El Retorno de las Bacantes

Emanuel Gil Milian
29/5/2019

Otra vez la tradición clásica, universal, es una plataforma desde la cual nuestros artistas indagan, abordan estos tiempos. El Retorno de las Bacantes, un espectáculo del Proyecto Orígenes que se presentará este 1ro. de junio, a las diez de la noche, en los jardines del Centro Cultural Bertolt Brecht, contiene interrogantes, benditos juegos macabros que conducen a la apoteosis de la reflexión.

Foto: Cortesía del autor
 

Nos satisface que podamos encontrarnos con El Retorno…, que cierra el Festival de la Universidad de las Artes (ISA), ya que en nuestro panorama no abundan los espectáculos escénicos que se erijan a partir de los clásicos griegos; entre tantas cosas por la dificultad que representa develar, redescubrir para nuestra contemporaneidad las esencias de estas obras. Otro detalle que nos satisface es que El Retorno de las Bacantes está protagonizado por inquietos jóvenes de la Escuela Nacional de Danza, liderados por Lizenia Zulueta, los cuales más que tratar de mostrar la destreza de sus corporalidades, buscan edificar una partitura escénica más profunda, en que predomine un discurso que mueva al espectador.

Para ganancia de nuestra escena, han escogido el conocido relato que versa sobre la venganza del dios griego Dionisio sobre la ciudad de Tebas y su arrogante gobernante Penteo. Han apostado por la orgía pública en un acto de ineludible liberación, de crimen necesario, en una evocación de la ruina y reedificación de la ciudad como metáfora del constante cuestionamiento de sus zonas de confort en las prácticas danzarias y sus corporalidades, y por qué no, de la realidad social que habitan.

En la propuesta a cargo de Lizenia Zulueta y Héctor Alejandro Ramírez (coreografía), es atendible el gesto de no reproducir la reconocida Bacantes, de Eurípides, sino de beber en la tradición alrededor del arte griego, universal. De manera que en El Retorno de las Bacantes se puede delinear tanto la huella de la tragedia griega como la de Isadora Duncan, Martha Graham, Raquel Carrió, Flora Lauten, Pina Bausch, Merce Cunningham, el cine de Pier Paolo Pasolini y las modalidades teatrales del siglo XX (performance). Así pues, no solo la danza, en una deliciosa hibridez de estilos históricos, es el lugar en que resurge y se reconfigura el mito, sino en una multiplicidad de lenguajes artísticos (teatro, danza, artes visuales, etc.), que construyen El regreso de las Bacantes.

Con ello se pone en jaque la monolítica separación de las artes (esto es teatro, esto danza; ustedes se forman aquí y ustedes allá; esto es menos, esto más), demostrando que estamos en pleno siglo XXl y urge que, en diversos escenarios nacionales, fundamentalmente el académico, se apueste por un imperioso rigor artístico (que en ocasiones, en nombre de una súper especialización, no se encuentra) sustentado en una formación más integral de los artistas, en creaciones en que la interdisciplinariedad artística sea una forma de crecimiento orgánico, de comunicación.

Los jóvenes danzarines nos tientan, nos provocan con una propuesta escénica donde no es la perfección de la tecnología corporal aprendida históricamente (técnica), sino la infinidad de posibilidades del gesto cotidiano, la reivindicación y el juego con el referente académico, la cita, la apertura a mostrarse tal y como son, como se les está formando, como están queriendo ser; aquella que reivindica el mito tornándolo en realidad, en un organismo cuestionable y cuestionador.

¿Acaso esto es una alerta? ¿Un voto de fe en el oficio y la realidad? La danza está ahí y a diferencia de los antiguos rituales, se abre al mundo a múltiples respuestas, todas válidas.

Sea pues, El Retorno de las Bacantes, una posibilidad al disfrute, al sobrecogimiento, al diálogo.