

Los añadidos en ambos títulos (“pase” y “yo”) no solo son salvedades de los títulos para identificar la obra creada de su reciclaje, sino parte de su mercadotecnia, de su interesada exaltación a cierto significado (deseo y ego) y que provoca una transición de los sentidos. Del desamor al odio, en “Ojalá pase” y de la aceptación a la tolerancia, en “Ámame como soy yo”. Las obras de Silvio y Pablo son expresiones líricas, que brotaron desde dos relaciones amorosas; las de Yotuel son compulsiones, eyecciones reactivas desde la confrontación entre las dos orillas ideopolíticas. Las creaciones de los trovadores inducen a compartir; las resignificaciones del rapero, a competir.

En la composición de Silvio, como ya he comentado, prevalecen los sentimientos positivos; es su presencia, en el recuerdo y en las visiones del poeta, la que desea aniquilar, hasta el punto de que prefiera su propio final: “ojalá por lo menos que me lleve la muerte / Para no verte tanto para no verte siempre / En todos los segundos en todas las visiones”. El trovador no odiaba a Emilia al escribirla. “Cuando uno aprende a través del amor es como fundar algo. Ese amor me incorporó cosas buenas”, relató en conversación con Isabel Parra y Eduardo Olivares en octubre de 1981.

Pablo se presenta en su canción a través de sus sentimientos, y más que ser aceptado solicita (“por favor”) ser amado. Yotuel, en contraste, juzga al otro. Son las esenciales diferencias entre la aceptación y la tolerancia. El que acepta recibe voluntariamente, sin oposición, lo que se le da; el que tolera permite algo que no aprueba, que no considera lícito, que le molesta. El MC cree estar en el lado correcto y critica al otro. No respeta la opinión de otros y exige que se le respete.

Para decirlo en términos martianos, las originales son joyas del “arte personal”, las impulsadas por el MC, dos muestras del “arte reflejo”. Así distingue el esteta Martí las dos “clases de arte” en sus apuntes para los debates acerca del idealismo y realismo en el arte, escritos durante su breve estancia habanera de 1878. Nace el “idealismo” de “sentir y decir”; su contraparte, el “realismo”, de “ver e imitar”. Desde la postura de Silvio y Pablo, se crea, “se mejora lo que se ve” y “se adivina lo que no se conoce”. Desde la asumida por Yotuel, se reproduce, solo se ajusta lo que se ve, “se copia para que digan que se ha copiado bien”. Y es obvio que el héroe-poeta defiende el arte personal, enriquecedor de la naturaleza humana, como décadas atrás hacía el primer Orishas.

El trío no regresó siendo el mismo, en gran medida porque lo hizo con un nuevo director. Apunté en un texto anterior que Roldán, quien se destacaba en las entrevistas de antaño como el más preclaro de los Orishas, se ha mantenido al margen del posicionamiento de Yotuel. Como el Ruso, parece menos intoxicado con la moral de mercachifles de la “farándula de Miami”, que bien describe Fernando Buen Abad. Con “Insomnio”, los mareos de Yotuel espantaron mis dudas, mercadeaba con el relato de Cuba “detenida en el tiempo”, por eso lo lanzaba por doquier.

En la publicitada entrevista a El País confesó que esa imagen le sirvió de inspiración para “Donde nací”. Sin embargo, quien escuche el tema comprobará que lo que predomina es el orgullo de los intérpretes por aquello que nos identifica y que para bien conservamos, de los valores de nuestra cultura que compartimos con quienes nos visitan. Yotuel específicamente canta “la tierra donde yo nací nunca pierde el brillo” y “en la tierra donde yo nací se habla poco el inglés”. Se negaba, una vez más.

“Cuba no se fue de mí” fue el primer sencillo de su segundo disco; el pastichero Romero optó por sacarle lascas a la nostalgia. Como no funcionó mercantilmente se lanzó a las vallas del mercadeo político, a lo Otaola. Esa era “la jugada”, lo comprobó con “Insomnio” y, antes, con la espectacularizada polémica alrededor de la censura por Instagram de su desnudo junto a su esposa. La pareja estaba en baja, y en Miami, donde residen hace años, la vida es bien dura. De ahí el “Ojalá pase” que la pareja se encargó de colocar en el núcleo de otro huracán mediático mucho antes que le sirviéramos la etiqueta de “terrorismo musical”.

Primero, para impregnarle cierto aliento poético a su panfleto, robaron siete versos del “Ojalá” de Silvio. Lo vendieron como un homenaje al cantautor, pero este respondió ofendido. Los de Chancleta Records y los de su pandilla (fanáticos políticos) reaccionaron contra el trovador plagiado, e inflaron “sofismas como globos”, con una campaña “de vulgaridad y vendetta”, al decir, en su muro de Facebook, de la periodista web en OnCuba Milena Recio. Opinión que compartió Fernando Ravsberg, quien “decepcionado” posteó el 26 de enero: “¿Y si el plagio de Orishas busca justamente este ‘dime que te diré’ para conseguir la fama perdida a costa del nombre de Silvio?”.

Indignó porque el plagio es robo desde los tiempos de Aristófanes el gramático y el faraón Ptolomeo Filadelfo. Para Séneca, las mejores ideas son de propiedad colectiva, pero la obligación del autor es incrementar lo que había heredado; por ello recurría a la metáfora de la abeja, que toma néctar de distintas flores, pero hace su miel. No se niega la hipertextualidad sino el apropiacionismo, la pereza creativa; tampoco “todo es un remix”, como acuñó Kirby Ferguson. Se samplea la música, no el talento y la consagración del otro.

Llegó la primavera, y ni con ella abortó su compulsión por el copy & paste. Empeñado en refutar que segundas partes nunca fueron buenas, Yotuel repitió la misma fórmula parásita, el reciclaje de otra canción lírica, entrañable para los cubanos. Y claro, también la “jugada” de la provocación. Escogió como fecha de su lanzamiento el 1 de mayo y como autor a Pablo Milanés, para rapiñar ganancias a los desencuentros entre los dos grandes trovadores, aludidos por algún comentarista durante aquella polémica por su primer pastkitsch.

El video “Ámame como soy yo” comienza con la frase martiana “Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”, idea que resume el núcleo central de aquel discurso y que es completada con esta otra: “O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para verdades trabajamos y no para sueños”. ¿Por qué entonces el reclamante no respeta, “el ejercicio íntegro” y la forma de pensar de los casi ocho millones que refrendamos la nueva constitución? ¿Por qué considerar farsantes a Johana Tablada y a Oni Acosta, que como él vertieron sus opiniones en las redes sociales, y de allí las tomó Granma? ¿Por qué evocar la libertad de expresión y no respetar la expresión de los otros?

Con las verdades del Apóstol trabajamos, cultivamos pan y poesía en esta república socialista que los sietemecinos atacan. Contamos y cantamos realizaciones concretas, en correspondencia con nuestras tradiciones, problemas y particularidades; no para copiar en Cuba el “sueño americano”, como pidió Yotuel recientemente. “Yo, lo que me encantaría es que en Cuba apareciera el sueño cubano, ese sueño americano que nos vendieron, y que es vete a América, que vas a triunfar”. “A veces las personas piensan que el sueño cubano es una Cuba mejor para los cubanos. No, es una Cuba mejor para el mundo entero. Porque el sueño americano se ha hecho gracias a que han venido italianos, alemanes, cubanos, un montón de emigrantes que han hecho una nación increíble”, expresó después de aprobar la disparatada hipótesis de Eliecer Ávila de que en la Cuba prerrevolucionaria “en cierta medida existía el sueño cubano” y de aceptar la propuesta de un partido anexionista.

Quienes conocemos la obra de Asiel Babastro, sabemos que no valió su esfuerzo para anotar el videoclip de “Ámame como soy yo” en la lista de sus mejores producciones. Si un valor tiene este corto, es reflejar el sino pastichero del encargo, con un collage de imágenes tomadas de las redes, de anteriores videos de Orishas y de otras producciones del propio Babastro; ser una muestra paradigmática del arte posmoderno. De ese que, al decir de Vicente Sánchez-Biosca, “expresa la irresponsabilidad del sujeto de la enunciación para con lo original y su predilección por el montaje entendido como amalgama, collage, frankenstein estético” y que como plantea Brito, por la ley del menor esfuerzo, “optó por reapropiarse y reciclar diversos discursos pasados”; no ya para producir, sino para explotar y colonizar “los repertorios simbólicos de los parajes, estratos sociales y culturas históricas más disímiles”. Como fundamenta Jameson, el pastiche es consecuencia del interés de las élites de banalizar la historia y establecer como deseo un mundo-imagen, de pseudoacontecimientos, de espectáculos. Signado por la simulación en tanto responde a la ley capitalista que exagera el valor de cambio en detrimento del valor de uso y hace que la imagen —como diría Guy Debord— se convierta “en la forma final de la reificación de la mercancía”.

La mejor caracterización del audiovisual, y del pastkitsch de Yotuel, es la que compartió Yvette Guevara en el propio muro del realizador. Para la crítica residente en Lyon, ni el intento poético de Babastro salva “la cancioncilla de Orishas, que NO es una ‘recreación’ del tema de Pablo”. “Orishas no es un ajiaco, es un puro producto del recalentamiento sobado, triste, y hasta vacuo, en el desierto, en el marabuzal de nuestra necesidad de reinventarnos, no de reiterarnos qué es lo que logran. Si eso somos, perdí mi patria en sus ojos. No quiero compartirla con esos tintes lúgubres, con esa falta de pimienta, remplazada por una pólvora de botica en Cayo Hueso…”, fue parte de su réplica a ciertos planteos del realizador en el único post con que presentó el video.

Peor que su pastiche estético es el “patriotismo anémico” de Yotuel, su “rapiñeo añoroso y mercantil”, sus intentos de “lucrar con el anhelo posmoderno, rallado, amargo de una crítica social inexistente para la ‘masa’”. Coincido con Guevara: “Hay mucho business con el patriotismo, que lo descoloca, o lo colorea, y aquí el que no lo sabe, lo tararea… solo la espontaneidad ayuda al recorte, toda historia está vitaminada o minada, por encuentros o por soledades, por compromisos, pero sobre todo por intereses. Vi nacer en algún rincón de Gallois, el rap de los inicios, y vi también el hambre que les trajo en silencio, el alcohol (…) Me declaro disidente de todos los consensus, mediocres y copiones”.

Por sus verdades y sueños murió en Dos Ríos el creador Martí, el más grande entre los “hijos eternos” de Cuba. Convencido de que a la “libertad segura solo se va por el trabajo de las manos, puro y creador, por los trabajos reales de la mente, no por los de alquiler y ornamento”. Fertilizó nuestro suelo para adelantar la originalidad y autoctonía de las repúblicas nuestramericanas y de la que proyectaba para su Patria. Su guerra independentista fue expresión y fragua de su “creación heroica”; en contraposición al autonomismo y al anexionismo, al que acudían y recurren los cubanos faltos de fe, los que subestiman su inteligencia y las de sus compatriotas.

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